Muchas veces recibo mensajes SMS de amigos o familiares, y como no me arme de paciencia, soy incapaz de interpretarlos, ya que parecen que vinieran encriptados. Como saben los que hayan leído algunos de mis artículos, soy un enamorado de nuestra lengua, de nuestras letras y de nuestra gramática, y yo, que escribo a mano la totalidad de mis artículos y poemas, no entiendo muy bien como hoy la práctica totalidad del personal no escribe nada sobre sus sentimientos, sobre sus experiencias, sobre sus frustraciones
y eso se escribe a mano, a botepronto
y los jóvenes de hoy no saben escribir a mano, pienso yo, porque desde la escuela solo han escrito sobre las teclas del ordenador o del teléfono móvil, que en la mayoría de los casos, corrigen de forma automática las seguras faltas de ortografía, con lo que el esfuerzo mental para el conocimiento de la gramática de nuestra lengua es cada vez menor, y así nos va.
Contra esa situación agonizante de la costumbre de escribir de puño y letra, leí hace poco un estudio sobre el tema, que dice que el 68% de los adultos no han escrito nada a mano en los últimos 10 meses anteriores al estudio en cuestión. El estudio ha pasado desapercibido para la práctica totalidad del personal, también del personal que dirige la ciencia y la curtura en este país, que pasan olímpicamente del tema, lo cual encabrona sobremanera a este servidor. Y en el futuro, digo yo, puede que no escribamos nada a mano, ya que hay aparatos inteligentes -ordenadores, teléfonos móviles y similares-, que reconocen la voz humana y solo tienes que dictarles de viva voz y ellos lo interpretan como texto, por lo que ya ni siquiera será necesario el uso del teclado para plasmar nuestros pensamientos o nuestras comunicaciones con los demás.
¿Qué será -me pregunto- de una civilización que no escriba? ¿Volveremos al neardentalismo de los gestos y gruñidos guturales para nuestra comunicación con los demás? ¿Cómo transmitiremos nuestros conocimientos, nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras ilusiones, nuestros proyectos o nuestras preocupaciones? No me digan que no es preocupante, aunque, bien mirado, quizá el problema mayor del futuro no sea para muchos individuos el hecho de perder la costumbre y el conocimiento de escribir. Quizá el problema mayor, y el más trágico, sea perder el hábito de pensar
Antonio Poyatos Galián