La valoración de la política y quienes la ejercen no pasa por su mejor momento. El populismo imperante se mueve con más facilidad cuando degrada el trabajo de nuestros representantes en las instituciones. En la vida como en el servicio a la comunidad no podemos simplificar las situaciones y las actuaciones como si todo estuviera unido y mezclado a la vez.
Por mucho que algunos se empeñen en confundir lo bueno y lo malo, no todo vale en la vida al igual que en la política. No podemos pasar en instantes de un arte noble que se preocupa de hacer felices a los demás a una práctica miserable y corrupta.
Quienes creemos en el compromiso político, que somos la inmensa mayoría de la gente normal, sabemos que no es bueno la actitud de quienes se empeñan en desprestigiar la política y quienes la ejercen, pero tampoco es saludable el ignorar los peligros que encierra, en la mayoría de las ocasiones por la acumulación de poder o la mala gestión de éste.
En los momentos que nos ha tocado vivir, con los protagonistas de lo que mañana será contado como historia, no podemos admitir por convicción democrática y por decencia determinadas actuaciones, que no solo suenan mal sino cuyos resultados puede ser catastróficos.
El populismo y la radicalización política han llevado en Europa a que experimentemos vivencias impresentables, estemos sumidos en inquietudes razonables y seamos victimas de preocupaciones que hasta hace dos días nos parecían lejanas, o al menos extrañas, pero ya están aquí.
La oposición y diferenciación entre la moral y la política, o la ética y la actuación de nuestros responsables al frente de las instituciones, no puede ni debe ser conceptuada y consideraba como una mera cuestión teórica. No podemos mezclarlo todo porque como decía Maquiavelo, la política acaba destruyendo a la moral.
La política también tiene reglas y normas. Ocurre sólo que no deben verse como un mero deber ser, sino como principios del éxito para lograr un buen gobierno de la sociedad. No debemos incurrir en actitudes interesadas e individualistas que solo siembran el egoísmo y la ausencia de soluciones.
No todo vale, ni la política puede ser el reino de la arbitrariedad. Sin la política, no serían posibles otras formas de convivencia en la sociedad moderna de nuestros días. No hay ni religión, ni moral, ni derecho, que por sí solos puedan garantizar esa convivencia. No entiendo a aquellos que utilizan como reproche la politización de la vida.
Sin embargo hay personajes en la actualidad que intentan, por todos los medios posibles e imposibles desvirtuar la misma. Como por ejemplo hay dos temas de actualidad en nuestro País, España, en el que estamos asistiendo a argumentaciones demagógicas y posiciones falsas que en absoluto se corresponden a lo que los ciudadanos y ciudadanas vivimos.
No hay informativo ni tertulia que se precie en los momentos actuales que no hable sobre la inmigración o el acercamiento de los presos de ETA. Y en este jardín de opiniones, hemos escuchado multitud de opiniones, reflejo de la pluralidad de nuestra sociedad, entre ellas todo tipo de disparates.
No hay informativo ni tertulia que se precie en los momentos actuales que no hable sobre la inmigración o el acercamiento de los presos de ETA. Y en este jardín de opiniones, hemos escuchado multitud de opiniones, reflejo de la pluralidad de nuestra sociedad, entre ellas todo tipo de disparates.
Una de los más graves virus que contaminan la política en los momentos actuales es la mentira , el otro es la confusión , como por ejemplo el querer ser a la vez Gobierno y oposición , predicar la paz y el diálogo y poner todos los medios para crispar el ambiente.
No es admisible alimentar la mala leche y el veneno de los ingenuos o los resabiados, ni poner en marcha el manual de los malos modos y los peores humores o estimular el viaje de la indecencia y la demagogia en aquellos temas que deberían estar en la agenda de Estado y fuera de la estrategia partidista.
Asistimos, entre la rebeldía y la indignación, hay actitudes que poco o nada tienen que ver con la POLÍTICA con mayúsculas, y cuyo fundamento son muchas fotos, vengan a cuento o no, demasiadas palabras vacías que no tienen detrás ningún contenido y muy pocas realidades.
En las relaciones políticas , lo más efímero es la lealtad , por eso es necesario demostrarla cada día, mientras que los sembradores de odio, han de saber que éste lleva casi siempre a la destrucción , como es el caso al que asistimos con frecuencia hoy en día , de montar un relato basado totalmente en fake news.
Nos volvemos más cómodos y menos exigentes, y nos conformamos con explicaciones fáciles a problemas complejos, pero si queremos construir una sociedad más justa e igualitaria, hemos de ser coherentes y tener claro que en política, no todo vale.
Resulta escandaloso , como en el caleidoscopio de la realidad, observamos a algunos políticos, como el nuevo líder del PP, don Pablo Casado , recurrir a las campañas propagandísticas de la difamación , cuando afirma sin sonrojarse, utilizando a las víctimas que el acercamiento de dos presos etarras a Euskadi, es el pago por el apoyo a la moción de censura.
Si el señor Casado es creyente, que me consta que sí, sepa y entienda que está en pecado mortal por mentiroso y deberá confesarse. A estos mismos presos el PP en 2016, los acercó desde Aranjuez a Asturias, antes que la banda terrorista se hubiera disuelto definitivamente.
Ni en esta ocasión, ni en ninguna otra como cuando el Presidente Aznar acercó entre 1996 y 1999 a 195 presos etarras, tuvo el más mínimo reproche del PSOE ni cuando hablaba del Movimiento Vasco de Liberación Nacional, al contrario, aunque no se estuviera totalmente de acuerdo, contó con la lealtad y el apoyo hacia un tema de Estado que debía unir la voz y la acción de todos los demócratas.
El otro de los temas con el que están jugando peligrosamente, el señor Casado y su nuevo equipo del PP, es la ritualización y difusión de la mentira en un tema tan difícil y complicado como la inmigración, construyendo un relato similar al que utiliza la ultraderecha europea y en un pulso con CIUDADANOS a ver quién dice la mayor barbaridad.
Hemos oído expresiones tan increíbles, como el efecto llamada, la invasión, el caos, el colapso y otras lindezas por el estilo, e insisto nadie niega que tiene que abordarse bajo una política migratoria europea, y que deben arbitrarse no solo planes y discursos sino medios, para atender solidariamente la atención a los menores migrantes.
Hemos oído expresiones tan increíbles, como el efecto llamada, la invasión, el caos, el colapso y otras lindezas por el estilo, e insisto nadie niega que tiene que abordarse bajo una política migratoria europea, y que deben arbitrarse no solo planes y discursos sino medios, para atender solidariamente la atención a los menores migrantes.
Sin ir más lejos España ha logrado un acuerdo internacional con otros cinco países europeos, como Francia, Alemania, Luxemburgo, Portugal y Malta, incluso finalmente Italia, a pesar de los mensajes xenófobos de su Ministro del Interior Matteo Salvini ha decidido participar, para compartir la acogida de los 141 inmigrantes que viajaban en el Aquarius.
Está claro que todo esto ha de hacerse con la coordinación de todas las administraciones, y bajo la óptica que el fenómeno migratorio puede ser positivo y necesario para Europa, pero para eso hemos de abordar el tema con responsabilidad, seriedad y rigor, desde sus origines, sino estaremos haciendo políticas de parcheo, y desplazando las soluciones en el tiempo y el espacio.
Por eso señores del PP y CIUDADANOS, coloquen los intereses generales por encima de la bolsa de votos, y repitan conmigo; en política, NO TODO VALE, ya que no todos los políticos son iguales.
Juan Antonio Palacios Escobar