Siguiendo dando cuenta de mis reflexiones, les garantizo que Jesús no pretendía más que ser un buen judío y que en su historia oficial, canónica, se crearon toda una completa serie de falsedades por el hecho de bien servir al ya decadente Imperio Romano del siglo IV y la ignorancia, que pudo ser más bien una absoluta omisión intencionada, de la religión judaica, sus usos y rituales. Así nos podemos encontrar con alusiones a él llamándolo “el carpintero”. ¿Por qué no llamarle “el mago”?. El término hebreo “heresh” significa, al fin y al cabo, las dos cosas. El hecho de que fuese el primogénito de entre varios hermanos impone comprobaciones que llevan a analizar textos como los llamados Evangelios apócrifos, no admitidos por la Iglesia oficial y condenados definitivamente en el Concilio de Trento, y en uno de ellos, conocido como Hechos de Tomas, nos vamos a encontrar en su con una alusión a un hermano gemelo de Cristo, que había recibido “la enseñanza oculta” y “las instrucciones secretas” en el versículo 39. Tomás es gemelo con Jesús, conocido por su nombre: Judas y el apodo de Tomás, que es un término de origen romano, traducción de Thoma, o Theoma, que en arameo significa Gemelo, así se le conoció, como Judas Theoma, “el gemelo”, y habría de pasar a la Historia como el Apóstol incrédulo. El texto de Hechos de Tomas era conocido y aceptado antes del siglo V y el hecho de ser gemelo de Jesús, incluso se especulaba por parte de los menos crédulos de entre los cristianos con que el Jesús resucitado no es sino este hermano gemelo que incluso confunde a los dos Apóstoles con los que se encuentra camino de Emaús, Lucas 24,2,35.
Y para más abundamiento, en el versículo 50 de los “Hechos de Tomás” se dice: ”¡Ven oh santo poder del espíritu!.¡Ven, santa Paloma que das a luz a los dos gemelos!,¡Ven, oh Madre Oculta….!”.
Tomás no podía ser gemelo de Jesús en cuanto el problema teológico que generaba el ser hijo “unigénito de Dios”, por lo que oficialmente desaparece pronto de la escenografía evangélica, aunque existan esos “Hechos de Tomás” y aun un “Evangelio según Tomás”, dividido en citas que pretenden ser transcripciones textuales de las afirmaciones y revelaciones hechas por Jesús, y que se presenta de este modo: “He aquí las palabras secretas que Jesús el Viviente, ha dicho, y que ha escrito Dídimo Judas Tomás”. Didimio significa mellizo, luego Didimio Judas Tomás quiere decir el Mellizo Tomás Gemelo.
Estas frases, denominadas “logiones”, constituyen las 114 que constituyen el texto. Y voy a transcribir una muy curiosa, la última: Logión 114: “Simón Pedro le dijo: Que María salga de entre nosotros, porque las mujeres no son dignas de la Vida. Jesús dijo: He aquí que yo la guiaré fin de que ella se vuelva varón, para que venga a ser, también, un espíritu viviente semejante a vosotros, varones. Porque toda mujer que se haga varón entrará en el Reino de los cielos”. ¡No deja de ser clara y manifiesta la consideración que Jesús y los suyos tenían hacia las mujeres, según este texto fechado entre los años 140 y 150 y único conservado integro de los Manuscritos del Mar Muerto! Y como en tiempos de feminismo asfixiante se me puede refutar al modo habitual de las féminas integristas, señalo la edición de “Los Evangelios Apócrifos” de Pierre Crepón, editados por EDAF, 2ª edición, enero 2011. Y en el apócrifo “Evangelio de María Magdalena” nos encontraremos con iguales pronunciamientos , éste editado por ediciones Obelisco, 9ª edición, enero 2015.
¡Pero hay más!. Resultará que Simeón Pedro, Simón, también sería hermano de Jesús, y en Mateo,13,55, cita ya efectuada en el artículo anterior, como tal se le identifica como tal. Y quien le entrega es su sobrino, pues en Juan , 12, 4 se nos dice: “Uno de sus discípulos, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que habría de entregarle…” En definitiva, parece que Jesús no solo no fue hijo único, sino gemelo con Tomás, y primogénito de una familia bastante numerosa.
Cada vez que nos adentramos en los propios textos evangélicos canónicos nos vamos encontrando con mentiras, fantasías y contradicciones más numerosas, girando muchas de ellas en torno a la familia. Así, a la vez que Jesús, según Mateos16,18,19, nombra sucesor a Pedro, también entre los demás Apóstoles se discute y se pone en entredicho tan elección y quien de ellos era más importante después de Jesús, así se deduce de Mateo 18, 1 y muy especialmente según Marcos ,9,34, y de hecho el primer obispo de Jerusalén y cabeza de la organización tras la muerte de Jesús es su hermano Santiago. El propio Pedro es consciente que no es suyo en mando y en Hechos de los Apóstoles, nos encontraremos con muchas citas que lo evidencian. También comprobaremos que Pedro y Santiago asisten al primer sínodo en Jerusalén celebrado en el año 47, inaugurándolo y cerrándolo Santiago. Pedro no fue considerado jefe de la Iglesia nunca. En Mateo 22,8,12, en Juan 20,22,23, Hechos de los Apóstoles 5,29, o en la segunda carta de Pablo a los Corintios podemos comprobarlo, entre otras muchas más citas. Y a propósito de Pedro, este no estuvo jamás en Roma, ni murió allí.
Al final del sínodo del año 47, el Procurador Romano, Tiberio Alejandro ordenó apresar y crucificar a Pedro y a Santiago, acusados de ser instigadores de la revuelta de los judíos, y así lo narra Flavio Josefo en sus Antigüedades de los Judíos, libro XX , capítulo V, y lo podemos constatar en la página 330 del tomo III de esa obra, editorial CLIE, 1988. Por este motivo, desde el año 47 en adelante no se vuelve a saber de Pedro hasta esa supuesta persecución y crucifixión del año 67 en Roma. Todos los datos de ese viaje son referenciales, y cuentan que entre las décadas de los 40 o 50 Pedro llegó a Roma pero faltan referencias concretas y precisas de tal viaje y de lo que allí pudo hacer, máxime cuando en el año 47 indiscutiblemente estaba en el sínodo de Jerusalén, La verdad es que desde su muerte, junto a Santiago, por orden del Procurador de roma Tiberio Alejandro ese año mismo, hasta la muerte oficial 20 años después y en Roma, todo es una ficción.
Como ficción es la motivación de la entrega a los romanos por parte de Judas Iscariote de su tío Jesús. Judas, como se ha señalado, hijo de Pedro pudo tener una ambición personal para tal acción, pero no era de dinero sino de poder. Los otros hermanos de Jesús no tenían hijos y por otra parte, Jesús era considerado dentro de los sectores más radicales y antirromanos como Rey de los Judíos, y ciertamente era de estirpe real de la Casa de David, como todos sus hermanos, hacía que este Judas fuese, usando el lenguaje actual, el tercero en la línea sucesoria. Era ambicioso y llevaba una vida delincuencial era cosa sabida por todos, sobre todo en la familia. Estaba casado y tenía un hijo, y ambicionaba esa posición regia que la muerte de su tío y tal vez la de su padre, lo harían Rey de los Judíos. Y si esa fue su ambición, la mentira vuelve sobre su muerte pues según Mateo y los Hechos de los Apóstoles murió ahorcándose y abriéndose las entrañas, una acción más que improbable para una sola persona. Más bien hay que acudir a los comportamientos de una rama muy especial de los judíos, la de los zelotes, radicales, temerarios, sanguinarios y vengativos que, además, estaban empeñados en la labor de liberar Palestina del poder romano. Y todo el que se precie conocer algo de la historia judaica sabe que esa muerte con corte del abdomen y eventración era típica de las venganzas o ajusticiamientos practicadas por los zelotes. ¿Estoy diciendo que Jesús era zelote?. Seguramente si, y el caudillo de los mismos.
¡Las mentiras de los textos oficiales cristianos no tienen fin! Y ocultar ciertas cosas no parece compatible con el siglo XXI, ¡por ejemplo!, ¿Qué decir de la entrada del Mesías en Jerusalén?… cumpliendo naturalmente la profecía, esta vez de Zacarias, considerado por la Iglesia como uno de los “profetas menores”, quien nos da la fórmula protocolaria para hacer un Mesías: (Zacarias,9,9). “¡Oh hija de Sión! Regocíjate en gran manera, salta de júbilo. ¡Oh hija de Jerusalén he aquí que a ti viene tu rey; es justo y victorioso, viene pobre y montado en una asna y su pollino”. Si nos vamos a Mateo 21,1,11, nos encontramos el cumplimiento de la profecía porque Jesús manda a dos discípulos a una aldea a que le traigan una asna y su pollino.
Era fácil, pues lo demás caía por su propio peso de tal modo que quien en la Pascua apareciera en Jerusalén montado en burra con el pollino al lado ya tenía posibilidades de ser proclamado Mesías, y por eso no pasaban los sacerdotes del Templo. La historia nos cuenta que era común cada año que apareciese un Mesías” en burra y que tras un escarmiento lo mandaran de regreso a su pueblo, pero en esta ocasión fue distinto. ¿por qué?. ¡Volvamos a las costumbres judaicas, sus normas y sus ritos!: En Jerusalén, durante la Pascua, estaba totalmente prohibido portar armas, sicas, puñales, espadas, prohibición que no afectaba a Roma, pero Jesús entra con un grupo armado… lo de su pacifismo es una patraña que se desmonta fácilmente en Lucas 22,36: “…Pues ahora, prosiguió Jesús el que tiene bolsa, llévela, y también alforja; y el que no tiene espada, venda su túnica y cómprela” Su llegada a Jerusalén no es pacífica aunque por aquello de llegar a lomos de la burra se granjease al principio la simpatía de los piadosos, y en Lucas 22,49 nos encontramos con una pregunta que refuerza aún más la idea de un beligerante y exaltado grupo armado capitaneado por el propio Jesús: “Señor, ¿heriremos con la espada?”. El propio Jesús ya lo advirtió, y según Lucas, 12, 51 dijo: “¿Pensáis que he venido a poner paz sobre la tierra?. ¡No, sino separación. Así os lo declaro!”
El Rey de los Judíos ante el que su propia madre se postraba para pedirle lo que fuese , como señala Mateo 20,20, ordenaba, mandaba y dirigía a su entorno, una organización cuyos miembros no vivían mal, sino muy lejos de la indigencia. Su soberbia y su firmeza en la idea de que era el Rey que tenía que devolver su antiguo esplendor a Israel y liberarla de la opresión romana es compatible con la necesidad de hacer caja, recaudar fondos para mantener a los suyos y por ello el episodio narrado en Mateo, 21,10,13 sobre la expulsión brutal, furibunda y despiadada de los llamados “mercaderes del Templo”, requiere su examen. Jesús llega allí con una gran masa violenta venida de Jericó que se enfrentaría a los propios comerciantes y a las ropas de guardia del Templo, produciendo derramamiento de sangre y pillaje y tal vez con el objetivo de apoderarse del tesoro del Templo, algo que ya intentó antes que él un familiar suyo muy directo….del que después haré referencia. Poseedor de conocimientos “mágicos”, utiliza como elementos propagandísticos los llamados milagros, y pudo adquirir estos conocimientos en Egipto o de los Esenios, esos otros judíos de los que se separaron los zelotes como brazo armado. El cristianismo le ha dado extraordinaria credibilidad y trascendencia a esos milagros, olvidando en la medida que pudieron hacerlo que hubo otros que alcanzaron el conocimiento de alterar el curso de la Naturaleza y obrar milagros, por ejemplo el piadoso y virtuoso Apolonio de Tíana, que también realizaba prodigios maravillosos, incluso resucitando muertos, y que no tenía nada que ver en absoluto con Jesús y su gente. Apolonio fue, además, coetáneo del Rey de los Judíos, pues nació el año 4 si bien murió muy anciano en el año 97.
Faltan aún años, siglos tal vez, para que la verdad ilumine la tierra, aunque algunos, a riesgo de ser estigmatizados, nos vayamos acercando cada vez más a ella. Yo lo hago con los textos cristianos oficiales, canónicos, en la mano y no quiero ser agresivo. Pero no me resulta posible comulgar con piedras de molino, no puedo dejar de fijarme en detalles como cuando se lee en Mateo 22,21 sobre los tributos aquello de dad al Cesar lo que es del Cesar y Dios lo que es de Dios, cuando el Logión 100 del apócrifo evangelio según Tomás nos lo completa: “Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios lo que es de Dios, y lo que es mío dádmelo a mí”. ¿Qué era lo suyo, lo que le tenían que dar? ¿La parte del diezmo que exigía a los judíos para mantener su séquito y su tropa?, ¿la cantidad que exigía a los publicanos peajistas? Pues sí, eso era lo suyo, lo que creía que tenía derecho a pedir como Rey de los Judíos.
¿Y qué pensar de esas páginas que se conservan del evangelio apócrifo de María Magdalena, texto de las revelaciones de ese Jesús resucitado a aquella discípula, primera persona a la que se supone se le aparece?, especialmente me refiero a lo que en Mateo 5, 17 y siguientes, se dice “No penséis que yo he venido a abrogar la ley, ni los profetas: no he venido abrogarla sino a darle su cumplimiento”, etc… El folio 9 de esas páginas impone unas instrucciones: “No pongáis más preceptos que aquellos de los que fui testigo, no añadáis ninguna ley a las que da la Torah, no sea que seáis esclavizados por ella. Dicho esto partió”. ¿Qué quiere decirse con esto?,¿acso no confirma un radicalismo religioso, una exigencia de no cambiar nada, es decir todo lo contrario del oficialismo cristiano?
De ser un fenómeno local, Jesús se volvería un mito gracias a personajes como Pablo de Tarso, a la internacionalización de su movimiento tras la diáspora que supuso la destrucción de Jerusalén por Tito Flavio Vespasiano el año 70 y a fuerza de revoluciones, de erosionar las bases sociales más bajas de Roma contra las instituciones imperiales y de aliarse, al mismo tiempo con el poder. El Cristianismo se vería convertido en religión oficial y obligatoria de un Imperio Romano decadente tras el decreto de Teodosio de 27 de febrero del año 380 y aquel que no quiso ser sino Rey de los Judíos, igual que su padre, sería considerado indubitadamente Hijo de dios, y dios per se.
Quedan más cosas que poner de manifiesto, ¡será en otros artículos!
Manuel Alba