Nuestra sociedad es un escenario de mensajes de todo tipo y a través de todos los medios y de montajes para hacernos confundir la ficción con la realidad , lo tangible con lo virtual, los tiempos y los espacios , los nombres y los anonimatos, las perdidas con las ganancias , los cantos con los cuentos, el ser con el estar.
Demasiadas veces nos envuelven en el menudeo y lo superficial para que no reparemos en las esencias y las autenticidades. Nos encontramos con ideas con almas que hemos de aprovechar y demasiados entes sin ideas que van robando las de los demás.
Hay demasiados movimientos inmóviles y algunas paradas reflexivas, desde las que recorremos el mundo montados en el caballo de nuestra imaginación. Entre ritmos y compases, que dan valor al silencio, vamos construyendo nuestra propia partitura.
Cuantos y cuantas responsables son relevados por ser molestos, y que pocos son cesados por ejercer de inútiles, pero plegarse al poder y someterse al dinero. Austeridades que son solo el beneficio para los que más tienen, y sufrimiento p ara los que menos poseen, en una ceremonia individual y colectiva de celebraciones y funerales.
Entre mensajes y montajes, nos ocultan muchos secretos y nos mienten sobre lo que nos dicen, e intentan fabricarnos sueños que después no se cumplen, y nos hacen ver que sin ellos el mundo se terminaría, son los mandamases de todo lo visible y lo invisible.
Pero las cosas muchas veces no son lo que parecen, y quienes creemos que mandan, son solo unos títeres al servicio de quienes realmente deciden desde la sombra sobre lo que más nos conviene. Moviendo los hilos y los entresijos de eso que impersonalmente hemos llamado mercados.
Hay palabras que decimos y de las que nos arrepentimos antes de terminar de pronunciarlas, deliberaciones que solo nos llevan al ejercicio inútil de una confrontación estéril .Para colmo de males, cada día se nos restringen las libertades y se abren más las brechas entre ricos y pobres. Así en nuestro país, España, un directivo del IBEX 35 gana 207 veces más que sus empleados.
En el plano internacional y de la mano del trumpismo, que nos demuestra que en EEUU cualquiera puede llegar a ser Presidente, Donald, que no el famoso pato, personaje de Disney, ha puesto en marcha liquidarse la neutralidad en internet.
Tomemos buena nota, porque de esta forma los operadores podrán dar prioridad a unos contenidos sobre otros, a la accesibilidad a los mismos y la utilización de las distintas aplicaciones, con lo que en el mundo globalizado del hoy y el ahora, hay un elemento más de desigualdad servido, ya que la brecha digital será mayor entre ricos y pobres, y estos últimos estarán cada vez más distantes de la información y el desarrollo.
Y en este acaparar de los poderosos y de su ambición insaciable, la propia Disney, que es la mayor compañía de entretenimiento del mundo, se quedará con el paquete de la FOX, incluidas sus deudas, por un importe total de 55.860 millones de euros. Una tontería de nada.
En definitiva, otro instrumento más para tenernos controlados desde pequeños, y a ser posibles uniformados mentalmente, en pensamientos, palabras y obras, gustos y actuaciones. Eso que unos llaman globalización y otros adoctrinamiento.
Para ello toda la escenografía comercial se uniforma bajo las grandes superficies y franquicias. Si vamos a comprar, meteorología aparte, cada vez es menos singular y más común el ejercicio de consumir, ya que en muchos momentos no sabríamos distinguir dentro de unos modernos zocos, si estamos en una punta o en la otra de la Tierra.
Normalmente entre mensajes y montajes, utilizamos dobles varas de medir, en los que las caídas y batacazos de unos son los ascensos y triunfos de otros. Sufrimos mensajes vacíos que no nos dicen nada y terminan montándonos en un tiovivo de decepciones y silencios elocuentes que nos revelan lo que necesitamos.
Para que las cosas funcionen , no solo hacen falta discursos, sino esforzarse en hacer nuestro trabajo bien , con deleite y dedicación , sabiendo enfrentarse con la realidad con mensajes que calen en los demás, porque suenan a verdaderos, mientras somos capaces de evitar montajes destructivos, y que no puede acabarse con una vida por un signo o bandera que lleve.
Hemos de cuidar nuestro lenguaje para que albergue la tolerancia, quepa la diferencia, el debate y la discrepancia, y sea guardián de palabras que sean puentes que nos unen y tirar a la basura a aquellos vocablos que solo sirven para ampliar abismos o construir murallas que colaboran a separarnos.
Juan Antonio Palacios Escobar