No me cabe ninguna duda de que estamos viviendo unos tiempos convulsos en los que parece que nadie sabe discernir lo que es realmente importante de lo que es accesorio. Ello hace, en mi opinión, que tengamos una total falta de paciencia y un inmenso sumidero por el que se van nuestras energías al tratar de “pelear” en diez frentes diferentes a la vez, creándonos una desazón con la que nos topamos al ser incapaces de hacer frente a una existencia gris y llena de miedos, de la que nos sentimos incapaces de modificar ni siquiera nuestro comportamiento.
Vemos – ¿o no? – que nuestra vida va pasando, que la vida nos esta engullendo, distrayéndonos de lo que es verdaderamente importante y, por ende, robándonos los momentos únicos. La vida actual nos ríe con cinismo y nos ha puesto el cerebro en “modo preocupación por todo” que diarios y televisiones se ocupan de alimentar día si y día también… mientras nosotros nos dejamos llevar por ella, ya que no tenemos un faro de referencia adonde dirigirnos, al haber dejado de lado todos los valores no mudables en los que se forjó nuestra civilización.
Como yo lo veo, deberíamos intentar ser mas felices siendo conscientes de que las cosas no podemos cambiarlas por mucho que lo deseemos, aunque sí que podemos modificar nuestra actitud para con ellas utilizando nuestro cerebro, que día a día se atrofia, dado el poco uso que de él hacemos.
Deberíamos intentar mirar la vida al menos dos escalones por encima de lo cotidiano, de esos miedos que repiquetean en nuestros oídos cada día, utilizando el pensamiento crítico que nuestro cerebro es capaz de generar a poco que lo pongamos a trabajar…
Lo que vivimos cada día, nos guste o no, nos tocará lidiarlo capeando el temporal, pero en vez de estar inmersos en esos permanentes miedos “por lo que pueda ocurrir”, en ese permanente lamento, deberíamos disfrutar de esos pequeños momentos que nos pasan desapercibidos y llenar los serones que cargamos, de vivencias gratificantes que suceden cada día y que, por ser gratificantes, no están en las redes sociales, ni en los medios de comunicación ni en la boca de la gente con la que nos relacionamos. Lo que hay es lo que hay… intentemos ser más felices con lo que tenemos a nuestra disposición.
Antonio Poyatos Galián