En los últimos días, y por distintas razones, he escuchado demasiado alegremente, la palabra “ética”, sin que el común de la gente sepamos desmenuzar la profundidad y complejidad de dicha palabra, y sin que tampoco haga falta haber leído la Ética Nicomáquea de Aristóteles, por ejemplo.
Oímos permanentemente frases en las que se incluye la palabra: “mi ética me lo impide” “no lo considero ético” “ese tipo carece de toda ética” “la ética ca de los negocios”, “la ética del deporte” … y así hasta el hartazgo. Ética por aquí, ética por allí y, al final, ética por ninguna parte. ¿Sabe la gente de qué hablan cuando pronuncian esta palabra? ¿Lo sabemos nosotros cuando la escuchamos?
Vamos a ver, no se trata de teorizar sobre la complejidad y/o profundidad de la palabra Ética, pero del sentido practico sí que podemos hablar: Yo sé de personajes muy críticos con la sociedad en que vivimos, pero ellos cobran prebendas por dirigir sus críticas en una dirección determinada, y pienso que eso no es ético. Yo sé de comunicadores que piden a gritos una sociedad más ética mientras ellos construyen cada día noticias falsas o tendenciosas a cambio de dinero y prebendas, y pienso que eso no es ético. Yo sé de médicos que han hecho su juramento hipocrático, pero a la hora de recibir dádivas de la industria farmacéutica, prefieren ser serviciales con éstas antes que, con sus pacientes, y pienso que eso no es ético. Yo sé de abogados que estudiaron el derecho y ahora lo utilizan solo para violarlo en nombre -dicen- de la defensa de su cliente… y pienso que eso no es ético. Yo sé de padres que educan a sus hijos sobre la base de la mentira; se dé políticos que se llenan la boca de “pueblo¨” y hasta lucen lágrimas de cocodrilo cuando la pronuncian, y mientras tanto, roban a la luz del día las pertenencias de esa entelequia llamada “pueblo llano”, yo sé de sindicalistas que invocan la ética del trabajo y de la solidaridad, mientras se embolsan las “subvenciones” que les regalan y venden a sus representados al mejor postor; yo sé de quienes se santiguan en nombre de una determinada religión para utilizarla en beneficio propio, mientras desatienden cada uno de sus mandamientos… y sé de personas que invocan la amistad -hermosa palabra- e hinchan sus pechos mientras la pronuncian, pero que a la menor ocasión de dificultad que encarte, olvidan y traicionan a sus amigos, sin prestarles ayuda… todo eso, pienso yo, que no es ético, y la lista de ejemplos podría seguir hasta el aburrimiento, (ya me agobia esta breve enumeración), y no son solo “modelos” que yo conozca; todos tenemos una larga lista, todos lo sabemos, todos somos conscientes.
Cuando pregunté a un sujeto que repetía la palabreja, que cual era su sentido de la ética, la respuesta, para llorar amargamente, fue: “Para mí, todo lo que es legal es ético…” y así caminamos por este valle de lágrimas, amigos, con la evidencia de que, en nuestros días, por aquello de “sálvese quien pueda”, la ética no es más que una etiqueta, una marca, un sello que se coloca en un sobre vacío, sin contenido y sin destinatario… ¡Ay si Aristóteles levantara la cabeza!
Antonio Poyatos Galián.