Cuando en nuestro país nos encontramos al inicio del curso escolar y estamos en un permanente discurso político cuyos protagonistas entre retóricas y palabrerías no son capaces de formar gobierno. El mundo nos exige con fuerza una oportunidad justa para cada niño.
No obstante hay datos y pronósticos que pueden parecernos increíbles porque en el sondeo del último Observatorio de la Cadena SER, que en el caso de que se celebrarán unas terceras elecciones, el PP sea el único partido que sube y el resto bajan resulta increíble, cuando además nueve de cada diez españoles, entre el hartazgo y el aburrimiento, rechazan una nueva convocatoria.
Las vidas y el futuro de nuestros más pequeños están en peligro en un planeta en el que todos en mayor o menor medida rinden culto al becerro de oro del dinero y el poder financiero , que tiene las manos libres para hacer lo que le venga en gana, mientras que la humanidad es cada vez más desigual.
Nuestros niños y niñas son víctimas de la hambruna, de las mayores carencias en los derechos más básicos como la salud y la educación, son niños y niñas de la guerra y utilizados por el terrorismo yihadistas, son explotados laboral y sexualmente.
A nivel mundial, los niños constituyen cerca de la mitad de los casi 900 millones de personas que viven con menos de 1,90 dólares por día. La situación actual es escandalosa y los grandes perjudicados que mueren todos los días en las migraciones, las guerras, las carencias y las enfermedades, que son explotados sexualmente son nuestros niños y niñas.
Por tanto no podemos estar inactivos, hay mucho por hacer y superar esta situación de enorme injusticia exige no soluciones técnicas y teóricas sino voluntad política por parte de los gobiernos y los organismos internacionales. Además no es una cuestión de bonitas palabras sino de dedicar recursos.
Si no actuamos ya, corremos el peligro de que el futuro sea para nuestros niños y niñas, una realidad sin esperanza. Así para 2030 en el que se cifra el plazo para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, tendríamos casi 70 millones que podrían morir antes de cumplir los cinco años.
Los niños del África Subsahariana tendrán 12 veces más probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años que los niños de los países de altos ingresos, además de que nueve de cada diez niños que vivan en una pobreza extrema lo harán en esta zona.
Más de 60 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria estarán sin escolarizar, prácticamente el mismo número de los que no van a la escuela hoy en día. De ellos más de la mitad vivirán también en esta zona de África y para colmo de males unas 750 millones de mujeres habrán contraído matrimonio siendo niñas aún.
Pero no pensemos que la pobreza afecta a los niños solo en los países, también los vemos en nuestras calles, las de los países desarrollados y ricos. Hoy en día en la Unión Europea hay 26 millones de niños en riesgo de pobreza y exclusión y la crisis ha agravado la situación sin hablar de aquellos que acompañando a sus familias y huyendo de las guerras llaman a nuestras puertas como refugiados y solo les ponemos concertinas, muros, barreras y fronteras infranqueables.
España es el cuarto país de la Unión Europea con más desigualdad infantil, detrás de Rumania, Bulgaria y Grecia. Más de un tercio de los niños españoles que vive en riesgo de pobreza o exclusión social pero sin embargo somos el país del club de los 27 que menos porcentaje del PIB dedicamos a las prestaciones monetarias para familias o infancia, un 0,5%, menos de un tercio de la media europea.
También estamos en el pelotón de cabeza en ser uno de los países que gastamos menos en protección social a los niños y sus familias, con el 1,4% del PIB frente al 2,3 % de la media comunitaria. Estas cifras han de mover las conciencias de la sociedad y las de nuestros líderes políticos para suscribir UN PACTO DE ESTADO POR LA INFANCIA Y CONTRA LA POBREZA, con suficiente dotación económica que propicie políticas horizontales e integrales.
No puede consentirse que cerca de un millón y medio de niños y niñas vivan en hogares en situación de pobreza severa y que de ellos alrededor de ochocientos mil no puedan desde comer en condiciones a tener una vivienda digna. No podrán entrar en ningunas de las redes sociales porque no tienen móviles y tendrán grandes dificultades para cubrir sus necesidades básicas.
Si queremos combatir la pobreza infantil habremos de tener una buena fotografía de la realidad, un diagnóstico certero basado en cifras reales y desgraciadamente solo la mitad de los países del mundo cuentan con datos que son la base para erradicarla.
Por tanto el futuro no puede ser más desesperanzador y tal vez si tuviéramos que sintetizar en imágenes; el porvenir que les espera a esos locos bajitos que diría Serrat y se incorporan a la vida con los ojos abiertos de par en par; escogeríamos tres.
La primera la de Alan, yaciendo muerto en la playa turística turca de Bodrum, solo tenía tres años y su hermano de cinco también pereció en el accidente. El segundo grito en imágenes es el de Oran Daqneesh de 5 años que en el interior de una ambulancia apareció limpiando su rostro empapado de sangre luego de un ataque aéreo de Alepo en Siria y que demuestra el horror de una guerra, como todas sin sentido.
Finalmente y sin que esto suponga que dejemos de ver a como la infancia nos remueven nuestras conciencias y nos denuncien lo mal que lo estamos haciendo, la voz del niño mejicano Cesar que en medio del Boulevard Adolfo López Mateos, una de las principales arterias de Celaya, se colocó frente a una manifestación de 11.000 personas contra el matrimonio homosexual y dijo que uno de sus tíos era gay y no le gustaba que lo odiaran.
Si no ponemos remedio a estas situaciones, nuestros niños del mundo seguirán gritando desde sus voces, desde sus miradas, desde sus gestos y desde sus silencios. La pregunta es ¿hasta cuándo los gobernantes y la sociedad en general lo va a seguir permitiendo?
Juan Antonio Palacios Escobar