Este domingo nos hemos dado una vuelta por la zona de La Almoraima. Llega un momento, cuando te vas acercando que parece que estás entrando en otro mundo. Y allí en medio de una impresionante zona de Alcornocales, aparece imponente y dominando la Casa-Convento de La Almoraima, ubicada dentro del término municipal de Castellar de la Frontera.
Las primeras noticias sobre La Almoraima se refieren a la torre de ese nombre, edificada por los andalusíes, que se levanta en la cumbre de una colina, muy cerca del río Guadarranque y del inicio del camino que asciende hasta la villa fortaleza de Castellar.
Según una tradición, el término Almoraima procede de la palabra árabe almojarifazgo, ya que en la torre de La Almoraima se cobraban los impuestos de montazgo a los que cruzaban el término con ganados.
En 1526, don Juan de Saavedra, primer Conde de Castellar, mandó edificar una ermita a una legua y media de Castellar, junto al viejo camino que conducía a la fortaleza
El convento es un edificio de dos plantas y forma cuadrangular, con un patio central y en medio del mismo una fuente de mármol, rodeado de precioso pórtico. Hoy es un precioso hotel rural.(Desgraciadamente, prácticamente desconocido).
El ala norte del Convento de La Almoraima está ocupada en su totalidad por la iglesia, que se comunica con el claustro a través de una puerta.
La iglesia es de planta rectangular sencilla y cubierta de bóvedas, en mitad de la pared izquierda, está la capilla-crucero del Santo Cristo de La Almoraima, con su retablo barroco.
Estas miles de hectáreas de la Almoraima pertenecen al Parque Natural de Los Alcornocales y, por tanto, a la Reserva Intercontinental de la Biosfera del mediterráneo Andalucía-Marruecos.
En definitiva, que no sabemos lo que tenemos. Este es uno de los grandes monumentos de nuestra Reserva de la Biosfera junto con el Conjunto arqueológico de Baelo Claudia, el Bosque de Niebla de Pelayo, la ensenada de getares, las cuencas del Palmones y del Guadiaro.
Nada de esto se ha promocionado en Fitur. O no sabemos, o no queremos saber lo que tenemos. La inmensidad de esta comarca es extraordinaria pero tenemos que ser nosotros los primeros en creérnoslo. Y esa debería ser nuestra MARCA: RESERVA INTERCONTINENTAL DE LA BIOSFERA.
Patricio González