¡Nunca logro estar lo suficientemente aislado!. A pesar de haber llevado mi relación con el exterior a los mínimos estrictamente necesarios, tengo demasiada conexión y no puedo evitar – aunque lo he intentado – dar mi opinión, manifestársela a aquellos pocos que me quedan como amigos y tratar de exponerles que, se quiera o no, todo lo que se viven es efecto de una causa.
Ahora estoy escuchando las noticias, algo que llega a resultar en determinados momentos bastante dañino por lo perverso de la situación en la que vivimos. Como persona que se precia de tener un pequeño bagaje de conocimientos, como jurista y como ciudadano, tengo que hacer un esfuerzo enorme para no vomitar al escuchar tanta mentira, tanta conseja, como se le llamaba antaño a los cuentos, patrañas y fábulas ridículas. Reina la falsedad, una falsedad continuada y permanente, o una inagotable cantidad de falsedades que proceden del mismo hontanar.
Desde la patraña mantenida sobre la necesidad de tener a la población recluida bajo el estado de alarma, defendiendo que es la única salida que permite controlar la epidemia con la ley en la mano, continuando por los permanentes embustes que se transmiten desde las comparecencias de miembros del gobierno o del Presidente Pedro el Grande y su Vicepresidente Iglesias, con la ocultación de quienes son los sabios maravillosos que conforman el comité de asesores que dicen mantener, y un largo etcétera que me cansaría de relatar: ¡Mentiras, mentiras aireadas sin el menor pudor y la mínima vergüenza, todo mentiras!.
Y junto a la mentira, la toma de decisiones premeditadamente dirigidas a la implantación de un régimen político bolivariano, un sistema totalitario que se va forjando y salta a la vista sin el menor tapujo por los sicofantes del gobierno de frente popular que alardean de gobernar por decreto y con el despotismo del que acusan a otros. Y junto a la mentira un estilo de hacer política chulesca y despectiva, también saltándose todos los frenos legales, marcada por el nepotismo… ¡Cada vez más cargos elegidos a dedo!
Todo dentro de un estado de cosas en el que se pregona y trata de vender como nunca ese nuevo orden mundial que empezó a materializarse con el fin de la II Guerra Mundial, hace ahora setenta y cinco años, con la invasión económica y “cultural” por llamarla de alguna forma, de los Estados Unidos en Europa, en esa media Europa no cedida al comunismo, y que se ha expandido por el planeta, un nuevo orden mundial en el que no hay ideologías sino apariencias, no hay política y la justicia se convierte en la segunda acepción del término dikaiosynê: “justificación”. El nuevo orden mundial se basa en la deificación de la economía y en el imperio de la tecnología. A ese nuevo orden mundial le debe convenir la existencia de países en devastación y desolación como la España de hoy, al igual que le conviene terminar de una vez con el mito de Europa, el frustrado proyecto de crear un Estado Europeo.
Desde hace años somos muchos los que hemos manifestado el peligro de la globalización y de la implantación de un imperio tecnocrático, la deshumanización del propio ser humano que ya vivimos, dominados por la tecnología, controlados por la tecnología… Un Imperio global que ha colonizado y exterminado las diversas culturas, ancestrales, milenarias, que habia en el mundo, en un tiempo récor, para imponer un pensamiento único y unos intereses únicos ante los cuales cualquier otro interés o pensamiento ha de claudicar, un sistema mundial que justifica atrocidades según quien las cometa pertenezca al orden o aún no ha sido “civilizado” según las reglas del juego. Es Justo lo que atiende a los intereses del orden en el momento preciso y determinado y es perseguible todo lo que pueda perturbar la visión imperial, y ha de ser promovido todo fenómeno perturbador que pueda llamar la atención y evitar la creación de un fenómeno alternativo al súper poder. Todo esto no está muy alejado del presente de España.
Ciertamente el fenómeno de promoción de la crispación, aquel deseo del ínclito Sr. Zapatero, ahora se consuma, y se aprovecha el hecho de una epidemia de mayor o menor intensidad porque conviene a un sistema que no debería de permanecer en el tiempo ni un minuto. Todo en, y desde, la ingobernabilidad de un país que nunca se pudo ver más fingido, mentido y devaluado y donde el Presidente Sánchez ha permitido que todo valga. Un Estado sin Parlamento, pues está amordazado, sin coherencia, que navega obliterado en sus instituciones y a cuyo mando, de facto, se ha situado un psicópata con delirios de grandeza que no puede llegar más lejos de lo que dan sus posibilidades, D. Pablo Iglesias, programado desde la infancia para asaltar el poder, con un nombre escogido para imitar a otro Pablo Iglesias que, por cierto, dejó mucho que desear, digan lo que digan. Uno, sólito ya en la visión de lo apreciable, lo creíble y hasta lo previsible a través del paso por la vida, no creyó que llegaríamos a tanto, aunque ya me lo advertían aquello de una generación que por haber sufrido el frente populismo, la guerra y el después de, ya vislumbraban en las postrimerías de sus días que esto iba muy mal…. Pablo Iglesias, su compañera sentimental, novia, madre de sus hijos, concubina o lo que se le quiera decir, pues ningún término es ofensivo, debe padecer un problema de salud mental serio y que debía de tratarse y que se constata desde la lectura, por ejemplo, de su tesis doctoral, una tesis de impecable factura y muy trabajada, no como las de otros que le rodean, y cuya “única” pega es que su tema es la algarada, la desestabilización y la programación revolucionaria de la toma de las calles, digna de su acción política: o por las buenas o por las malas. Pero el Sr. Iglesias no es ni Lenin, ni Trotsky, ni incluso puede pretender ser Stalin. ¡no da la talla!
El, con sus acólitos, con la destacada actuación del Sr. Echenique, maestro del insulto, la coacción y la manipulación, poseedor de una mala leche y un mal estilo que se puede comprender por complejos producidos por motivos obvios, presionan y ganan la partida a un Partido Socialista reintegrado a los tiempos de Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto Tuero bajo la dirección del discípulo de Rodríguez Zapatero, fuerzan la máquina de destrucción de lo que queda de España, pactan con tirios y troyanos para mantener poder. ¡Poder, poder, santo poder!. ¡Quién sabe si de un hipotético cambio forzado de régimen en Venezuela por acción de la célebre Comunidad Internacional, es decir los Estados Unidos de América y sus satélites, pondría en negro sobre blanco esa vinculación sospechada, intuida y casi aseverada de la financiación de Podemos con dinero de los oscuros manejos chavistas. Y no puedo olvidar a la lumbrera de Monedero, otro insultador contumaz que llega a tildar a los ciudadanos que se manifiestan contra el Gobierno de “hemofílicos”, despreciando y burlándose de quienes padecen una enfermedad seria, grave y no precisamente adquirida o contagiada por voluntad de quienes tienen la desgracia de padecerla.
Ya vemos agresiones en las calles, traiciones entre quienes juegan a ser el perejil en el plato, esos de Ciudadanos, un partido del que siempre desconfié. ¿Qué habrá detrás de los pactos de apoyo al estado de excepción? No he de creer que se hayan visto sorprendidos y engañados con el pacto con alevosía entre socialistas radicales, los tiranos del gobierno, los “podemitas” y la rama política del terrorismo vasco, Bildu, dirigida por el criminal convicto del Sr. Otegui, redimido por cumplir de forma más o menos regular su pena, pero condenado por terrorismo. Ya vemos que los antigubernamentales son carne de vigilancia del Ministerio del Interior, bueno y toda la ciudadanía bajo el estado de excepción, si de excepción, vuelvo a repetirlo porque este no es un estado de alarma… ¡Es peligroso sobresalir! Hay un personaje con apellido compuesto y pijo, de esos que a Echenique no les gusta, D. Fernando Grande Marlaska y Gómez, que vigila fiel, la voz de su amo, que se ocupa de que todos estén controlados por nuestro bien, naturalmente. ¡Ilustrísima Señoría!, ¿Cómo se puede pasar de ser un Juez admirado, querido por la inmensa mayoría de los estamentos que operan en la Justicia , a ser un esbirro de quien incumple la legalidad que usted tanto, y tan admirablemente, defendió, aun arriesgando la vida? ¿Qué le han dado para que opere en usted esta transformación?
Dos, tres Jueces en el gobierno que han olvidado que son Jueces y han dejado que su prestigio y su fama se disuelva al recibir esas malditas carteras negras y una silla en el Consejo de Ministros. ¿Vale la pena?. ¿Qué tiene el Poder?. Desde mi solipsismo no puedo de dejar de ver la incuria porque no puedo volver la cabeza ante el panorama… Justificar lo injustificable y echar la culpa a los otros es el mecanismo con el que en cada rueda de prensa salen los Ministros de rigor a contar mentiras, tralarán, que nadie cree, al igual que a nadie convencen los expertos, los comités de pretendidos sabios que el mago Fernando Simón, con su peculiar locuela pretende tener a los españoles al estricote, claro que porque la masa se lo permite. ¿Aprenderán algún día mis paisanos la diferencia que hay entre “pueblo” y masa numérica e informe?.
¿Cuánto ha de durar esto? ¡Sólo auguro que el camino por el que transitamos es, de entre los malos, el peor!. Un monárquico como yo, con convicciones que están lejos del Juancarlismo de antes y del Felipismo de ahora, que sigue convencido que la Corona de hoy no es su Monarquía, pues vivimos en la Monarquía que el general Franco quiso, reconvertida de mala manera por la famosa transición, y el resultado a la vista está, se pregunta, y a todo esto, ¿Qué hace el Rey?, que hace además de esas videoconferencias, inútiles y fuera de lugar. En su papel constitucional debería hacer algo: moderar, hacer pública su opinión y defender a la ciudadanía…. ¡Pero no!, aunque raro es el día en que no es noticia la elegancia y el buen vestir de la Reina Consorte o los líos de familia. Tener que darle la razón a mi difunto padre, republicano hasta la médula, rara avis en la familia, no me duele. El era anti borbónico visceralmente y siempre me decía: ¡ Yo no lo veré, pero a España empezó a desbarajustarla Felipe V, y terminará como el Rosario de la Aurora con Felipe VI! Y no se alegraba por respeto a las convicciones de quien estas líneas escribe y quien once años después de su muerte le da la razón, como se la doy a un portugués singular, monárquico hasta el tuétano: Fernando Pessoa, quien en los últimos meses de su existencia escribió una nota autobiográfica en la que afirmaba que a pesar de sus ideas, de haber un plebiscito el votaría, aunque con pena, por la República.
¿Qué decir más? Desde mi lenguaje rebuscado adrede veo mi Patria al desgaire sangrando ante la acción del puñal buido de las traiciones, los egoísmos y las locuras. ¡nadie me ha de escuchar ni hacer caso!. Sencillamente me pregunto ¿Qué he hecho yo para merecer estar castigado por esa situación?
Manuel Alba
22 de mayo de 2020