A quienes nos dedicamos a desentrañar los misterios del mundo interior de las personas a través de la Psicología nos llamó la atención, la primera vez que nos hablaron de una especie de psicosis con síntomas de delirio, en el que el afectado se identifica completamente con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o del Nuevo Testamento y actúan como tales.
Pero ésta es una enfermedad psíquica que afecta a turistas y habitantes de Jerusalén. Ocurre, que aunque nos parezca extraño, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que se extiende a otros lugares del globo terráqueo, y así también conocemos el síndrome de Paris.
Y hoy quisiera hablarles en este artículo del síndrome de España. Todos los que somos y nos sentimos españoles y españolas, es una emoción o una convicción que no nos da carta de naturaleza para detestar, combatir e incluso odiar a todos aquellos que no sientan o piensen como nosotros, y no nos impide ser ciudadanos y ciudadanas europeas y del mundo.
Siempre ha existido la tentación por parte de la ultraderecha y parte de la derecha política y sociológica de apropiarse de España y sus símbolos. De frivolizar con la bandera española colocándosela, lo mismo en correas y camisetas, que en balcones para presumir de su españolismo.
Ocurre aunque les parezca extraño que existe cierta coincidencia en la estrategia con muchos independentistas, que ignoran toda realidad que no sea la suya y sacan a plazas, edificios oficiales y espectáculos públicos banderas y pancartas denunciando lo oprimidos que se sienten.
Como dice en su libro Democracia en retroceso, Joshua Kurlanzick “El escepticismo hacia la democracia se extiende por todo el globo y la popularidad de hasta ahora el más respetado sistema político parece caer sin remedio”.
Creo que las fuerzas políticas intransigentes e intolerantes fomentan no solo el populismo y el autoritarismo, sino la exclusión del diferente Una actitud peligrosa que nos sitúa cada vez más en la era de la posdemocracia, concepto acuñado por el politólogo Colin Crouch hace dos décadas, en el año 2.000.
Es lo que parece pero no es, porque aunque siga teniendo y utilizando las instituciones democráticas, pero son cada vez más una formalidad que una realidad, y las decisiones están cada vez más en manos de una élite económica que de la sociedad, con lo que se produce un deterioro de la comunicación política, la aparente ausencia de clases y los privilegios exclusivos de algunas multinacionales.
Si damos un repaso al mundo tenemos personajes como Trump, Putin o Bolsonaro, que responden a estos esquemas y son el vivo ejemplo populista y autoritario de la posdemocracia. En España la fragmentación política, el auge de los nacionalismos y los populismos, está generando nuevas actitudes políticas que se traducen entre otras en un lenguaje, que en ocasiones, provoca miedo.
Tienen una forma muy peculiar de ser y sentirse españoles y españolas , así como ejemplo vamos escoger algunas frases de las pronunciadas por los líderes del PP, Pablo Casado y de VOX , Santiago Abascal , la forma es distinta , el fondo es el mismo.
Don Pablo dijo en cierta ocasión, algo que no sé si será atrevido o temerario “Si ganamos los populares, ganan todos los españoles” o don Santiago gritando “Yo soy partidario de la discriminación”. No me negaran ustedes que la esencia es la misma, el otro no existe y además está condenado a no ser tenido en cuenta.
O cuando, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, el líder de la oposición y Presidente del PP afirma, “Cuando lleguemos al Gobierno, haré la mayor devolución de libertad hecha nunca en España” o el representante de la ultraderecha cuando manifiesta sin sonrojarse que “Hay que derogar La Ley contra la violencia de género”
Y como no hay dos sin tres, el señor Casado nos regala una perla cultivada como “si Sánchez no rectifica tendremos que llamar a los españoles a la calle, es la única fórmula que nos queda para que un Presidente del Gobierno mentiroso y felón actúe en beneficio del mandato constitucional con el que juró su cargo”
Pero es difícil superar lo afirmado por don Santiago Abascal como que “La Guerra civil la provocó el PSOE” o “El feminismo que nos quiere oprimir”. Por mucho que se empeñaran en construir frases disparatadas, no hubieran logrado dicho propósito.
Cuesta trabajo, por muy españoles y españolas que presuman ser tragarse estos sapos, culebras y alacranes , que solo siembran odio y confusión cuando ya han transcurrido dos décadas del siglo XXI, el de las nuevas tecnologías.
Esperemos que el próximo año 2020, defiendan ustedes una España en la que quepamos todos y todas, y no solo los que piensan como ustedes. No deberían perder la ocasión de abstenerse en la sesión de investidura de Pedro Sánchez, los españolísimos del PP y CIUDADANOS para facilitar un Gobierno para nuestro País.
Pues solo basta cada día estar atento a sus declaraciones en los medios y el síndrome de Jerusalén ante este de España, se queda en mantillas. La penúltima de Abascal es amenazar a la Abogacía del Estado.Pero la historia se repite y si no recordemos lo que decía Tito Livio, “¨Ágil, belicoso, inquieto .Hispania s distinta de Itálica, más dispuesta para la guerra a causa de lo áspero del terreno y del genio de sus hombres”
Juan Antonio Palacios Escobar