Como tantas otras veces, amigos, a mi no me importa demasiado expresar públicamente mi opinión, sometiéndome voluntariamente a las críticas que puedan sobrevenirme, y en esta ocasión quiero criticar la dejación y falta de autoridad de nuestras autoridades. Y digo todo esto porque nunca he entendido que muchas de las personas que forman nuestra sociedad, califiquen, alegremente, de fascista o similar a aquel que es partidario de un ejercicio claro de la autoridad y de la aplicación de las leyes sin complejo alguno. Los mismos que protestan por el ruido de la fiesta del vecino dicen, en cambio, que hay que respetar los derechos de los que hacen botellón lejos de sus casas, claro.
Yo creo que deberíamos saber diferenciar entre la ley y la aplicación de la ley, porque en nuestro país, no existe pereza alguna en parir un cúmulo de leyes, algunas peregrinas y no necesarias, por parte de nuestro poder legislativo, aunque -todos lo sabemos- llegado el momento de su aplicación las cosas ya no son lo mismo, porque un porcentaje de leyes será de difícil aplicación, y el resto irán acompañadas de tanta parafernalia y tantas garantías procesales que parece que van encaminadas hacia la defensa de los culpables, y el principio de autoridad queda seriamente dañado a los ojos del ciudadano de a pie, y es al delincuente al que parece favorecer dicha ley, en lugar de a sus víctimas.
Pero yo creo que no se puede nadar y guardar la ropa, no se puede legislar alegremente y luego no aplicar la ley, añadiendo, además, un plus de dificultad al ya de por sí penoso y arriesgado trabajo de los cuerpos de Seguridad del Estado, que intentan actuar bajo estrictos criterios de legalidad, pero que se ven coartados o desilusionados tras sus arriesgadas intervenciones.
a Autoridad, en opinión de este servidor, debiera ser ejercida con decisión y firmeza, sin complejos, bajo el amparo de las leyes en vigor y en perfecta sintonía con quienes las administran, para que puedan cumplir su función al servicio de la sociedad sin ambages. Porque la carencia de Autoridad, lo único que ocasiona son graves consecuencias para esta anonadada y desnortada sociedad que se siente desprotegida y sometida, en esos casos, a la dictadura de unos pocos que son los transgresores de las normas de convivencia que nos hemos dado.
Antonio Poyatos Galián