La gesta de “Los últimos de Filipinas” que se ha llevado al cine y que narra como una guarnición española en Baler resistió ante el ejército nacionalista filipino, a pesar de que ya hacía meses que se habían firmado las capitulaciones y ya no había guerra, noticia que no había llegado al destacamento que resistió heroicamente.
La posesión española de las Islas Filipinas hizo posible aquella frase de que “en España, nunca se ponía el sol”. Pero los problemas internos en Madrid deterioraron la situación y España perdió Cuba y perdió las Filipinas, comenzando la independencia de muchos países americanos, que se independizaron, como México donde desde el campanario de la iglesia de Guanajuato se lanzó el grito rebelde que acabó con la presencia española.
Otros muchos ejemplos de independencia se dieron en la América latina y así, España, perdió su imperio.
Pero conviene resaltar como en la lejana Filipinas el sentimiento antiespañol creció de forma fulgurante por todas las islas, donde el guerrero nativo Lapu Lapu arengaba en la isla de Cebú y en Zamboanga y otras islas contra el imperio español. En la ciudad de Intramuros que es como el casco antiguo de Manila, con la iglesia de San Luis copia exacta de la de cualquier ciudad de Castilla, el Museo Rizal recoge duros testimonios contra España.
José Rizal fue un poeta filipino que se rebeló contra España y las autoridades y el Gobierno de la España de entonces, castigándole duramente lo convirtió en un héroe, adorado por el pueblo, a pesar de que Rizal fue vejado, encadenado, trasladado a las cárceles en la España continental y confinado en mazmorras que, lejos de hacerle cambiar sus ideas, lo alentaban más para la lucha contra el Gobierno de España y su sufrimiento se propagaba por las islas.
Consideran los analistas, que ese castigo duro a Rizal fue el que encendió la mecha en la rebelión independentista contra España que rápidamente corrió de isla en isla. Esa táctica equivocada del palo y el castigo, de la falta de visión, de esa mano dura que a algunos políticos tanto gusta, fue la que realmente hizo que se perdieran las Filipinas. Y mientras que otros imperios se iban, pero se quedaban y fundaban la Comonwealth para seguir manteniendo lazos e influencia, los regentes españoles de entonces optaban por el palo y tente tieso. Esa, dicen fue la causa de que perdiéramos las filipinas, donde siguen los apellidos españoles, pero apenas si se habla el español, ya que el sentimiento antiespañol creció hasta aborrecerlo.
En esa lucha independentista, los soldados españoles, un tanto abandonados desde la metrópoli, poco podían hacer. Y lucharon hasta que llegaron las capitulaciones y se firmó el fin de las hostilidades que nada bueno traían a España, incapaz de enfrentarse al independentismo que, teniendo a José Rizal como mártir y enseña en la pelea contra el español encendía los ánimos del pueblo filipino, deseoso de erradicar la presencia de España y exacerbando el sentimiento nacionalista más y más.
Las capitulaciones no llegaron a la posición española de Baler, donde se encontraba el teniente médico natural de la ciudad de Marbella, Rogelio Vigil de Quiñones. Con valentía y arrojo la pequeña guarnición seguía luchando cuando ya todo estaba perdido. Pero ellos no lo creían así. Y mantuvieron un heroico sitio, cada vez más debilitados y abandonados por la metropoli. Eran soldados de España con honor que querían defender con valentía su bandera, hasta derramar su última gota de sangre, si fuese necesario.
Ese gesto noble fue admirado por los filipinos y cuando ya, por fin, llegaron las noticias de las capitulaciones a la pequeña posición y de que no había guerra, los españoles defensores de Baler, los “últimos de Filipinas” abandonaron el derruido fuerte de regreso rumbo a España, con la mayor dignidad y honor.
Los filipinos que la habían estado asediando, disparando y matando durante meses, les hicieron una guardia de honor para despedirlos.
Entre los valientes defensores de Baler, estaba el teniente médico Vigil de Quiñones a quien Marbella no olvida y no solo puso su nombre a uno de sus parques más emblemáticos, sino que estos días ha depositado con honores militares, una corona de laurel en la casa donde nació, próxima la Plaza de los Naranjos.
Y es que Marbella ha rendido así homenaje a Rogelio Vigil de Quiñones, uno de los héroes del sitio de Baler en Filipinas, con un acto celebrado frente a la casa donde vivió el médico que ha contado con la asistencia del teniente de alcalde, Félix Romero, y otros miembros del equipo de Gobierno en funciones, y en el que ha participado el IV Tercio de la Legión de Ronda, con una representación de Marina, Guardia Civil, Policía Nacional y Local junto con veteranos de la milicia y oficiales del Ejército de Tierra.
En su discurso, Félix Romero ha señalado que “Vigil de Quiñones es uno de los ciudadanos más ilustres que ha dado Marbella y protagonista de uno de los hechos más gloriosos de las armas españolas en los últimos siglos, por lo que es de justicia reconocer su figura” y ha subrayado que “hay que poner en valor la memoria del municipio y que personas que han contribuido a engrandecer el nombre de Marbella no caigan en el olvido”.
Por su parte, el coronel jefe del IV Tercio de la Legión de Ronda, Francisco García, ha explicado que “es un acto que se enmarca en la celebración de los 120 años de la capitulación de Baler que está impulsando el Ejército” y ha resaltado que “es un privilegio rendir homenaje a una gesta tan relevante y a uno de sus grandes héroes, el marbellero Vigil de Quiñones”.
El capellán militar de La Legión pronunció un responso y el vecindario aplaudió el acto.