El ciudadano español Quim Torra i Pla (en realidad, Joaquinito Tuesta y Plan), nacido en Blanes, municipio español de la provincia española de Gerona, perteneciente a la comunidad española de Catalunya (o sea, Cataluña) -nunca como parte de los Països Catalans, éstos sólo referentes al ámbito lingüístico-cultural, que no como sujeto político- digo, que el tal súbdito de S. M. Felipe VI, está afectado por un nuevo virus.
Ya sabíamos de su incurable dolencia una vez atacado, puede ser que en el vientre materno, por el virus del catalanoindependentismo. Él, a su vez, con determinación y dedicación ha ido contagiando a cuantos congéneres le era posible, sin escatimar medios públicos ni argumentos falaces, con tergiversación de la verdad histórica y prostitución de la semántica. Pero, sobre todo, valiéndose de un antiespañolismo con frases como: “Los españoles sólo saben expoliar”, “Vergüenza es una palabra que los españoles hace años que han eliminado de su vocabulario” o “Evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714”. Respecto a esta última mentira, cabe aclarar que en la Guerra de Sucesión (no de Secesión), parte de esa región hispana apostó por el caballo perdedor (Carlos de Austria, en lugar de Felipe V) y ese error, por lo que se ve, aún no lo han superado algunos.
Este individuo de semblante e indumentaria gris, aunque ésta con un toque en forma de lazo amarillo, fue el elegido, dado su radicalismo y demostrado odio a España, por el prófugo presidente de la Generalidad para que le guardara el sillón -pero sin que osara ocupar su despacho- hasta su ensoñada vuelta como jefe de gobierno de la República Catalana (aspiración vana). El huido reparte su tiempo entre manifestaciones antiespañolas a los medios de comunicación extranjeros y el regusto que también le producen las kartoffeln de Berlín, las coles de Bruselas y los crêpes de Perpiñán. Por cierto, ciudad española ésta hasta 1659. A otra escapada, una tal Clara Ponsatí, escondida en Escocia, le debemos el uso perverso de la expresión “De Madrid, al Cielo” haciendo sorna de los fallecidos en la capital del Reino por causa de la epidemia. Cabe contestarle: “De Igualada, al Cielo”, por no decir “al Infierno”.
La actual situación de confinamiento, al menos está sirviendo para que el títere Torra deje de hacer viajes a Europa central -a costa del erario público regional- para reuniones estériles con su amo y suspenda la organización de las peregrinaciones con besamanos y besapiés al divino Puigdemont. Aprovecho para traducir y analizar este vocablo. Montedemonte, una redundancia y un pleonasmo acorde con la verborrea repetitiva de quien así se apellida.
El “mandao”, del “Madrid nos roba” ha pasado a exigir -precisamente a Madrid- que se cierren las fronteras de Cataluña, y como una prueba más de deslealtad propaga sus medias verdades en la BBC, intentando dañar la imagen de España y hacer llegar a la comunidad internacional su visión deformada de la realidad del momento, en el que la unidad contra el enemigo común es obligada.
Al infesto e infestado le deseo una total curación de su afección coronavírica, porque de la otra ni quiere curarse ni existe remedio. El destino, a veces cruel, a este antimonárquico visceral un bichito con corona lo ha puesto en cuarentena. Este periodo de aislamiento seguro que lo dedicará a seguir maquinando contra el Estado central, al que pertenece le guste o no. Espero haya hecho acopio de papèr higienic (no hace falta traducirlo), que sin duda necesitará para la diarrea mental que lo invade.
El Molt Nohonorable Torra al leer este retrato que le he hecho, lo encontrará feo, pero es que el original lo es. ¡Qué le vamos a hacer! La Naturaleza a veces engendra ejemplares como él.
El presente boceto literario también podía haberlo titulado “Quim Torra, entre dos Felipes”. El V metió en vereda a los levantiscos y el VI les ha señalado que el camino de la independencia no lleva a ninguna parte.
Un último consejo: Como ya sabemos que los virus se combaten con la gente encerrada y con mucha limpieza, apliquémoslo a la plaga del independentismo.
Juan Manuel Ballesta Gómez