Tuvo Benito Fernández Palasó una etapa gloriosa como director de hotel, cuando, formando un perfecto y bien conjuntado tamdem con Rafael Lima Balboteo hicieron que el Hotel Atalaya Park con sus más de mil habitaciones y aquellos enormes jardines y cuidadas piscinas junto a la playa, entre Estepona y Marbella, lindando con Guadalmina (lo que hoy se llama Triángulo de Oro de la Costa del Sol) fuera el hotel más importante de Españ
Consiguieron con la colaboración de Tourafrica de Roberto y Manolo, sus grandes impulsores, que las grandes corporaciones norteamericanas como la General Electric, trajeran de vacaciones a este Triángulo de Oro de la Costa del Sol a sus miles y miles de empleados.
Aquellos vuelos back to back que establecieron un auténtico puente aéreo con los Estados Unidos traían cada día a un numeroso grupo americano y se llevaban de vuelta al que ya había pasado una semana disfrutando de la Costa del Sol.
Aquello fue un bombazo y un hito muy importante en la Historia del Turismo de la Costa del Sol.
Los americanos se alojaban en las cientos de habitaciones de las dos alas que formaban el Atalaya Park donde los Relaciones Públicas, Franco Benedetti, un italiano genial que igual cantaba ópera que improvisaba una fiesta emulando a Renato Carosene, haciendo cantar a todos la pegadiza “Tu vuo ‘fa’ l’americano”, que organizaba un torneo de golf, siempre con su ayudante la nórdica y escultural Diana a su lado.
Y detrás de toda la organización Benito Fernandez Palasó como director general del Hotel y responsable de que los numerosos restaurantes funcionaran, que la gobernanta tuviese a punto los cambios para alojar al nuevo grupo que llegaba, cuidando la atención de conserjes y recepcionistas para que el cliente saliese del Atalaya maravillado.
Siempre tenía a su lado a Rafael Lima Balboteo que era el manda más, representante de la propiedad y ambos formaban un conjunto de éxito.
Benito Fernández Palasó tenía una gran formación hotelera forjada en los mejores hoteles y aquella avalancha de grupos americanos, mientras duró y duró meses y meses, era un reto.
Transformar los jardines del Atalaya en una gran verbena, con casetas donde podías comer y beber lo mejor, bailar, escuchar y disfrutar del flamenco, gozar de diferentes ambientes, fascinaba a los americanos. Organizar una fiesta para más de mil turistas, era un reto y Benito Fernandez lo superaba.
Pero no todo fueron éxitos en el Atalaya. Hasta que llegó Ceamanos, le revolucionó al personal y le planteó una sangrienta huelga. Y no solo por los palos que se repartieron sino por la mella que dejó en el ánimo de Benito Fernández y con él Rafael Lima.
Cuando recordamos el éxito de los back to back y como disfrutaban los americanos, como se bebían todo el “pirriaque” que en grandes tinajas y a granel expendía, sin límite, el conde de Namur como bienvenida de los grupos a la Hacienda Toros pasándolos primero por la Bodega, antes de acudir el ruedo de la finca.
Un ruedo donde los novillos daban constantes revolcones a los más valientes mientras los mil restantes desde las grades se reían a carcajadas o aplaudían y donde una hilera de burros, sin cincha que aguantase la montura, se ofrecía sugestiva a las más lanzadas. Los más valientes se subían al burro y trataban de aguantarse sin caerse para agarrar la botella de cava que se oferecía como premio mientras los fotógrafos Juan Carlos Teuma y su mujer Yolanda Dotto recién llegados de Gibraltar, hacían su agosto revelando al momento y vendiéndoles el souvenir.
Aquel éxito de los back to back que dejó tan contentos y satisfechos a los miles y miles de empleados de las grandes corporaciones americanas, claro que tenía unos artífices en destino. Uno de ellos era el llorado y admirado Benito Fernández Palasó que ayer recibió la cálida y triste despedida en el funeral de la parroquia de la Encarnación y en el cementerio de Marbella.
Es verdad que a Benito Fernández solo le correspondía conseguir que el alojamiento en el Atalaya Park con las grandes fiestas en los jardines, fuese grato.
Pero también era el responsable de preparar aquel gran éxito de la excursiones de un día a Tánger, a Ronda o a Granada, sin olvidar las salidas cada tarde a la Hacienda de Toros, donde el belga Conde de Namur (heredero del castillo familiar de Namur en Bégica y gran personaje) había acondicionado un viejo cortijo en la carretera Istán, por encima de las fincas de El Angel y la Concepción, donde por un día, los americanos disfrutaban del ambiente campero andaluz.
Banito Fernández Palasó vivió también los años de crisis en la Costa del Sol. Comenzó como propietario con un pequeño hotelito en Estepona cuando la BEA (British European Airways) tenía dos vuelos diarios Londres-Gibraltar llenos de turistas que desde Gibraltar se desparramaban por hoteles de Estepona, especialmente el RAF y el Santa Marta, Guadalmina y hasta Marbella Club, cuando Málaga no recibía vuelos comerciales, solamente la escuadrilla de los 50 Heinkel 111 que había dejado Hitler. Es decir el aeródromo García Morato era solamente una base militar, cerrada a todo uso civil.
Benito Fernandez Trabajó con ilusión los primeros años en Estepona, pero vino la primera crisi. Y aqel hotelito le casó los mil y un problemas.
Luego de su paso por aquellos gloriosos años en el Atalaya Park, estuvo de director en Galicia y se vino de director del Hotel Puente Romano en su primera época junto a Antonio Lopera, el sevillano que venía de dirigir el Alfonso XII y que también hizo tamdem perfecto con Benito Fernández.
Benito Fernandez, nació en Madrid en el año 1935 y cuando sus padres se trasladaron al campo en Córdoba y con 15 años se marchó a Barcelona donde estuvo varios años, trabajando en lugares como el Ritz y luego en la Costa Brava, hasta trasladarse a Gran Bretaña donde se casó con una británica, con cuya familia compró en Estepona el Lunymar, un pequeño hotel de Estepona, desde donde dio el salto al Atalaya Park, un hotel con el mayor campo de golf de la Costa, 7 Restaurantes, 9 bares y 5 piscinas, una de ellas de agua de mar.
Benito Fernández Palasó estaba integrado con los directores de hotel de Marbella en la Hermandad de Santa Marta a la que tanto impulso dió monseñor don Rodrógo Bocanegra Pérez, párroco de Marbella y prelado doméstico de Su Santidad.
Este miércoles muchos de sus antiguos compañeros en la hostelería y el turismo, lloraban la pérdida de Benito Fernández Palasó. Uno de los personajes importantes del Turismo en Marbella y la Costa del Sol. Descanse en paz.