Discurso del Ministro Principal en el Comité de los 24 de Naciones Unidas en Nueva York
Gibraltar, 17 de junio de 2019
Señora Presidenta:
Permítame empezar transmitiéndole mi más sincera enhorabuena por su nombramiento como Presidenta de este importante Comité[1].
Hace ochenta años, cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, los gibraltareños prestaron sus servicios de forma voluntaria para formar la Fuerza de Defensa de Gibraltar (Gibraltar Defence Force).
Hace setenta y cinco años, a medida que esa Guerra tocaba a su fin, los gibraltareños también participaron en las operaciones del Día D.
Desde el primer momento, aquellos soldados gibraltareños contaban con las mismas aptitudes clave —valor, coraje y determinación— que presentan sus sucesores que actualmente sirven en el Real Regimiento de Gibraltar (Royal Gibraltar Regiment), cuya corbata llevo con orgullo hoy.
Hace casi exactamente cincuenta años, el régimen fascista del General Franco cerró la frontera entre Gibraltar y España.
Su estrategia era aislar Gibraltar física y económicamente.
El último asedio al Peñón empezó días después de que nuestra Constitución de 1969 entrara en vigor.
El asedio de Franco estaba concebido para asfixiarnos en todos los sentidos.
Para que nos rindiéramos arrodillados.
La predicción del Gobierno español era que Gibraltar “caería como una fruta madura”.
Al adoptar una medida de tal barbarie, el General Franco demostró que nada le importaban los aspectos humanos del cierre.
Las familias fueron literalmente separadas.
Se rompieron con crueldad los corazones de las madres y los padres cuando se les dijo que no podrían ver más a sus hijos o hijas que vivían al otro lado de la frontera.
Las familias derramaron lágrimas durante años, dado que esta separación forzosa les mantenía alejadas del cariño de sus familiares cercanos que vivían tan solo a un kilómetro o dos de distancia.
Habida cuenta de que también se cortaron todas las comunicaciones, se mantenía el contacto únicamente gritando las novedades a los familiares a través de una tierra de nadie de 100 metros y a través del programa de dedicatorias de Radio Gibraltar.
Incluso nos quedamos sin oxígeno para nuestros pacientes hospitalarios.
La gente perdió su trabajo.
Miles de personas de ambos lados de la frontera tuvieron que abandonar sus familias para emigrar y buscar trabajo.
Se produjo una diáspora de personas que ya nunca volverán a casa.
Esto era lo que el General Franco y su ministro de exteriores, el señor Castiella, estaban dispuestos a hacer para obligarnos a ceder nuestra tierra.
Nuestro precioso Peñón.
De hecho, Señora Presidenta, es importante que los miembros aquí presentes sean conscientes de que las Resoluciones de la Asamblea General a las que los distinguidos representante de España hacen referencia constantemente en sus intervenciones ante este Comité se adoptaron tras una intensa labor de lobbying por parte del mismo Gobierno fascista de Madrid[2].
Estas deben analizarse bajo este prisma. No constituyen motivo de orgullo. Y el cierre de la frontera fue solo otro movimiento táctico por su parte para obligarnos a rendirnos. Pero no nos doblegamos a su voluntad.
A pesar de la asfixia económica que debía ser la clave para nuestra rendición, nos pusimos a trabajar. Nos sacrificamos.
Nos beneficiamos de la amistad y apoyo de nuestros vecinos de Marruecos.
Contamos con el apoyo incondicional del Reino Unido.
Durante trece años, la frontera se mantuvo cerrada incluso después de la muerte del dictador.
No nos convertimos en esa fruta madura.
Y no caímos.
No nos rendimos ni sucumbimos.
Y ahora ha pasado medio siglo.
Pueden comprobar ustedes mismos el rotundo fracaso que ha supuesto el último medio siglo para aquellos que buscaron subyugar al pueblo de Gibraltar. Franco fracasó. Se topó con los gibraltareños y perdió.
Y todos los que lo han intentado tras él han fracasado.
Lo único que atrajeron sus puertas de acero fue el óxido.
El último asedio de Gibraltar forjó la inquebrantable voluntad del pueblo del Peñón.
Selló nuestra identidad separada y distinta. Dio forma a nuestra realidad moderna. Ahora, cualquiera que intente nuestra asfixia económica o nuestra subyugación forzada sabe que también fracasará.
Porque, si bien nunca rechazaremos la amistad o la cooperación, siempre defenderemos nuestro derecho a determinar el futuro de nuestra tierra.
Ahora, después de cincuenta años, no solo nos mantenemos de pie. Estamos creciendo. Estamos avanzando. Somos prósperos. Brindamos 15.000 puestos de trabajo a los trabajadores transfronterizos, la mayoría de los cuales son españoles.
Cuánta razón, Señora Presidenta, tenía Martin Luther King al señalar que “el arco del universo moral es amplio, pero se inclina hacia el lado de la justicia”.
Para hacer justicia en nuestro caso, Señora Presidenta, una vez más insto al Comité a mandar una misión de visita a Gibraltar. Que venga y vea nuestro hogar por sí misma. Y para hacer justicia y eliminarnos por fin de su lista. Esta Comité ha insistido en que mientras siga existiendo un territorio en la lista, la erradicación del colonialismo no habrá concluido. Aunque seamos los últimos, llegará el día en que ocupemos el lugar que nos corresponde en la familia de naciones.
Cuando llegue ese día, confiamos en que sea con el apoyo de España como vecino amigo.
Por ahora, Señora Presidenta, a medida que nos preparamos a regañadientes para abandonar la Unión Europea con el Reino Unido, hemos aprovechado la oportunidad para dialogar con España de cara a alcanzar acuerdos prácticos de cooperación.
Estos abordan los ámbitos donde históricamente ha habido desacuerdo e irritación mutua que deseamos resolver a través del diálogo y la cooperación.
Esperamos que la victoria del Partido Socialista en las recientes elecciones en España nos permita retomar un diálogo respetuoso y mutuamente beneficioso.
Ya hemos celebrado un Tratado Fiscal con España. Ello demuestra algo en lo que siempre hemos insistido: que somos totalmente transparentes en los asuntos tributarios.
En el Tratado Fiscal, España reconoce nuestra legislación tributaria distinta y, por tanto, la capacidad legislativa de nuestro Parlamento.
Asimismo, España reconoce nuestras autoridades fiscales distintas e independientes como órganos totalmente independientes de las del Reino Unido.
Y tal vez lo más relevante a efectos de este Comité es que España ahora también ha reconocido la existencia y la condición jurídica de los gibraltareños, distintas a las de los ciudadanos británicos en general[3].
Este tratado es el primero con España en relación con Gibraltar desde el histórico Tratado de Utrecht de 1713[4].
Resulta positivo que la España moderna haya reconocido por fin el pueblo distinto de Gibraltar en este instrumento internacional[5].
Además, también se alcanzó un acuerdo sobre el precio del tabaco y la cooperación entre nuestros cuerpos de seguridad, especialmente en los ámbitos policial y aduanero. Estos acuerdos sobre el plano fiscal, el tabaco y las fuerzas de seguridad eliminan de forma efectiva los criticismos falsos e injustos de los distintos Gobiernos españoles.
No queda ya ningún problema entre ambas partes en relación con estos asuntos económicos y del orden público, que, en cualquier caso, nunca estuvieron vinculados con nuestro derecho inalienable de autodeterminación.
Me complace haber sido capaz de alcanzar estos acuerdos, que hemos negociado directamente con el Gobierno español.
Señora Presidenta, seguiré defendiendo el derecho de autodeterminación de Gibraltar y su integridad territorial.
La reciente Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la separación del Archipiélago de Chagos de Mauricio deja muy claro que el derecho a la autodeterminación de los territorios no autónomos es fundamental y que nuestra integridad territorial no puede verse afectada durante el proceso de descolonización[6].
España arguye que su integridad territorial está en peligro en la descolonización de Gibraltar, a pesar del hecho de que cedió Gibraltar “para siempre” en 1713.
Como ya hemos dicho muchas veces, agradeceríamos que la CIJ emitiese una Opinión Consultiva al respecto.
Cuando obtengamos una audiencia objetiva y justa, sabemos que prevaleceremos.
Señora Presidenta, Gibraltar está ahora en la misma posición donde estaba su propio país hace una generación. Solo pedimos ser tratados de la misma forma.
El futuro de nuestro país debe decidirse de forma libre y democrática por el pueblo de Gibraltar en el ejercicio de su derecho a la autodeterminación. No puede haber otra forma.