Una mesa es una mesa,
no importa su utilidad
si con ella se consigue
aviesa finalidad.
Si “París vale una misa”,
que faltando a la verdad
dijo aquel rey en apuros,
a la Generalidad
vale tenerla contenta,
premiarle su deslealtad,
sentarla en la hispana mesa
en términos de igualdad…
¡Qué claudicación e infamia!
Qué insulto a la hispanidad,
negociar con sediciosos
y perder la dignidad
sentándolos inter pares
sin haber necesidad
para tales concesiones
si no es la complicidad
con los que odian a España,
desquebrajan su unidad
y desprestigian su nombre
en cada oportunidad
y titúlanse oprimidos
y faltos de libertad.
La frase “Madrid nos roba”
pronuncian con claridad
estos ases del chantaje,
con total impunidad.
*
¿Y para qué esos favores?
Para la continuidad
en presidir el Gobierno,
más la durabilidad
en ocupar La Moncloa
y ejercer la autoridad.
Pues ama mucho el Mystere,
como la banalidad
de sus discursos vacíos,
propios de su fatuidad,
y los muchos asesores
de tan escasa entidad,
y sus poses engoladas,
de notable indignidad,
por no hablar de la comparsa
que comenta su beldad,
y de todos los palmeros
que hacen prueba de lealtad
incluso de periodistas
de nula objetividad.
*
Yo también quiero una mesa,
que me alivie la ansiedad
que me produce el impuesto
sobre la electricidad.
Una mesa de diálogo,
que ante tanta adversidad
me permita desahogarme,
con la posibilidad
de, con los pies en la mesa,
con total hostilidad,
leerles este romance
en prueba de mi “amistad”.
Juan Manuel
Ballesta Gómez
(Ex fabricante
de mesas a medida)