Las horas van pasando entre ultimátum y ultimátum, plazos, amenazas, requerimientos el conflicto ya ha estallado y sus consecuencias son imprevisibles, a pesar de las garantías que se pretendan dar. Las razones las he expuesto en diversas ocasiones, aunque nunca pretendí convencer a nadie porque, evidentemente, carezco de esa credibilidad que se le otorga a quienes la sociedad unge con la fama o el prestigio. Desde hace años, donde pude hablar, donde pude opinar, donde pude publicar, desde mi humilde lugar en la nada, tuve el atrevimiento de advertir que se estaba alimentando a un terrible monstruo, que se estaba echando carbón a la hoguera, que España se estaba suicidando. ¡Como se han reído de mi personas de la vida política, empresarial y social con las que hubo un tiempo que mantuve cercanía!.
En las horas presentes contemplo sin que nada me sorprenda como se desarrolla lo que no es sino el resultado natural y consecuente de un proceso que empezó hace ya muchas décadas, desde el día en que comenzó el cambalache fenicio del do u des, el trueque, del chantaje, y que no ha de acabar hasta que no se zanje la cuestión como se han de resolver estos asuntos, aunque en un mundo de hipócrita moral y de ética farisaica estén proscritas las palabras tabúes. ¡Lo lamento, pero este sainete con tintes dantescos solo puede acabar por las malas!
¿Artículo 155 de la Constitución? ¡Vale!, pero para los otros ya no hay autonomía, ni ellos son autoridades, no hay Parlamento autónomo, no hay legitimidad, allí, en las provincias catalanas nada de eso existe porque lo que fue la mayoría parlamentaria hizo saltar por los aires la legalidad al infringir el Ordenamiento Jurídico, ¿Hay propiamente, legalmente, ateniéndonos a la Constitución Española y al Estatuto de Autonomía de Cataluña de Cataluña una Región Autónoma legalmente constituida formal y orgánicamente a la que aplicar el artículo 155 o una situación de anarquía institucional y abandono a la que aplicar el artículo 116, 4? Seguramente estaré equivocado, como siempre , pero no veo que después de aprobar esas extravagancias ilegales que han llamado leyes, y hacer esa patochada que insisten en llamar referéndum, Carlos Puigdemont no es presidente de ningún gobierno autonómico y en Cataluña no hay Parlamento y allí no hay ya autoridad alguna por autoexclusión.
Contemplo las sesiones del Congreso de los Diputados y veo a una serie de personajes que me gustaría que me hicieran reír pero me resultan payasos tristes y me dan pena pienso en quienes les votan ¿Cómo serán? . ¿Se parecerán a esas gentes que aplauden y vociferan a cierto conductor de un país de América del Sur que un día fue próspero y hoy es una piltrafa?. Por un lado me resultan entrañables, porque me recuerdan a mis antiguos compañeros del Instituto San Isidoro de Sevilla a principios de los setenta, con sus vaqueros, sus cartelitos y sus inocentes impertinencias, el Josemanuel, el Mario ¡que antigüedad!, pero por otro lado, esa propia antigüedad me espanta porque están anclados en el pasado, en un ayer afortunadamente superado y por mucho que se crean progresistas, esas tácticas populacheras y el recurso de ¡ la calle es mía!, no trae buenas consecuencias. Pero lo peor es que en el Congreso eso de los cartelitos, los numeritos teatrales y los cortes de manga demuestran un estilo que da mucho que pensar a la ciudadanía ¡Y veo a otros que no me explico que hacen allí! ¿No se han declarado desconectados?, ¡pues sean consecuentes!, ¿o es que se quedan por si acaso ?
Todo es muy surrealista, yo mismo me siento así en el fondo la vida es realmente irreal La mía lo es, por lo menos, y me voy dando cuenta que han pasado los años y con ellos la gente a mi alrededor, sin que la esencia de las cosas haya sufrido grandes alteraciones, sin que los esquemas estructurales y los mecanismos de reacción ante los conflictos hayan sufrido grandes transformaciones en todo este tiempo: siempre ha sido igual: Siempre se han vivido los problemas con una total ajenidad en la sociedad cuando se han suscitado y solo cuando el conflicto ha estallado y la crisis se ha producido se ha empezado a reaccionas, como está ocurriendo ahora con la traición catalana.
¡Es ahora cuando la preocupación se empieza a sentirse en la calle!. Una preocupación tardía, ¡tan española!, tan propia del hombre masa que nos dibujara aquel universal madrileño, hoy tan pisoteado por la modernidad, que fuera D. José Ortega y Gasset, tan característica de aquel del que aquel paisano mío, sevillano huido como yo de una tierra imposible, figuraba como taciturno, hipocondríaco, aquel que no era de ayer, ni de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana, ni fruto maduro, ni podrido, fruta vana de aquella España que paso sin haber sido, y que hoy, como yo, tiene la cabeza cana Tenía la cabeza cana en tiempos de D. Antonio Machado la tiene hoy en los días de mi presente generación tras generación, nos vamos sucediendo los españoles encanecidos, bostezando porque al cabo la política resulta tedioso asunto, y es cosa de políticos que para eso cobran. Y con esas cabezas canas se enfrenta España, las Españas, las dos, las tres, las veinticinco, las que sean, porque ya no sé cuantas Españas hay, de verdad, perdí la cuenta, al mayor desafío de su historia en un estado de desgaste y con una sociedad apática.
Cansado, muy cansado, comienzo a sentirme viejo con la segunda inocencia de empezar en no creer en nada, como Machado, y tal vez vencido como León Felipe cuando pedía a Don Quijote que le hiciese un sitio en su montura, me cuesta trabajo. Me fatiga contemplar tanto nadar y guardar la ropa, tanto paño caliente, tanto enmascarar de prudencia lo que no es más que un cálculo interesado, anteponiendo los intereses personales y partidistas a la necesidad extrema de salvar la integridad de la Patria. ¿Qué es eso de aplicación moderada del artículo 155?, ¿qué es eso de aplicar un precepto constitucional de un modo tenue y suave para no ofender mucho a quienes atacan sin piedad a España?, ¿ cómo es explicable que no se haya previsto dar contenido a ese artículo a pesar de haber pasado ya tanto tiempo bajo el fuego de la amenaza independentista? Unidos en débil pacto coyuntural los partidos que comúnmente se despedazan en el diario acontecer lo justifican en razones de prudente habilidad, y es digno de ser oído el coro de los gubernamentales alabando la sabiduría, la templanza y la ingeniosa mesura de su líder que demuestra una tolerante disposición en estas horas que quien estas torpes líneas se atreve a escribir lo entiende sino una muestra más de debilidad y peligrosa torpeza.
Seré muy radical, como me echan en cara los politiquillos de salón arrimadores de sardinas al ascua que más caliente que por todas las esquinas van surgiendo, pero en vez de hacer tanto alarde de triunfalismo tal vez debería de ejercerse la autocrítica más rotunda, porque la hoja de ruta de los independentistas se cumplió, de modo chapucero, ilegal, desvergonzado, desafiando al estado, burlándose de los españoles los promotores de tamaño despropósito no solo campan a sus anchas sino que siguen siendo interlocutores de las autoridades legítimas del Estado y se les sigue tratando como tales, olvidado que la autoridad que se aparta de la Ley deja de ser autoridad y además se pretende aplicar la Ley, el famoso artículo 155 de la Constitución y no otro, más rotundo, más apropiado y más acorde con los acontecimientos, aplicárselo pero casi pidiendo perdón, casi con vergüenza, de una forma tenue, benévola, dando oportunidades, como, por ejemplo, la posibilidad de que convoquen elecciones quienes no son ya nadie, por opción propia, porque no lo son y porque así lo han querido ellos y ni el gobierno ni la oposición se quieren enterar. Si convocan elecciones ya no hay aplicación del famoso articulito . ¡Otra vez, como siempre, la España que pasó sin haber sido, la de Machado!.
No se cortó a tiempo la infección, y desde la gloriosa transición, ¡santa ella!, se fue engordando el cochinito, siguiendo la tradición franquista. Frente a las presiones y los chantajes, o a las necesidades de apoyos coyunturales, los gobiernos del Estado han resuelto los conflictos a base de talonario . Y ahora que la sociedad se ha empezado a inquietar llega el momento de enfrentarse a la cruda realidad . Ellos siguen hacia adelante y deben calcular que la debilidad del Estado es la suficiente como para no llegar al extremo al que se puede llegar. Amenazan con sacar la gente a la calle, cosa evidente e imparable, pues nos enfrentamos a una revolución, y la ocupación violenta de los espacios públicos se va a realizar no solo en Cataluña sino en toda España pues cuentan ya con el impagable apoyo de los llamados antisistema, deseosos siempre de aportar su contribución siempre constructiva y positiva a la convivencia social, hasta que llegue el día en que se convenza la ciudadanía de que hay que pararles los pies. Esa revolución va a contar con un apoyo logístico y la más que posible acción directa de una buena parte de la policía autónoma, que está equipada con el armamento y material avanzado, pagado por todos los españoles, como es lógico y natural, y cuya fidelidad al Estado y a la Constitución estaba garantizada, según se proclamaba desde el gobierno de la Nación hace muy poco tiempo, con la acción de las bandas radicales que se han ido entrenando hasta ahora con sabotajes a los intereses turísticos y que se han lucido en las jornadas de primeros de octubre ¡Va a haber violencia, y mucha! ¿Pretenderá la coalición tripartita provisional contrarrestar la que se viene encima equipando a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, de momento, porque tendrán que intervenir otras fuerzas hasta ahora innombrables, con equipos lanzadores de caramelos de menta y limón y mantecados de Estepa? ¡Razón y más que razón tuvo Azaña, y bien apuntado lo dejó , y no voy a repetirlo!. Y más de uno ha de darme hoy la razón que no me dio cuando glosé las palabras iracundas y venenosas de D. Francisco de Quevedo
Si, decididamente, empiezo a sentirme viejo, y más si repaso lecturas como estas: No es España un organismo administrativo o político administrativo. Es un hecho histórico sólido. Es un conjunto de interrelaciones humanas y de vivencias colectivas, no solamente individuales sino colectivas, comunes, de todo tipo. Por lo tanto es lo que yo he dado en llamar una realidad entrañable. No una realidad libresca ni una realidad administrativa. Párrafo del texto de una conferencia titulada La hora del diálogo sin reservas, pronunciada por Jorge Pujol, Presidente de Cataluña, en Sevilla el 21 de octubre de 1.996 y que la Generalidad de Cataluña recogió junto con otras dos en un volumen bajo el título Ante un nuevo ciclo histórico ¡España un hecho histórico sólido, entrañable!.
Desde ese papel que asumo de ser eso, ¡nadie!, he perdido hasta la curiosidad por saber cuál ha de ser el resultado final de todo este cúmulo de sinrazones y errores, pasiones desatadas, ambiciones desbocadas y chulerías sin barreras, si será malo, terrible o catastrófico, porque bueno no ha de ser. De cualquier modo, debería servir para que la ciudadanía despertara y se replantease si el sistema que cree que resulta tan perfecto lo es en realidad o, tal vez, a lo mejor es el peor de los posibles, y en cualquier caso, si no ha llegado ya la hora de provocar la catarsis necesaria y forzar la rendición de cuentas de quienes no son ni aptos ni dignos representantes de la sociedad, capaces de ejercer el poder y gobernar la Nación.
Manuel Alba