Los griegos utilizaban la palabra idiota para referirse a esas personas que no participaban en la política, preocupados solo por lo suyo e incapaces de ofrecer nada a los demás. En los tiempos actuales, la definición de idiota es bastante más compleja, y solamente aceptando lo comúnmente entendido, podemos definir de forma abstracta al sujeto en cuestión, al idiota.
Porque, si sensato es el hombre reflexivo, al idiota le falta el sentido común para ese menester y, si fuera poliglota, diría sandeces en varias lenguas.
Los idiotas carecen de sensibilidad y de empatía para con los que le rodean. Ellos van a “su bola” y suelen mostrarse como seres egocéntricos que utilizan técnicas simples para alcanzar su propósito con bastante éxito, dicho sea de paso. Ellos mantienen unas características comunes fácilmente identificables: solo admiran una cosa cuando esa cosa lleva etiqueta, y repiten, machaconamente, las mismas sandeces escuchadas y/o aprendidas de otros idiotas
Estos personajes -los idiotas- tienen muchas “amistades” y a mayor grado de amigos, mayor grado de simpleza, y si el suicidio fuese moda, ya nos habríamos librado de la mayor parte de ellos. Existe, por todo ello, una manera infalible de conocer a un hombre sensato: todos los idiotas intentan cerrarle el camino denostándolo constante y repetidamente.
Por otra parte, la acción de parecer idiota está cada vez más a la orden del día, como artimaña de una persona inteligente que, al comportarse así, intentar sobrevivir a los energúmenos que le rodean, tal vez porque considere que ellos sí que son idiotas y situado entre ellos no le reconocerán, o tal vez porque desde la atalaya de su inteligencia, considera que no merece la pena malgastar su potencial con seres verdaderamente idiotas dentro de una sociedad totalmente idiotizada.
Los tontos son legión (Santo Tomás de Aquino dixit) y alguien insistió después en que “la diferencia entre la genialidad y la idiotez, es que la genialidad tiene límite”, aunque yo me quedo con la frase de Freud (creo) quien dijo: solo existen dos maneras de ser feliz en esta vida: una es hacerse el idiota y la otra, serlo”. Así pues, dichosos los que habitan en esa deficiencia.
Antonio Poyatos Galián.