El tiempo actual parece un simulacro de permanentes malas noticias. Dios se olvidó de los hombres, parece ser que por motivos de estoicismo perecedero y tras esta pandemia del Coronavirus, viene lo de la invasión de Ucrania por los rusos…es como un bombazo inoportuno otra vez para la humanidad…
Nosotros nos encontramos en el centro de todo esto, con unos gobernantes que no se enteran de lo que está pasando y nos engañan día si y día también, lo que hace más grave nuestra preocupación y nuestra desesperación, ya que estamos situados entre un puñal que nos empuja al abismo y el abismo mismo que ya de por sí es otro puñal.
Decía el Maestro Unamuno que “no desesperes aún estando en las más sombrías aflicciones, pues de la nube más negra también sale agua clara y limpia”. Ciertamente, creo que ante los puñales ilícitos y prepotentes que nos circundan, siempre hay agua limpia, de esperanza.
Al final, amigos, es la sencillez lo que deberíamos medir, el sentido común, el valor de la honestidad, el bien para con las personas que nos envuelven allí donde dejamos huella… pero coexistimos con desesperación en manos de estos desgobiernos caóticos, y la rabia, y los puñales ensangrentados se nos clavan en lo más hondo de nuestra médula trascendental.
La guerra vuelve hoy a ser un recurso, según parece, aunque mañana será un crimen. Y de eso, pienso yo, debe ir la cosa: de edificar en vez de destruir, de mejorar lo ya construido para que funcione mejor, de encaminar las fuerzas hacia una fuerza común que nos permita vivir en un estado de bienestar global y permanente, de prosperidad adquirida a base de preparación y conocimientos, de servicio, de trabajo, de apretones de manos, de agilidad a la hora de regalar una frase de aliento o una sonrisa…
Porque por mucho que nos veamos desvalidos ante las circunstancias desfavorables, el único camino que nos llevará al estado de prosperidad al que estábamos acostumbrados, es el camino del respeto mutuo, del respeto a las normas con la cordialidad entre nosotros, remando todos en la misma dirección.
A este deseo se le llama Esperanza, que para eso quedó dentro de la Caja de Pandora. Lo contrario, ya lo estamos viendo sin querer enterarnos… y lo estamos padeciendo, aunque a buen seguro, volveremos a tropezar con las mismas seis o siete piedras, dado lo efímero de nuestra memoria
La unión, amigos, hace la fuerza, y la desunión que permitimos solo puede provocar caos, recesión, crisis de fe, y crisis moral y depresiva. Solo nos queda la esperanza, como digo, y el único camino hacia la esperanza es la propia esperanza. Al menos como yo lo veo.
Antonio Poyatos Galián.