Siento, señora ministra, no haber podido coincidir en ningún acto, ni haber tenido oportunidad de conocernos y cambiar impresiones sobre Gibraltar. Lo hago siempre que tengo oportunidad de exponer mis conocimientos, mis experiencias, con todo aquel personaje con quien puedo conversar, aunque sea brevemente. Lo hice con el presidente Pedro Sánchez, desmontando algunos de los equívocos “interesados” que corren por Madrid, lo hice en Londres con el personal de la embajada española y con la entonces presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz Pacheco, en un viaje oficial que hizo por motivos turísticos a la capital británica.
Soy el decano de los periodistas del Campo de Gibraltar, Marbella y la Costa del Sol y dicen de mi que soy el que mejor conoce la problemática de Gibraltar, a su pueblo y el sentir de sus gentes. Tengo ya 86 años y tenía solamente 12 cuando hice con mis padres (de la comarca de Calatayud en Zaragoza) la primera vista al Peñón. La recuerdo con simpatía por el recibimiento que nos dispensaron algunos amigos de mi padre (Solomón Seruya, Navarro, Attias, etc) y por haber sido la primera vez en mi vida que tomé una Coca-cola.
En aquel entonces se estaban pasando los años de la hambre, los años 40 y Gibraltar, se lo puede imaginar, era como un fabuloso pequeño mundo donde no había escasez de nada. En aquellos años, toda la Baja Andalucía o lo que equivale a decir, “media Andalucía” comía gracias a Gibraltar. Ahora, como usted ha reconocido en el Parlamento, la economía de la zona circundante, sigue dependiendo de Gibraltar, como demostró un concienzudo estudio de la Cámara de Comercio.
Se instalaron mis padres en La Línea de la Concepción para poder vender las frutas de Aragón sobre todo a las escuadras que llenaban de barcos de guerra aliados el puerto de Gibraltar y sus aguas. Incluyendo a los famosos cargueros “Liberty” que traían el material de guerra para apoyar al mariscal Montgomery en la guerra del desierto contra Rommel. Las dotaciones demandaban suministros y las frutas de Aragón se vendían fácilmente, así como las verduras que llegaban al mercado de La Línea de la Concepción desde los campos andaluces.
Pero yo seguí mi vocación periodística y después de contribuir a la fundación y puesta en marcha del Diario AREA, me encontré años después trabajando en la Redacción del Diario “Sol de España” en Málaga. La frontera estaba cerrada y como un telón de acero, nadie sabia en España que estaba pasando allí dentro. Junto a mi hijo José María (Museo de la Radio de Banda Ciudadana CB en San Roque), burlamos el bloqueo, saltamos la Verja por las ondas, con nuestras emisoras de Banda Ciudadana poniendo en contacto cada noche a familias de uno y otro lado, haciendo una labor humanitaria impresionante. No sabe usted lo que era oír: “Manolo, como está mamá” y que le contestaran: “La enterramos la semana pasada”. O la comunicación emocionante de un parto y la llegada de un nuevo miembro de la familia o el saber que la “la niña ya hizo la primera Comunión, ¡qué pena de estar separados!”. El cierre fue un drama humano impresionante.
Fui el primer periodista español que entró en Gibraltar con la frontera cerrada para realizar un serial de entrevistas y reportajes, cubrir las elecciones legislativas e informar en España del sentimiento que había dentro de Gibraltar. Crucé la bahía a bordo de la lancha de una amigo médico residente en San Roque que tenía a muchos pacientes en Gibraltar y repetí la experiencia varias veces.
Luego, ya en Democracia, pero con la frontera aún cerrada viajé desde el Puerto de Estepona con el alcalde de I.U a bordo, para entrevistar a Joshua Hassan (luego Sir Joshua).
Con esta introducción a grandes rasgos quiero significarle que he vivido y he sufrido los avatares de Gibraltar desde aquellos años 40 hasta que un día quedé atrapado 9 horas en una de aquellas inhumanas colas con que el entonces ministro García Margallo (para mí un fanfarrón y un mal español, porque hacía daño a los propios españoles) quería castigar a los gibraltareños y doblegarlos por no querer ser españoles, cuando a los que tenía encerrados en sus coches eran a miles de españoles, trabajadores, o familiares que habíamos cruzado o a los muchos cientos de turistas ya que en los hoteles de la Costa del Sol se considera a Gibraltar como un atractivo más de la Costa, por su historia tan vinculada a ingleses, franceses, holandeses, norteamericanos, etc. y por sus indudables atractivos de la Cueva de San Miguel o de los túneles con vestigios que son una Museo Vivo de la Historia.
Por supuesto que viví e informé de los Acuerdos de Córdoba con Geoff Hoon, Moratinos y Caruana y el posterior encuentro histórico en la cima del Peñón, esta vez con David Miliband representando a UK. y cómo luego, en cuanto hubo cambio de Gobierno, se “tumbaron” incluso con el cierre del Instituto Cervantes que tan brillante trabajo había realizado para difundir la cultura española, sobre todo en cientos y cientos de jóvenes gibraltareños que quisieron perfeccionar su español para conseguir los “A” Level en su educación. Afortunadamente, Reino Unido ha seguido pagando millones de libras a los españoles que un día trabajaron en Gibraltar y a los que la España de entonces, les “cerró” la fábrica.
Aplaudí el acierto de que el ministro Moratinos, decidiese cambiar el chip y la política del palo y tente tieso contra el pueblo de Gibraltar, abriendo el Foro de Diálogo para tratar de ir solucionando desencuentros y problemas de convivencia. Duró poco.
Ahora, señora Arancha González Laya, celebro mucho que en su reciente exposición en el Congreso de los Diputados basara este acertado “cambio de chip” en la diplomacia española con respecto a Gibraltar en el fútil empeño de más de 300 años perdidos en enfrentamientos inútiles, en crear una crispación que nada bueno ha traído, sobre todo para el Campo de Gibraltar y muy especialmente para la ciudad fronteriza de La Línea de la Concepción.
El patriotismo bien entendido es el que permite hacer grande a nuestro país, no el que pregona mentiras e inexactitudes y se entretiene en intoxicar a los españoles con mentiras y falsedades para crear un clima anti Gibraltar, proclamando no sé que patriotismo, nada realista, por supuesto. Gibraltar es una realidad que está ahí desde hace 317 años y es un enclave que da riqueza y trabajo a todo el entorno.
No voy a poner como ejemplo de convivencia otros enclaves, o microestados que son incluso miembros de la Unión Europea, como Mónaco que convive con la Costa Azul, San Marino, Liechtenstein, Malta o incluso el Estado Vaticano donde nunca he visto a ningún “patriota” italiano ondear la bandera de Roma diciendo “esto es nuestro”. Es decir, se impone la convivencia , el establecer fórmulas de cooperación que sean capaces de solucionar el día a día de las familias de uno y otro lado, sin enfrentamiento, ni crispación, sin tener que estar a cada momento echándose en cara lo de la soberanía ni el control de las aguas.
Conozco muy bien las potencialidades de un enclave tan privilegiado como es esta zona a caballo entre dos continentes, asomándose a la calle por la que cada año pasan 120.000 barcos, casi 300 diarios y coincido en que la “Prosperidad Compartida” es una buena opción para optar al desarrollo conjunto a ambos lados de la Verja.
Con más de 40.000 parados registrados en el Campo de Gibraltar, el Gobierno de España está obligado a buscar fórmulas atractivas para atraer empresas a La Línea y San Roque, los dos municipios más cercanos a Gibraltar que junto con el polígono de Guadacorte, en el centro mismo de la Bahía tienen polígonos y suelo industrial disponible capaz para recibir nuevas industrias.
El alcalde de La Línea de la Concepción, quiere que este municipio sea considerado como Ciudad Autónoma con el mismo régimen fiscal de Canarias, Ceuta y Melilla, para poder atraer empresas a base de ofrecer incentivos fiscales.
La “Prosperidad Compartida” claro que se puede lograr, que se puede hacer realidad, señora ministra, si como he explicado en un reciente artículo, que podrá leer en este enlace: https://latribunahoy.com/54839/, se dan las circunstancias adecuadas pare ello.
Y las cesiones en materia fiscal, son prioritarias, máxime cuando el empresario se queja de que está asediado con demasiados impuestos.
Ya sé que el fin último de su gestión como ministra de Asuntos Exteriores del Gobierno del Reino de España será su empeño en integrar en España de alguna manera al territorio británico de Ultramar de Gibraltar (no sé porque a estas alturas se le sigue denominando en España “colonia de Gibraltar” cuando no lo es). Pero hay que ser consciente de que es necesario “echar la pelota muy lejos” o ir buscando soluciones imaginativas sino para integrarlo, si para conseguir una nueva relación que favorezca la “prosperidad compartida” con la deprimida Baja Andalucía. Si se consigue (yo estoy convencido que es posible y necesario) esa “prosperidad compartida” tendrá que ser a base de crear mucha confianza y mucha ilusión en el proyecto entre los gibraltareños. Tienen el mal ejemplo de Margallo que dio al traste con la interesante iniciativa del Foro Tripartito. Y lamentablemente, no se fían, en absoluto, de las intenciones de una España que tan mal les ha tratado siempre.
Ese sentimiento no se puede decir que sea un sentimiento antiespañol, pues el gibraltareño ama a España y a sus vecinos españoles, pero no se fía de los políticos y de los “patriotas” españoles que tan mal lo han tratado y desde algunos sectores ultra, lo siguen tratando e insultando. Cada vez que alguno de ellos en Madrid, en Sevilla o en Algeciras donde hay algún político a nivel municipal que se distingue por su animadversión a Gibraltar o cada vez que alguno de ellos, saca la bandera española para acusar a Gibraltar con la falacia, la gran mentira de las 86.000 empresas inexistentes; que el ministro principal vive en Sotogrande o cualquiera de las muchas mentiras que se airean para intoxicar en contra de Gibraltar, el gibraltareño se retrotrae y se mete en su caparazón para hacerse más gibraltareño que nunca “british we are, british we stay”. Por ello, la posibilidad de que la Guardia Civil o la Policía Nacional puedan entrar en Gibraltar a prestar servicio es algo que levanta ampollas, aunque si puedan admitir que sean funcionarios Frontex de la Unión Europea: italianos, portugueses, belgas o malteses, los que puedan hacer ese trabajo de supervisar “para España” el control de la fronteras externas de acuerdo con los postulados Schengen.
Esa postura del pueblo de Gibraltar a ser reacio a ceder en soberanía o control está muy a flor de piel y cualquier desliz puede hacer que el Acuerdo de Nochevieja pueda irse al traste. Por ello, en el siguiente paso, como es la “armonización” y el Acuerdo Aduanero, puede haber rechazos y el ministro principal y el Gobierno británico pueden encontrarse con un rechazo de algunos sectores del pueblo gibraltareño que impida el avance, si en estos seis meses de plazo, el equipo europeo de Barnier y los responsables de la Unión Europea han dado el visto bueno al Acuerdo de Nochevieja, para seguir adelante.
Efectivamente, señora ministra, no es fácil su tarea en la negociación sobre la cuestión de Gibraltar y menos si en el Ministerio existen aún diplomáticos que hacen y han hecho bandera con la “política Castiella” tan arraigada en algunos elementos “nostálgicos”. Que pena que se haya ido Antonio Garcia Ferrer con quien tuve el placer de conversar en persona sobre Gibraltar de cuya cuestión era un gran entendido.
Sepa que cada frase suya, cada palabra referida a Gibraltar es seguida y comentada por todos los gibraltareños que, tienen fe y esperanza en un nuevo futuro, en unas nuevas relaciones y en ese deseo de la “prosperidad compartida” que anhelan, siempre que no haya un ogro (como se ha definido a España) listo para tragarse a Gibraltar.
La fórmula de querer acabar con los 300 años de enfrentamiento inútil y de crispación constante, es básica si se quieren tender puentes hacia un futuro basado en las prosperidad conjunta. Pero huyendo del mínimo resquicio que fomente la desconfianza. Ya sabe el refrán de nuestras abuelas: “El gato escaldado…” .
Le deseo muchos éxitos al tratar cuestión tan delicada como la de Gibraltar donde tantas sensibilidades se concitan, aquí y allí. Y espero, por el bien de todos en estas tierras al Sur del Sur, que la Comunidad Económica Europea no tenga en cuenta voces tan discordantes en este tema, como las de Garcia Margallo, González Pons y otros y ayude a que este “territorio europeo” no sea marginado ni aislado por Europa.
Adelante!!, su novedosa posición en un político español, es muy realista y adecuada para avanzar. La vuelta del Instituto Cervantes para ayudar a difundir la cultura española en Gibraltar, para que las nuevas generaciones de gibraltareños usen correctamente nuestro idioma, es un paso acertado y no ya por intentar arreglar el estropicio y el daño que hizo Margallo sino porque es un elemento de cohesión a través de la Cultura. El director que tenía el Cervantes (esperemos que vuelva a su cargo) tenía una especial sensibilidad para no herir susceptibilidades y realizar bien el trabajo encomendado. Diplomáticamente, como se espera de un diplomático como él. En Gibraltar hasta abril de 1954 existía un consulado español.
Mucha suerte y acierto. Y que los acuerdos de Nochevieja, queden bien fijados por la Unión Europea y ningún cambio de viento, ni de política futura los afecte. Falta hace.
Atentamente,
José Luis Yagüe Ormad
Periodista
Inscrito en el Registro Oficial de Periodistas con el num. 4304
Decano de la los Periodistas del Campo de Gibraltar, Málaga y la Costa del Sol