Quienes tenemos la valentía o tal vez el atrevimiento de colocarnos delante de la pantalla en blanco del ordenador, o incluso los más tradicionales que escriben a papel y pluma hemos de hacernos responsables de lo que escribimos.
. Percibimos a poco de comenzar esta arriesgada y complicada faena, lo rica que es la lengua española y como se puede utilizar la misma expresión para decir cosas muy diferentes en su significado, o expresar lo mismo de mil y una formas.
Además nos damos cuenta la cantidad de matices que empleamos en el lenguaje hablado y escrito. Antes de comenzar con este trabajo, estaba meditando como al abordar el enfoque de un artículo, el capítulo de un libro, un relato o un comentario, hemos de examinar aquello de lo que queremos tratar con sumo cuidado, mirando, inspeccionando sus diferentes aspectos y vertientes.
Hemos de hacerlo con mucha atención, con escrupuloso respeto a nosotros mismos y a los demás, poniendo nuestros cinco sentidos. Cuántas y cuantas veces estamos convencidos de haber extraviado una cosa y pasamos delante, de la misma, en multitud de ocasiones, sin percibir su presencia.
No me negarán que ustedes, no se han pasado buscando unas llaves o el móvil un tiempo considerable y al final han descubierto que las primeras las habían dejado en el cuarto de baño en lugar del cajón donde las guardan siempre, y el aparato tras llamarse ustedes mismos han descubierto que estaba en el lugar más visible de la cocina.
Y ante este extravío involuntario entre el despiste o romper con nuestras rutinas, cuando alguien nos pregunta una y otra vez, ¿Pero qué has hecho?: Nuestra contestación externa o interna hacia nosotros es ”A mí que me registren”
A veces ocurre que tenemos que pasar una aduana o un control como el de COVID 19, y de alguna manera ese examen, a ver si escondemos algo o simulamos los síntomas de la enfermedad, no deja de ser un registro, que entrañará unas consecuencias para nosotros y a veces para los demás.
Desde que nacemos nos registran en un censo, y cuando solicitamos algo, consultan nuestros datos. Cualquier variación de nuestro estado, como que nos casemos, cambiemos de domicilio, nos compremos un coche o una casa, es anotada, inscrita o registrada. Y al final de nuestros días, cuando abandonamos este mundo, nos dan de baja, y no es que desaparezcamos, pasamos al registro de los muertos, que créanme no tengo ningún interés en saber cómo será.
En los tiempos que corren con las redes sociales, nuestras imágenes circulan por el mundo, nos grabamos, nos hacemos selfies, que aunque parezca algo nuevo, lo hemos hecho toda la vida, tiene más de un siglo de antigüedad bajo el nombre autofoto o autorretrato.
Curioso resulta que con un aparatito de esos que llevamos en nuestros bolsillos, y que llamamos móviles, hacemos que viaje el mundo con nosotros, Cualquier cosa que hagamos puede quedar registrada por el mismo y verse en el mismo instante en cualquier parte de nuestro Planeta.
Hay registros que nos miden lo que ocurre dentro o fuera de nosotros, pongamos dos ejemplos, un electrocardiógrafo es un aparato eléctrico que capta, registra y amplía la actividad eléctrica de nuestros corazones. El registro de dicha actividad es lo que conocemos como electrocardiograma. Mientras que el sismógrafo o sismómetro es un instrumento para medir terremotos o pequeños temblores provocados por los movimientos de las placas tectónicas o litosféricas. También es muy común que haya quienes se hacen los despistados y manifiestan ante cualquier cuestión ¡A mí que me registren!
Esa actitud de inhibición o a verlas venir, no puede ser la correcta y pedagógica de cualquier personaje público, si no cometeremos errores y los induciremos en el comportamiento de los demás. Son muchos los personajes que se especializan en no asumir sus responsabilidades o convertir las mismas en escenarios de enfrentamientos, en pulsos con otras administraciones.
Podríamos citar a varios y variados, por sus diferentes adscripciones políticas, pero quizás una persona que esté en el foco y el pensamiento de ciudadanos y ciudadanas de este País, sea con todos mis respetos, doña Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid.
¿Qué le ocurre a Doña Isabel? .Lo más destacado es que se ha convertido en un instrumento político del señor Casado para intentar desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez, en una actitud de rebeldía permanente hacia todo lo que dice el Ministerio de Sanidad. De tal manera esto es así que está nominada para el nuevo Premio Nobel a la prudencia y discreción por su propuesta del “confinamiento de los puentes”
Es especialista como le ha dicho la Vicepresidenta Carmen Calvo en “crear confusión” o de columnistas como el periodista Antonio Maestre que le llama “peligro nacional”. Y es que cuando se reunió y compareció en Ávila, con los Presidentes de Castilla y León, el señor Mañueco y el Castilla- La Mancha, González- Page, fliparon porque rompió el pacto de los confinamientos en directo., para en un ejercicio entre el cinismo y la burla colectiva, afirmar que jugó al despiste y “Lo dejé abierto para no comprometerlos”
Resulta preocupante una actitud tan frívola e irresponsable políticamente. Una responsable política, en unos momentos tan complicados y difíciles que gobierna sobre 6,5 millones de habitantes, debe ser responsable y evitar las mentiras que justifiquen sus negligencias, practicar la autodisciplina y no esté permanentemente en un giro de un lado para otro, sin saber cuál será su rumbo y su objetivo.
La señora Ayuso, debería saber que ésta es una batalla que hemos de librar todos juntos, y que lo que está ocurriendo en España, está sucediendo en el mundo, en el que se está demostrando, que mientras no tengamos un tratamiento eficaz y una vacuna segura el confinamiento es el mejor remedio para controlar y bajar las incidencias. Y que hay países como Reino Unido, Portugal, Francia Republica Checa , Bélgica, Austria, Alemania e Irlanda que han puesto en marcha medidas más restrictivas que nosotros.
Debe ser más coherente en su actuación, más consecuente con sus vecinos y más solidaria con el resto de Presidentes de CCAA, y no buscar excusas sin sentido ni culpables en los demás. Sería deseable que tuviera una actitud de rigor y seriedad de comprometerse con lo que hace, respetarse a sí misma y a los demás y cumplir con lo que promete.
Me gustaría poner el punto y aparte con una buena y estimulante noticia y la viva demostración que puede ser injusto generalizar y pensar que todos nuestros jóvenes son como esos incívicos y gamberros que en diversas ciudades españolas se dedican a destrozar el mobiliario, montar barricadas, quemar contenedores y saquear todo lo que pillan por delante.
En Logroño, Pablo Alcalde, un chaval de 16 años y sus amigos limpiaron el pasado domingo los destrozos de los altercados producidos por un grupo de indeseables, antisistema, de extrema derecha e izquierda, y manifestando que “Estamos hartos de pagar todos por un grupo”.
El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y políticos de diferentes formaciones, a excepción de VOX, los puso como ejemplos en twuiter “Nos engrandecen como sociedad” “Estos jóvenes de Logroño como Pablo, son un ejemplo de generosidad, responsabilidad y compromiso”
Juan Antonio Palacios Escobar