España acaba de plantear en las Naciones Unidas una propuesta a los gibraltareños muy sugestiva, que los gibraltareños, de plano rechazan. No se fían de los cantos de sirena y no se fían, en absoluto, del ministro José Manuel García Margallo después de ser el causante directo del sufrimiento de muchos ciudadanos, españoles, gibraltareños, turistas extranjeros de medio mundo, a los que las órdenes de García Margallo han hecho mucho daño, con horas y horas de colas a pie firme con lluvia, viento o mucho sol, y de hasta 8 y 9 horas retenidos dentro de un coche, sin poder moverse, oyendo a los niños pedir agua y comida o a los ancianos su necesidad de hacer pipi. Esas inhumanas colas de Margallo, ese empeño continuado de hacer daño a Gibraltar y a los gibraltareños, no se olvidan. No pueden olvidarse. Como tampoco la falta de seriedad de un Gobierno de España que anula los acuerdos (los de Córdoba) de otro gobierno anterior. Nadie se podría fiar de un Gobierno así, de un personaje así como García Margallo, que ha intentado tocar todas las teclas posibles para hacer daño a Gibraltar, para intentar torcer la voluntad de los gibraltareños, aún a costa de hacer mucho daño a las familias que conviven a uno y otro lado de la frontera, a los miles de trabajadores y a los miles de turistas alojados en la Costa del Sol que motivaron una enérgica protesta del responsable del turismo de la Junta de Andalucía, al que por cierto, el Ministerio de Margallo trató de asustar y amedrentar para que no expusiera su opinión en defensa del turismo, contraria a la política de dura presión y colas enormes y ciertamente inhumanas que han tenido lugar en la frontera con Gibraltar.
Ahora, en las Naciones Unidas, Margallo ha enviado a su ministro plenipotenciario una serie de propuestas muy sugestivas ciertamente, para que, como canto de sirena, los gibraltareños se rindan a los pies de Margallo con ese invento de la doble nacionalidad. Una propuesta que ya ha dejado de caer Margallo que sería durante un tiempo, antes de conseguir la total soberanía del Peñón. Algo que no cuela. El pueblo de Gibraltar sabe de promesas incumplidas, sabe de lo que ha pasado con los Acuerdos de Córdoba y ahora, que precisamente en esas nuevas y sugestivas propuestas planteadas en la ONU se quiere ofrecer el desarrollo conjunto del Aeropuerto, se recuerda que La Línea está esperando, desde los Acuerdos de Córdoba, que el Gobierno de España construya la Terminal Aeroportuaria de La Línea de la Concepción que se conecte, como está previsto y para ello se dejaron los huecos abiertos, con la suntuosa Terminal Internacional de Gibraltar, para utilizar una fórmula similar a la del aeropuerto suizo de Basilea que tiene salidas directas a Francia y Alemania o como el de Tijuana, por citar algunos de los muchos ejemplos de un mejor uso aeroportuario que hay por el mundo.
Margallo quiere utilizar ese dicho tan vulgar de prometer, prometer, hasta meter, para seducir a los gibraltareños.
Ni uno, traga. Es la actuación del ministro de Rajoy tan nefasta y dolorosa para los habitantes de Gibraltar que, ya, por mucho que diga, por mucho que prometa, por muchos ases que se saque de la manga, nadie lo tiene en cuenta.
Argumenta el embajador español en la ONU una serie de beneficios para Gibraltar y los gibraltareños, que no son ninguna dádiva generosa, sino un derecho. Y muchos se preguntan. Porque España quiere darnos algo que como ciudadanos del mundo nos pertenece. Y nos amenaza con quitárnoslos si no aceptamos su propuesta de caer en sus brazos?.
Todo esos beneficios que el embajador de Margallo promete en la ONU no deberían ser una dádiva generosa, sino un derecho del pueblo gibraltareño. Y por qué con la cosoberanía los va a tener y sin ella, no. Inconcebible.
Margallo que se ha atrevido a decir que la bandera española va a ondear pronto en Gibraltar, pensando que sus elucubraciones, sus propuestas pomposas y ciertamente sugestivas van a poner al pueblo de Gibraltar implorando a sus pies, se equivoca una vez más. Toda su política contra Gibraltar ha sido un fracaso estrepitoso y Boris Johnson le tuvo que decir, quita las manos del cuello de Gibraltar. Ahora, fracasado el estrangulamiento quiere rendir a Gibraltar. Ponerlo a sus pies, con promesas y promesas. Y amenazas veladas.
Pero no hay ni un gibraltareño que se fie. Con razón.
Carlos Duty