La horda independentista,
la hueste nacionalista,
la masa sindicalista,
la agrupación comunista
y el partido socialista
han dado con un lingüista,
izquierdoso e izquierdista,
que, con fama de alquimista,
regálales, altruista,
el vocablo ‘progresista’:
la fórmula magistral
(medicina cardinal);
el remedio principal
(para curar todo mal);
la panacea universal
(prodigio medicinal);
la piedra filosofal
(gran solución misterial);
la entelequia popular
(la perfección general);
el crecepelo local
(de la zona genital
y de la dermis anal)…
No importa si es: efectista
santo y seña; populista
palabreja habitual;
huera voz preferencial,
de substancia desprovista;
flatulencia estomacal;
gas del conducto rectal;
argumento de embrollista;
mera consigna trostkista
convertida en ritual;
tautología marxista
y estulticia proverbial.
Quieren constar en la lista,
llevar la marca gregal
de la clase progresista
y lucir en el ojal
una ‘P’ de progresista
y dar apoyo total
al programa progresista,
multiheterosexual,
de un Gobierno progresista.
Juan Manuel Ballesta Gómez
(Progresista pasional)