¿No tengo nada que opinar?, me peguntan en estas últimas jornadas y yo, respetando a todo el mundo, empezando por mí mismo, esbozo una mueca a modo de sonrisa y guardo silencio, empiezo a recordar que lo último que escribí fueron esas líneas que bajo el título “I KNOW NOT WHAT TOMORROW WILL BRING” y evocando al maestro Fernando Pessoa, envié hace unos días y que fueron publicadas por mi hijo en su periódico digital allá en Argentina. La verdad es que esperé alguna respuesta, una mínima reacción, incluso algún iracundo ataque porque tal vez nunca había expresado tanto de mí, ni me había definido tan nítidamente, como en aquellas páginas, por extrañas que estas fuesen… ¡Hasta reconocí por escrito algo que casi nunca había comentado con nadie: mi deseo de haber nacido en otro lugar, un siglo antes y no haber llegado vivo a mediados del siglo pasado.
Ahora no tengo nada de opinar, o más bien, no tengo ganas de hacerlo, habiendo recordado las recomendaciones que en aquella carta póstuma, llegada a mis manos sesenta años después de habérmela escrito, y de la cual tuve ocasión en su momento de hacer un extenso comentario, me hacía mi abuelo. Si, sus recomendaciones tienen plena vigencia en estos días, después del último episodio de suicidio patrio, de las famosas elecciones. Al cabo, tal vez sea momento de recordar aquella última estrofa de un poema de Cernuda titulado “Impresión de destierro”
“Andando me seguía
Como si fuera solo bajo un peso invisible,
Arrastrando la losa de su tumba;
Más luego se detuvo.
¡¿España?!, dijo: ¡Un nombre!.
España ha muerto!. Había
Una súbita esquina en la calleja.
Le vi borrarse entre la sombra húmeda!
¿Opinar? ¿De qué?. Puedo a lo sumo mirar, ver, contemplar, oír y dejarles a ustedes que sigan por su senda… ya lo ven, ya lo saben, ya tienen formadas sus sólidas y responsables ideas con respecto a todo lo que les es querido, deseable, no solo para aquí, para este lugar maravilloso en el que todo va tan bien y que ha de ir mejor en el futuro inmediato con la respuesta madura y seria de una sociedad que ha votado por la ingobernabilidad y el enfrentamiento que es lo que por lo visto va a sacar de su invertebrabilidad a España, esta España en estado agónico permanente de pretendida regeneración. ¡No, no opino, pues ya lo han hecho los demás!, solo me queda seguir observando y esperar….
¿Opinar del mundo, de cómo anda el mundo, de esa guerra que tanto beneficia a los europeos, y muy especialmente a los españoles, una guerra que no está formalmente declarada pero en la que estamos involucrados hasta el cuello y sobre la que cualquier manifestación en contra de lo que suponga la información sesgada, censurada y falsa de los proclamados dogmáticamente buenos está condenada hasta la persecución?. Mi mundo está visto que es otro, y que hasta no existe… ¿Para qué vale que opine?. ¡Algún día la situación se resolverá, y no seré yo quien vaya a sorprenderse con lo que pasará, pero los demás pueden que estén jugándose la propia existencia…ya se verá!.
Se puede opinar sobre muchas cosas, sobre todo y desde todo, y mucho más desde que el ser humano inventó esa falacia de la llamada opinión pública, e indiscutiblemente yo he sido muy dado manifestar mis opiniones a través de los años, pero indiscutiblemente lo he hecho desde una percepción errónea, en la creencia de que porque los tiempos, mis tiempos, han estado marcando una especie de alternativa entre individualismo y colectivismo durante todo el periodo de la llamada “guerra fría” y quizá se pasó d largo demasiado intensamente a la persona, cuando en realidad, y ya las mentes despiertan, frente al individualismo la única alternativa es la persona, pero han de pasar, me temo, muchos años aún hasta que tome carta de naturaleza esta idea. Pero el individualismo invasor, invasivo y prepotente está ahí y aunque no podrá durar para siempre, de hecho ahí está, tratando de expandirse, aunque ya con una fuerte reacción, cada vez más intensa, mediante su arma clave, su dogma pretendidamente universal, su gran mito: La democracia. Y no voy a opinar tampoco sobre ella, primero, porque ya es manifiestamente conocida mi postura, segundo, porque no me merece la pena y es a los demás a los que les corresponde comprometerse. Solo señalaré que para cualquier mente libre, despejada de prejuicios y adoctrinamientos de los días presentes, individualismo y colectividad son la misma cosa, aunque no se preocupen el lector, si es que hay alguno, que no voy a ponerme a citar la extensa bibliografía existente al respecto.
Si, desde luego, considero que debo aportar ciertos datos que son plenamente de actualidad. Y Partiré de Winston Churchill, el mayor de los cínicos del siglo XX, del que por cierto, los españoles de la media España revisionista y manipuladora de la historia deberían señalar con datos que son públicos, que tal vez sin en suministro de armas y combustible a través de Gibraltar a favor del Ejercito Nacional,, ordenado por Churchill, las cosas hubieran sido un poco distintas en la Guerra contra la tiranía social-comunista republicana. Si este sujeto al que se le achaca lo de que la democracia era un mal menor, el menos malo de los sistemas, lo que realmente dijo fue: “It hass been said that democracy is the worst form of gobernemment except all those other forms that have been tried From time to time”, y el matiz es importante aunque nunca se refiera.
Siguiendo sin opinar, solo observando: la democracia es un curioso fenómeno que dice ser el gobierno del pueblo para el pueblo, pero en ese caso tendría que ser de todos para todos. Si hay alternancia de dos bloques, por ejemplo, aunque ya no sea un gobierno de todos para todos, sería de unos para ahora, y de los otros para después, con libertad plena de hacer cuando el poder esté en manos de unos o de los otros, cumpliendo un cierto inmoral equilibrio… pero si son más bloques , ¿Cómo se soluciona?. Sobre todo cuando se constata que la democracia no puede ser más que un sistema de círculo cerrado en el que siempre ha de surgir conflicto entre gobernantes y gobernados en su pretensión, inviable, se der los mismos, evidenciando que no se mueve el engranaje del sistema por ningún hipotético bien común general sino por intereses parciales.
Observo también que muchos son los que piensan, aunque no atreviéndose a actuar en consecuencia, lo que René Guenón expresó magníficamente en su obra “El Reino de la Cantidad y los Símbolos de Nuestro Tiempo”. El axioma de la supremacía de las mayorías, y repito que observo, no opino, pero me pregunto: ¿Qué diría la gente si se le pregunta por la participación de este país en la guerra contra Rusia o en tantas otras batallitas en las que estamos involucrados, o por qué hacer con Cataluña y Vascongadas a la vista del resultado electoral y las necesidades de los líderes políticos para gobernar? ¿O cuál cree la sociedad que es el bien común?. ¿O en que consiste el pluralismo?
Dejémoslo ahí y contemplemos nuestro entorno, miremos a América, y no a ese lugar que para mí es lo bastante aberrante como para que se me presente cada vez más abominable, aunque por imperativos obvios debo de ir, como todos mis conciudadanos, arrastrándome tras el cuan babosas. Observen como una importantísima parte de la población del centro y sur de América se gobiernan por formulas en las que la democracia, muchas veces aceptada por la fuerza, desarrolla sus particularismos diferenciales. Vayamos a Africa y, sencillamente, veamos lo que pasa allí y ahora y como se van conformando las alianzas, observemos como en los países asiáticos no se acaba de instaurar el sistema perfecto que aquí tanto les gusta a ustedes, y si quieren ver las cosas más claras, ocúpense de estudiar la India y como se piensa, se vive y se entiende la democracia de manera tan peculiar. ¿Y si miramos la cultura islámica?
Solo invito a observar, porque todo lo que tuve que decir al respecto de esto ya lo dije y me cansé de hacerlo, solo invito a pensar que tras toda la verborrea dialéctica de igualdades, progresos, diálogos, progreso, etc…existe una gran consigna: ”El que no está conmigo, está contra mí”, y propongo pararse a pensar en que el sistema perfecto, ese que nos mete en guerras donde nadie nos ha llamada, nos obliga a imponer por el mundo lo que parece que es la única forma de pensar y convivir que hay, porque así nos lo han dicho e impuesto también a nosotros, es un sistema, es un modo de proceder en el cual los dirigentes van a mantener firmemente que ellos son los demócratas pero los demás, los supuestos gobernantes y a la vez gobernados, no lo son.
Y ahora les toca esperar, si, a ustedes, porque yo lo que espero todavía no se vislumbra en el horizonte, que es lo que harán con sus votos, que le dará quien a quienes, les toca ver la cruda realidad de un sistema agónico.
¡Con lo bien que me hubiera ido adelantarme un siglo en esto de vivir!
Manuel Alba
Abogado en ejercicio