Hoy me he propuesto desintoxicarme del procés, las elecciones catalanas, los que continúan en prisión o los que están en huida en Bruselas y como el juez Llarena con la retirada de las órdenes europeas de los llamados exiliados ha mandado al traste la estrategia del señor Puigdemont.
Con esta decisión el Tribunal Supremo evita cualquier riesgo que tenía que decidir sobre la euroorden la concediera solo sobre delitos leves, como el de desobediencia, y a don Carles no se le pudiera juzgar por otros temas de los que se le acusa.
Hoy no voy a hablar de cómo el PP se ha cargado la hucha de las pensiones, ni tampoco voy a abordar los casos de corrupción política. De cómo cada día nos desayunamos con un caso que agotado las letras del abecedario y nadie asume responsabilidades políticas.
Hoy , queridos lectores, si ustedes me lo permiten , voy a pasar del análisis y la crónica y vamos a dejarnos llevar por nuestra imaginación, a jugar con nuestras ideas y encontrar las palabras para expresarlas .¿Qué les parece? Espero que bien, al menos esa es mi intención y deseo.
Si queremos ser seres creativos y al mismo tiempo estimular a otros que lo sean, hemos de sumar en esta aventura y en esta fantasía de innovar, de encontrar nuevos caminos del conocimiento o el arte, hemos de cultivar nuestra sensibilidad y esa difícil facultad de permanecer en estado de receptividad.
También hemos de saber movernos y adaptarnos, ser originales y tener la capacidad de transformar, de analizar las situaciones, de abstraer y abstraernos, de ser capaz de sintetizar los conceptos más complejos y de organizarnos coherentemente, sabiendo expresar el máximo con el mínimo de medios y esfuerzos.
No podemos negar que vivimos cada vez más en una sociedad masificada y globalizada, que en la mayoría de las ocasiones nos despersonaliza aunque cada vez tengamos más amigos a través de las redes sociales.
Sumamos e imaginamos cuando somos capaces de buscar, ofrecer, acercarnos y al mismo tiempo sabemos acoger, recibir y comprender. De esta manera nos enriquecemos y renovamos y nos abrimos a múltiples posibilidades de realización.
Delante de nuestros ojos, hay ocasiones, en las que la realidad se construye, se forma, se hace y se deshace, se crea y se recrea, y mezclamos los elementos más inauditos e inesperados y vemos aparecer algo nuevo, donde creíamos que solo existía lo vulgar, lo gastado y lo caduco.
Aunque sostengamos que la ciencia está basada en hechos y conocimientos reales, objetivos y comprobados, sin el poder creativo de nuestra imaginación no hubiéramos realizado jamás ningún invento. A lo largo de toda la historia hemos tenido que reinventar una y otra vez nuevas formas de vida.
Uno de los campos en los que intentamos poner en juego al máximo nuestra imaginación es en las campañas publicitarias, en la creación de tópicos, en la imposición de formas de vida, de placeres y deseos, necesidades que se nos hacen urgentes bajo múltiples sugerencias.
Todo un mundo de mecanismos y maniobras que tiende a manejarnos y a convertirnos en dóciles espectadores y en pasivos actores de una historia que se desenvuelve al margen de nuestra iniciativa , y en la que acabamos no pintando nada y haciendo lo que nos ordenan o desde lo profundo y lo misterioso lo que nos sugieren.
Escapar a ese engranaje es la aspiración de muchos, revisar nuestras vidas por nuestra propia cuenta y ser los protagonistas que intervenimos en nuestros propio destino., abriendo nuevos cauces a nuestras inteligencias.
Ser capaces de desmitificar sin dejar vacíos, de destruir tópicos construyendo al mismo tiempo nuevas formas que se adapten a nuestras aspiraciones reales, de que penetremos en las verdaderas necesidades, de descubrir las injusticias que nos rodean bajo formas socialmente justificadas.
Con demasiada frecuencia utilizamos nuestra imaginación para evadirnos, lo que puede ser tremendamente positivo, renovador y eficaz, siempre que nos sometamos a una disciplina interior y llevarnos a crear formas plásticas, música, ritmo, danza o cualquier otra forma de arte.
Pero también la evasión en su camino por la irrealidad nos puede llevar a viajes irrealizables y proyectos imposibles, a un proceso que nos conduce a la frustración y la depresión. De ahí que nuestro objetivo ha de ser conseguir el equilibrio para que sumemos e imaginemos.
Juan Antonio Palacios Escobar