En los tiempos actuales, se está intentando, con desmedido afán, instalar un proceso revisionista de la Historia -de la historia de España, sobre todo-, que los nacionalistas, podemitas, “antitodistas” y demás resentidos quieren casarlo con un proceso revolucionario y nihilista como el que han promovido en algunos países de Latinoamérica, aprovechando que las leyes de estos, otrora, “estados del bienestar” que ellos van recortando paulatinamente, son de momento lo suficientemente permisivas y garantistas, para ellos sobre todo, y sin que los verdaderamente demócratas ejerzamos nuestro derecho a que se cumplan las vigentes leyes y sin que nadie quiera recordar, ni mencionar siquiera, lo que ya pasó en España a partir de 1934 sobre todo, ya que son exactamente los mismos intervinientes. Solo faltan como siglas la CNT, aunque otras siglas las sustituyen.
Desde la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, atribuida a Julio César, pasando por las demoliciones monumentales de Palmira, los ataques en Estados Unidos a Cristobal Colón, por ejemplo, y terminando por los insistentes ataques de nuestros podemitas y allegados, a los símbolos, nombres o monumentos que conforman una parte importante de nuestra historia, queriendo borrar en realidad, la historia de nuestro país para reescribirla a como a ellos les hubiera gustado. En definitiva, se están produciendo, en todo el mundo, tantos y tantos ataques a los hechos históricos comprobados, que el conocimiento de la civilización antigua está ya en peligro de mutilación o de destrucción total por los intereses mezquinos, partidarios y partidistas.
Porque -lo estamos viendo-, estamos asistiendo en muchas partes del mundo a un proceso iconoclasta que consiste en deconstruir y derribar símbolos que, con independencia de sus consecuencias favorables o adversas para el progreso de la humanidad, fueron acontecimientos reales que sucedieron a lo largo de los siglos y son testimonio de la aventura y desventura de los humanos a través de los tiempos. Los “antitodistas” y los nacionalistas/separatistas, generalmente resentidos por no se sabe qué, quieren reescribir lo ocurrido a través de la Historia de España, para adaptarlo a la interpretación que ellos quieren darles a esos hechos utilizando lo peor de los métodos fascistas y se niegan a recordar, analizar y enseñar lo que pasó entonces y, sobre todo, por qué pasó… solo aspiran a que la burra vuelva al trigo.
Negar la Historia, pienso yo, es algo tan absurdo e inútil como negar la realidad de lo ocurrido… y lo que está pasando en Cataluña sin que el gobierno de la Nación haga nada por impedirlo, es buena muestra de ello: ellos niegan la Historia, han inventado “su historia” y adoctrinan a sus imberbes desde hace más de tres décadas, con el resultado ya conocido por todos, y eso no hubiera sucedido -seguro-, si el Estado no hubiera transferido nunca las competencias en Educación entre otras. Pero “eso” de Cataluña es tema para otro artículo.
Antonio Poyatos Galián