Pues ya tenemos una candidatura. Pero no la de Alberto Núñez
Feijóo ni la de Pedro Sánchez, sino la de Nadia Calviño. La vicepresidenta y
ministra de Economía en funciones aspira a presidir el Banco Europeo de
Inversiones, lo que la obligaría a dejar el Gobierno de España si es que llega
la fecha y ha sido nombrada nuevamente como integrante del mismo.
Cuando
menos, es inoportuna la candidatura. Como tampoco son de recibo los piropos que
se ha lanzado Nadia Calviño a sí misma. Todos tenemos espejos en casa para
mirarnos, pero hay quienes se ve que en lugar de paredes tienen espejos
gigantes, porque de otra forma no se explica lo de la vicepresidenta, quien, a
falta de elogios de terceros, se los ha autodedicado. Como quien se hace un selfi.
A todo país le viene bien tener a personas en puestos de representación internacional. Se supone que eso da un plus como imagen de Estado y que, desde esas posiciones, pueden echar una mano a su nación. No deja de ser una suposición bastante optimista, porque algunos precedentes dicen lo contrario, pero al menos esas elecciones sirven, cuando se producen, para elevar el orgullo patrio. Hasta ahí nada que objetar. Otra cosa son los tiempos. Con la investidura presidencial en el aire, y con la duda incluso de si iremos a nuevas elecciones al acabar el año, esa candidatura de Calviño tiene aroma a huida en toda regla. Es como si, ante la incertidumbre de si Sánchez volverá o no a ser presidente, su número dos en el Gobierno se baja del barco y quiere asegurarse un puesto de relumbrón.
Desde la óptica socialista, es un mensaje de derrota de cara a las negociaciones en marcha para la investidura, y de cara al país tampoco es bueno, porque hace que la candidatura no pueda gozar del consenso mayoritario del ámbito parlamentario. Así, el PP es evidente que tiene que desmarcarse por estrategia de partido, cuando lo mejor para España habría sido una candidatura al BEI refrendada por los dos principales partidos.
En la pasada campaña electoral, Pedro Sánchez presumió en varios mítines de que él tenía «a Nadia y Feijóo a nadie», en referencia a que el PP no desvelaba quién podría ser su ministro de Economía. Ahora, ese argumento cae por su propio peso, es más, es verdad que no sabemos quién llevaría las riendas de la economía en un Ejecutivo del PP, pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es que Nadia Calviño no tiene entre sus planes continuar como ministra.
Patricio González
Ex alcalde andalucista de Algeciras
La Investidura
Con la constitución de las Cortes Generales el próximo jueves 17 de agosto se pone en marcha la legislatura con una incertidumbre tan elevada que a día de hoy no es descartable una repetición de las elecciones porque ningún candidato a la Moncloa obtenga una mayoría suficiente tras los ajustados resultados del 23-J.
La formación de la Mesa del Congreso ofrecerá pistas sobre la
disposición de los distintos grupos a tejer acuerdos y con quién en un
Parlamento fracturado en dos bloques irreconciliables y de similar peso. Pero
previsiblemente no despejará las dudas sobre la investidura del presidente del
Gobierno; un proceso en el que por primera vez dos aspirantes porfían para ser
propuestos por el Rey, lo que coloca a Felipe VI en una delicada tesitura no
exenta de riesgos.
Se trata
de un terreno inexplorado, sumamente resbaladizo y no previsto por la
Constitución. Su artículo 99 solo establece que el jefe del Estado citará a los
portavoces de todas las fuerzas políticas para pulsar sus intenciones. A partir
de esos contactos, y desde la absoluta neutralidad partidista consustancial, le
corresponde designar como candidato a quien, según su criterio, cuente con más
opciones de ser elegido.
En una democracia parlamentaria no tiene por qué ser necesariamente el líder de la sigla más votada o con más escaños si existe otra alternativa con mayores posibilidades de éxito. También puede suceder que cuando se cierren esas audiencias en el Palacio de La Zarzuela, a las que para expresar su rechazo a la Monarquía no suelen acudir las fuerzas independentistas, algunos grupos sigan sin aclarar su postura y ninguno de los candidatos tenga garantizados los apoyos necesarios, lo que añadiría complejidad a una decisión de enorme trascendencia y susceptible de generar controversia.
Por ello mismo, si mantienen su pulso hasta el final, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez han de hacer compatible su legítima pugna por recibir el encargo del Rey con el escrupuloso respeto a su elección. Sea esta cual sea, en un país polarizado hasta el extremo existe el peligro de que suscite el rechazo de seguidores del partido que se sienta perjudicado y sirva de excusa para, desde uno u otro bando, erosionar a la Corona, cuya obligada neutralidad política no admite dudas y es una fuente de confianza. Ninguno de los dos dirigentes puede ignorar ese riesgo ni permanecer de brazos cruzados ante él al estar en juego la estabilidad institucional.
Patricio González
Blas Infante
Hace poco más de un siglo, Andalucía no existía oficialmente. Las voces de Andalucía y los andaluces, sólo existían en el lenguaje de la calle y en algunas referencias literarias. Y nuestra historia está llena de tópicos y de mitos. Ha sido , como se dice ahora , intoxicada . Para nosotros da lo mismo que esa mitología haya sido llevada a cabo de forma consciente ó de manera totalmente inconsciente. El caso es que existe y que somos los andaluces los que padecemos las consecuencias.
Y a estas alturas, todavía quieren meternos con calzador, que todo empezó un cuatro de Diciembre de 1977, cuando casi cien años antes ya se plasmó, en 1883, el primer proyecto de Estatuto de Autonomía, la Constitución de Antequera.
A partir de entonces, la lucha por la autonomía ha sido una constante en nuestra tierra, incluso en los periodos más negros como la propia dictadura franquista.
Por tanto es necesario insistir en que la realidad andaluza es antigua, aunque en un momento se truncara por la violencia de fuerzas extrañas.
Al-Andalus, por reducción al absurdo , existió porque dejó de existir. Porque dejaron de existir un pueblo , una cultura y una civilización en su estado libre.
Y Al-Andalus existió y existe porque continuaron existiendo un pueblo, una cultura y unos restos civilizadores .
Y porque, a pesar de todo, Andalucía siguió y sigue siendo distinta. Para mal y para bien. A pesar de todo.
Y hoy, cuando se han superado esas mil trampas que nos han puesto en el camino, pero dejándonos jirones muy importantes de nosotros mismos en cada una de ellas, tenemos que decir, como el propio pensamiento de Blas Infante así lo transmitía: A pesar de todo.
“Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente, hablan de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados. Para nosotros, los dolores creados por esos intereses”.
Andalucía no es un espacio geográfico, ni sólo una zona económicamente periférica y dependiente. Andalucía es una colectividad humana con características socioculturales específicas que la diferencian de otras colectividades. Andalucía es, en sentido antropológico, un pueblo.
Desde el rechazo del esencialismo . Y aunque Andalucía pueda reclamar el poseer las raíces histórico- culturales más antiguas de la Península Ibérica, como cualquier otro pueblo , el andaluz es producto de la historia , pero de un proceso histórico particular y propio.
Las naciones son construcciones históricas. Son pueblos que poseyendo rasgos territoriales, socioeconómicos y culturales propios, se definen como sujetos colectivos y reclaman el protagonismo de su propia historia futura.
La Historia no acaba ni empieza en 1936 con el asesinato de Blas Infante . La historia se hace cada día.
Andalucía no puede aceptar que se la postergue nuevamente y se hipoteque su desarrollo como pueblo, hurtándole la capacidad de tratar de igual a igual con quienes puedan plantearse la reestructuración del Estado que se avecina.
Hoy , ochenta y siete años después del asesinato de Blas Infante , Padre de la Patria Andaluza, hago un llamamiento desde mi más absoluta soledad para que estemos vigilantes y activos ante el riesgo de que Andalucía sea sacrificada a intereses que no le son propios.
Y demando al Parlamento andaluz. Y a cuantos tienen responsabilidades institucionales y políticas – tanto de Gobierno como de oposición- que defiendan los derechos conquistados por el pueblo andaluz. Tengan firme voluntad de desarrollarlos y los planteen y ejerzan de forma irrenunciable en todos los escenarios y situaciones.
He comentado antes que escribo esto desde mi más absoluta soledad por lo que ya desde hoy dejaré de escribir sobre la figura de Blas Infante ya que interesa a pocos andaluces.
Patricio González
Ex Alcalde Andalucista de Algeciras
La Vida Prolongada
Quienes se van haciendo mayores han visto cómo su condición se llena de eufemismos para no considerarla fastidiosa o para no fastidiarles. Nos referimos a la tercera edad, a los mayores, para no hablar claramente de viejos o ancianos, y a la docencia para estas personas en la universidad se llama aula de la experiencia o de mayores. A este paso los inconvenientes de tener más años acabarán considerándose una queja totalmente injustificada.
¿Cómo conseguimos que esos años de la nueva longevidad sean algo más que una vida meramente alargada? Hemos arrancado una prórroga a la biología, ahora nos toca dotarla de sentido con la cultura.
Desde hace algunos años la humanidad se encuentra ante el insólito hecho de que la vida se ha alargado para cada vez más personas y esa nueva longevidad nos plantea también desafíos inéditos. Se podría decir que los seres humanos dedicamos la primera mitad de la vida a gestionar un tiempo escaso y la segunda a tratar de hacer algo con un tiempo excesivo. Todos pasaremos en algún momento a ser viejos, pero podemos retrasar en alguna medida la llegada de ese momento. La vejez es algo en parte inevitable y en parte objeto de una decisión. La edad hace cosas buenas y malas con nosotros, pero también nosotros podemos hacer algo bueno o malo con ella.
Una vida solo prorrogada no es necesariamente una vida humana. El primer progreso de la civilización consistió en que no se murieran los niños, el segundo en que muriéramos de viejos y el tercero en que vivamos de viejos. Somos conscientes de que hay un espacio de tiempo al que todavía no hemos conseguido darle una adecuada calidad. Que el alargamiento de la vida no implique necesariamente una mejora de su calidad es una prueba de que la tecnología arregla la dimensión tecnológica de los problemas, pero nada más.
Tan absurdo como el culto a la juventud es la veneración de la ancianidad: el paso de los años no nos hace, de manera inexorable, ni más inteligentes ni más desmemoriados.
La edad es una cosa que nos da oportunidades para convertirla en flexibilidad o en rigidez; puede hacernos más conscientes de las limitaciones, puede ser un aprendizaje de la decepción, pero los años también aumentan el riesgo de que se consoliden nuestros prejuicios y nos instalemos en el resentimiento. La única receta contra los inconvenientes de la edad es estimular el deseo de aprender.
Patricio González
La Televisión y las Vacaciones
Un verano más, da la sensación de que las principales cadenas de televisión y también de radio desprecian al espectador en estos meses estivales.
A lo peor creen que las vacaciones y las audiencias son incompatibles. De otra forma no tiene ninguna explicación la sucesión de programas repetidos, otros programas de auténtico saldo, series de tres al cuarto compradas en mercados de baratillo… Y después de todo esto en lo que me refiere a las cadenas de televisión en general está el fenómeno, ciertamente digno de estudio, de Telecinco, esto ya es aparte porque no solo no levanta cabeza en cuanto a la audiencia, sino que se va hundiendo cada día más de forma irremisible.
En julio ya Telecinco se vio superada por Televisión Española y no parece que sus medidas anticrisis estén dando resultados positivos. Si eso supone el fin de un modelo televisivo que consagró fundamentalmente la falta de educación, pues bienvenido sea el cambio de tendencia.
El desprecio es total hacia la audiencia menos en lo que se refiere al fútbol. Este mismo fin de semana vuelve la competición liguera y lo hace con los equipos todavía reconstruyéndose y pudiéndose comprar y vender jugadores hasta final de agosto.
Casi todos van a comenzar esta competición con jugadores recién llegados, pero es evidente que el riesgo es mayor para quienes regresan a la máxima categoría. Cada punto cuenta para seguir en Primera y no parece normal que se empiece una competición con el mercado futbolístico abierto.
Pero es curioso porque a partir de este próximo fin de semana las cadenas de radio y televisión se volcarán con el fútbol y se acabará el desprecio. Mientras , seguiremos con programaciones repetidas, unas madrugadas terribles y las ya famosas series turcas de mercadillo.
Patricio González
Con las Cosas de Comer no se juega
Acabamos de cruzar el recodo de julio/agosto, lo que siempre ha sido un punto de inflexión, en el que se apodera de todo el mes supremo de las vacaciones. Generalmente no hay más noticias que las cifras de operaciones salida y regreso, las regatas del rey en aguas de Mallorca (ah, no, las del otro rey en Sanxenxo) y el tímido comienzo de la liga de fútbol, que es un acontecimiento para los aficionados, pero ni ellos entran a tope, porque agosto lo cubre todo. También es verdad que, desde que no juegan Messi y Cristiano Ronaldo, para la mayoría de la gente, hasta el Real Madrid y el Barça son unas sombras que andan por ahí. Es decir, agosto es una especie de distracción antes de enfrentarse a la vida real cuando llegue septiembre.
Ahora sigue siendo así, aunque las noticias diarias son siempre bombazos. Y no me refiero a la guerra de Ucrania, que por desgracia ya forma parte de la costumbre; hablo del desbarajuste político que hay sobre la mesa, que es el resultado de políticas intransigentes y personalistas durante demasiados años. Los números son endiablados, y lo que significa cada uno de ellos lo sabemos todos.
Estamos en una encrucijada económica e histórica, que por lo visto hay manera de afrontar, pero lo que se discute son precisamente esos números, y se da la paradoja de que los partidos más votados, que en condiciones normales tendrían la voz cantante en este enredo, están prácticamente con la manos atadas, y las minorías parlamentarias, que pueden resolverlo de una manera o de otra, se atrincheran en posiciones y condiciones que nada tienen que ver con el interés general, sino con el particular de cada cual.
Digo yo que, aunque los partidos tengan implantación solo en determinados territorios, para esos intereses locales está la política autonómica (para algo hay 17 parlamentos), y cuando se llega a las Cortes Generales (especialmente el Congreso) es para mirar lo colectivo. Es que lo otro huele a chantaje, aunque es cierto que llevamos décadas aguantando ese tipo de política, porque ha faltado valentía y han sobrado las componendas. Ahora todo se vuelve en contra, y dicen que un tipo buscado por los tribunales españoles y autoexiliado en Bélgica tiene a su alcance el botón nuclear, pero no es cierto, porque ese mismo botón lo tienen las otras minorías, aunque solo dispongan de un solo escaño, y me temo que también van a tratar de sacar ventaja. Pero, con estos mismos números, nada de esto sería posible si hubiera un mínimo de sentido de Estado y de la inoportunidad de estos sesgos en un momento tan crucial. El poder que tienen esas minorías se lo han ido dando los dos grandes partidos de Gobierno durante 40 años.
Menos mal que llega agosto. Si me aburro, me voy a protestar contra la tomatina de Buñol, que me enseñaron que con la comida no se juega. Aunque será un esfuerzo inútil, porque en España llevamos demasiado tiempo jugando con las cosas de comer. Y no será porque no estén advertidos por la propia historia.
Patricio González
Hablar por hablar
Ajú, vaya semanita. Yo me pregunto por qué insistimos tanto en hablar de cualquier cosa como si fuésemos expertos en todo, como si nuestra voz pudiera tener alguna importancia o aportase algo a alguien. En realidad, lo único que conseguimos es crear problemas.
Lo curioso es que esto ocurre con mucha frecuencia y no pasa nada.
Los políticos hablan de la ciudadanía, de la gente de a pie. Y todos escuchamos como si todo esto fuera normal. ¿Acaso son ellos ciudadanos normales y corrientes? ¿Entienden lo que está pasando? Un tipo con chófer, ganando un dineral al mes, que no paga un café en el bar de la esquina y que vive en una casa estupenda, no puede entender el drama de alguien que pierde su vivienda por no pagar la hipoteca, ni lo que supone cambiar las ruedas a un coche de mierda cuando el sueldo es más bajo que la factura. Ni siquiera entiende que miles de personas tomen el café (barato) en casa para no pagar un café en el bar de la esquina. No lo pueden entender y no deberían decir las idioteces que dicen.
¿Hay algo más grotesco que hablar de un hijo cuando no lo tienes? Los padres miran perplejos a esos que opinan sin problemas sobre lo que supone sacar adelante una familia cuando viven solos o con su pareja.
Es bueno enfrentar puntos de vista. Eso es verdad. Pero no es tan bueno dar por buena la opinión de un hombre (cualquiera del mundo) sobre el aborto frente a la de una mujer que ha vivido el drama en primera persona. Por ejemplo.
Más. Un lector puede decir que le gusta o no una novela. Muy bien. A cada persona le puede agradar o no una obra y eso es indiscutible. Pero pasar al plano técnico es otro cantar. Alguien que no sabe construir una frase con corrección o que lo máximo que ha escrito es una postal, no parece el más adecuado para valorar técnicamente una novela. Y menos para escribirla. Y el mundo está lleno de individuos que escriben una cuartilla y se creen que son la reencarnación de Saramago.
¿No sería mucho más productivo que cada uno hablásemos de lo que sabemos? Si ya han pensado la respuesta hagan una cosa. Conecten el televisor. Y escuchen lo que dice el personal. Sean críticos con lo que vean y escuchen. Ya verán como la cosa es mucho peor de lo que pensaban.
Patricio González
Aunque sólo sea por una vez, los partidos políticos españoles deberían demostrar que existen para mejorar la vida de todos y dar estabilidad política y económica al país.La gran coalición es prácticamente imposible en España, un país siempre dividido y autodestructivo, como deja claro la Historia. Todos los partidos van a destruir al contrario, la izquierda quiere aniquilar a la derecha, o al revés. Hay quienes presumen de demócratas y no admiten que exista un partido como Vox, como los hay que no aceptan que haya partidos de extrema izquierda como Unidas Podemos o, ahora, Sumar.
Cuesta entender que tengamos que ver normal que un partido como EHBildu haya llevado a terroristas condenados en sus listas electorales, algunos por asesinato, y que se hable en serio de ilegalizar a un partido como Vox, sobre el que hay un acoso de la prensa mediática nada democrático, como hemos visto en la pasada campaña electoral, tan tóxica.
El partido de Santiago Abascal no puede formar parte de ningún gobierno sin bronca, pero Sánchez sí puede apoyarse en Bildu, Esquerra o Compromís para llegar a la Moncloa. Incluso gobernar con la extrema izquierda, como ha hecho.
Sin ganar las elecciones, está dispuesto a seguir en la Moncloa volviendo a pactar de nuevo con los mismos partidos, además de con el de Puigdemont, un señor que después de un intento de golpe de Estado se fugó escondido en el maletero de un coche.
O sea, que es un fugado de la Justicia española. Pero es que en el PP también están dispuestos a hablar con él, se supone que buscando su apoyo para que Feijóo sea investido como presidente del Gobierno el próximo 17 de agosto.
Esto quiere decir que son todos iguales, que sólo les interesa el poder y acabar con el contrario. ¿O creen que Núñez Feijóo no sería capaz de gobernar con el apoyo de Puigdemont para llegar a la Moncloa? Parece más digno que Sánchez, pero es un político y todos buscan el poder y aniquilar al contrario.
Patricio González
Sin ton ni son
Nos han hecho y nos hacen reír, nos hacen llorar, nos hacen soñar, imaginar, fantasear, bailar… incluso a veces hasta logran que nos durmamos. Durante las largas semanas de confinamiento para combatir la pandemia de la covid-19, sin la música, el cine, las series, la literatura, las publicaciones sobre artes plásticas y sin las grabaciones teatrales en youtube o en directo por ‘streaming’, la mayoría, en vez de asomarse a las ventanas y salir a los balcones a aplaudir a los sanitarios, nos habríamos tirado al vacío. Muchos de los problemas mentales que ha habido y que, todavía, existen , son una consecuencia de eso durísimos confinamientos .
El encierro, que fue duro, habría sido el infierno en la tierra. Pero toda esa cultura que nos salvó y nos salva cada día de embrutecernos y aburrirnos es fruto del trabajo de muchísimos profesionales. Esto suena suena a perogrullo. Y la verdad es que lo es.
Y también es más que sabido que esos agentes culturales y esa gente del mundo de la cultura que logran desde el escenario que lo pasemos pipa son personas como el resto, como todos nosotros.. Personas que tienen sus obligaciones, que tienen sus gastos y sus facturas , facturas que no las pagan los aplausos.
Muchos artistas y empresarios del sector cultural llevan desde 2021 sufriendo las de Caín por los impagos que están teniendo en muchísimas instituciones como ayuntamientos y diputaciones provinciales. E, incluso, también , en algunas de nuestras administraciones autonómicas.
Pero los días, los meses y los años pasan. Y los adelantos y créditos que se pidieron para poder llevar a cabo los espectáculos y actividades que se ejecutaron y no se han pagado tienen a muchos a punto de echar el cierre. De hecho, muchos han echado ya esos cierres.
Confiemos en que los nuevos equipos de gobierno de estas instituciones (del color que sean porque las hay de todos los colores) sean diligentes y solventes quitando la millonaria deuda cuanto antes.
Y que no olvide ninguno para el futuro que se hace de verdad cultura cuando se paga y no cuando se programa sin ton ni son y por la cara.
Patricio González
Ex-alcalde de Algeciras
Al salir, cierre la puerta
La política española está a día de hoy, de enhorabuena. Y no es por los resultados de las elecciones que nos dejan totalmente sin saber qué es lo que va a ocurrir sino porque después de nueve largos años ya podemos despedir, sin honores, al argentino Pablo Echenique, que un día se levantó liberal y se afilió a Ciudadanos y al poco tiempo , y al ver que conseguir el cargo en ese partido era difícil, se levantó comunista y se afilió a Podemos, con el que tuvo más suerte.
Su trayectoria política, a pesar de haber llegado bastante lejos, deja muchísimas sombras y pocas luces. No se le recuerda nada significativamente positivo que haya aportado Echenique a la vida pública en toda su trayectoria. Bueno, ni significativamente ni nada de nada.
Lo que sí deja Echenique es un legado lleno de polémicas, lleno de división, de salidas de tono y de miles y miles de intervenciones en las redes sociales llenas de odio, de maldad y de chistes sin gracia alguna.
Su desatada ambición le llevó incluso a enfrentarse al gran jefe, Pablo Iglesias, que luego lo perdonó y lo llevó a los cielos, para alegría del descarado Echenique.
Quizás a Pablo Iglesias le apasionaba la mala baba del argentino, o quizás le interesaba un fiel sirviente que hiciera el trabajo sucio sin muchos escrúpulos.
A pesar de pasarse nueve años sentando cátedra sobre principios, igualdad, transparencia y muchas otras cosas bonitas, el ex dirigente morado y fracasado naranja fue condenado en firme por contratar en negro a una asistente personal. Sin contrato y sin cotizar. ¿La culpa? Del sistema, claro. Al menos eso fue lo que alegó Echenique, en una de sus tantas tropelías.
Se fue de la política quejándose, para no variar, y lanzando dardos envenenados a todos sus camaradas de Sumar.
Fue el último show, esperemos, de un político que cumplió su sueño, pero que fue la pesadilla de muchos.
Adiós Echenique y al salir , cierra la puerta.
Patricio González
Ex Alcalde de Algeciras
17 de Agosto
Ese día podremos saber a ciencia cierta si hay algún avance concreto hacia la gobernabilidad de este país. Esa es la fecha marcada para la constitución del Congreso y tocará elegir la composición de la Mesa del Congreso. Con un resultado tan ajustado por bloques, tendrán que ponerse de acuerdo los grandes partidos o cada uno de esos bloques.
Si ocurre esto último, será un indicador
de que el camino empieza a estar abonado para un acuerdo de investidura. ¿Puede
ocurrir lo primero, esto es, un gran pacto entre PP y PSOE sobre la Mesa?
Sinceramente, lo dudo, porque en ese caso uno y otro estarían enfadando a
quienes se supone que le van a pedir el voto para la designación de Feijóo o de
Sánchez.
En
Europa ha habido casos de grandes alianzas entre los principales partidos, con
Alemania como ejemplo que se cita casi siempre. Pero esos casos no acaban bien
para una de las partes, que termina pagándolo en las urnas en la siguiente cita
electoral.
Otra cosa son los sistemas presidenciales, como es el caso de Francia, donde el electorado designa directamente al inquilino del Elíseo. Pero incluso en esos casos, donde el presidente tiene un poder casi absoluto, ha habido momentos de cohabitación, esto es, de convivencia del presidente con un primer ministro que no es de su partido porque en la asamblea legislativa está controlada por una mayoría diferente a la del jefe del Estado.
Esos mecanismos de equilibrio pueden ralentizar la toma de decisiones pero, desde luego, son garantías democráticas. Como en España también lo es que el panorama mayoritario en el Congreso sea uno y en el Senado pueda ser otro completamente diferente. A fin de cuentas, lo que se demuestra con esa pluralidad es que hay una exigencia ciudadana de equilibrios y, sobre todo, de diálogo.
Esto último es la gran lección de la soberanía popular en este 23de julio J:frente a una campaña en la que los principales candidatos no querían hablar entre sí y cuando se vieron a cara ni siquiera se escucharon, el mandato de las urnas es, precisamente. todo lo contrario.
Patricio González