La decoración de Navidad, las luces de los establecimientos comerciales, los olores y la distribución de los productos en venta están diseñados para atraer la atención del comprador en estos días en los que salimos a la calle para realizar las compras a familiares y amigos. Sin embargo, cuando este proceso de adquisición se produce de manera compulsiva, sin control o de manera excesiva, nos encontramos ante un problema que, en la mayoría de los casos, está determinado por un trastorno psicológico.
Ildefonso Muñoz Herrera, psicólogo del Hospital Quirónsalud Marbella y Quirónsalud Campo de Gibraltar explica que este comportamiento se puede dividir en dos. “Por un lado, existe la persona que experimenta un gran placer mientras compra y su cerebro libera una descarga de dopamina y endorfinas que son las mismas sustancias que libera el cerebro cuando comemos chocolate o mantenemos relaciones sexuales, por ejemplo. Y, de otro lado, se encuentran las personas que experimentan un malestar psicológico e incluso físico cuando no compran y únicamente desaparece mediante la adquisición”, puntualiza.
A la conducta compulsiva se llega a cuando se busca la sensación de placer en las compras para compensar sensaciones desagradables de la vida diaria. La prevalencia de este trastorno en nuestra sociedad es destacada. Se calcula que un 7% de la población española lo padece y que es más frecuente en mujeres. De ese porcentaje, la presencia del género femenino es de 8 frente a 10.
Las razones que originan este comportamiento son variadas, tal y como expone el especialista del del Hospital Quirónsalud Marbella y Quirónsalud Campo de Gibraltar: “en algunas ocasiones, la oniomanía suele ir asociado a otros trastornos como ansiedad, depresión, trastorno bipolar o trastornos de personalidad y, en otros casos, sin vinculación”.
Estos comportamientos se intensifican en estas fechas de Navidad en el que en las tiendas y centros comerciales se estimula nuestro sistema nervioso y se nos predispone a reaccionar de manera más compulsiva y menos racional, “todo ello rodeado de un ambiente eufórico de alegría, amistad y de buenas emociones que minimizan lo negativo y nos persuaden a comprar con el corazón en lugar de con el cerebro” explica Muñoz. De hecho, según un estudio de la Universidad de Harvard, solo el 7% de las compras que se realizan en estas fechas tienen un componente racional.