La mayoría de los expertos sanitarios del mundo desarrollado, dicen que nuestra salud depende en gran parte de los centímetros que acumula nuestra cintura, pero no es esa la intención de esta tribuna periodística digital, sino que hagamos juntos una reflexión sobre la capacidad de encaje que nuestros personajes públicos tienen en relación a las criticas que los demás hacemos sobre sus actuaciones.
Hay quienes, y mas en estas fechas de Campaña Electoral , no les parecen bien nada de lo que digan los otros, y ejercen el fácil deporte de criticar por criticar, o bien utilizan el lenguaje como un vehículo de carroña para fabricar mentiras o poner en circulación maledicencias, que aunque en un principio vuelan a la velocidad del sonido, acaban cojeando y descubriendo lo que de mezquindad encierran.
Quizás deberíamos, desde una visión equilibrada, positiva y generosa, mantenernos siempre receptivos a los planteamientos y comentarios de los demás, aislándonos de los que siempre pretenden nuestra destrucción, y que aunque no seamos capaces de escuchar, aprender y mejorar lo que expresan, tienen el mismo derecho que nosotros a manifestar libremente sus opiniones.
Cuando se trata de personajes que se dedican a la política y ahora que estamos en plena campaña electoral para las Elecciones Generales con que empalmaran con Municipales y Europeas , observamos con frecuencia una reacción airada y desproporcionada ante cualquier observación que no sea dar palmaditas en la espalda, sembrar el aire de halagos y hacer loas por encargo , aunque nos quieran hacer creer que lo blanco es negro, lo redondo cuadrado y hacer comulgar con ruedas de molino.
Siempre he sostenido que debemos ejercer de personas, aprender día a día a ser demócratas y aspirar a ser los istas y ares de turno que cada cual profese, y eso supone que nuestras ideas, conceptos y proyectos , al menos desde una óptica de izquierdas , siempre deben estar en revisión y sometidas a una permanente crítica y autocrítica.
Por eso, estemos en el gobierno o en la oposición de turno, lo más saludable políticamente debe ser la asunción honesta de las discrepancias y las diferencias que plantea el adversario, no como un ejercicio demagógico de conseguir un canasto de votos, sino como un modo de mejorar los posibles errores que cometemos, y que hemos de reconocer que no son pocos.
Tal vez deberíamos liberarnos de fantasmas mentales, y aceptar con verdadera cintura política, que cuando alguien te expresa su desacuerdo con algo que tu has hecho o deseas realizar, te está regalando una oportunidad para hacer mejor las cosas y lejos de creernos en posesión de la única verdad, deberíamos extraer una lectura positiva y tratar de convertir los inconvenientes en ventajas.
Resulta saludable tener el espíritu y el ánimo preparados, para aquellas reprobaciones injustificadas, que sólo se refieren a generalidades o aspectos personales, que nada tienen que ver ni con nuestra forma de actuar ni con la pretensión de mejorar la realidad.
Ante este tipo de actitudes, hemos de ser lo suficientemente prudentes, serenos y maduros como para relativizar los comentarios y tratar de neutralizar a quien los profiere, no disparando con pólvora mojada ni lanzando al aire fuegos fatuos, no dejándonos intimidar por cobardes amenazas, sino pidiéndoles simplemente que nos concreten cuales son los motivos que le hacen estar tan aparentemente enfadados y sean capaces de reconocer “nos hemos equivocado”.
Como decía Perich, ese gran humorista, escritor y dibujante catalán;”la democracia obliga a respetar todas las opiniones,!pero no puede hacer nada para que todas las opiniones sean respetables!
Juan Antonio Palacios Escobar