¡Yo creía, bueno, yo creía muchas cosas y cada vez me doy cuenta de que me convendría ser menos creyente!. Y entre otras en las que creía era mediante el mecanismo del artículo 99 de la Constitución Española, apartados 1.2.3.4y 5., desarrollados en los artículos 170 a 172 del Reglamento del Congreso de los Diputados de 10 de febrero de 1.982. Yo creía, por lo tanto, que en el organigrama del Reino de España había unas fórmulas, unos mínimos, unas apariencias que guardar del cara al respeto del Orden Constitucional… ¡Pero está visto que soy un auténtico ejemplar de tarado legalista que cumple a rajatabla las leyes, leyes en las que no cree, por cierto, por su propia esencia imperativa, y ve como los que tienen todo el día en la boca sus proclamas de fe teológica en el sistema se las saltan por necesidad de sus propios intereses.
No quería escribir de todo esto, pero, al final, no me queda otra alternativa que opinar y así lo he de hace, desde la convicción de que poco queda en que creer. Y es que pensaba que tras unas elecciones generales, y en unas circunstancias un tanto dificultosas, más que enviar al Jefe del Estado a Cuba, donde lo que tuviese que hacer, que no parece que fuese mucho, y desde luego, en absoluto inaplazable, lo que se bebería hacer es poner en marcha los mecanismos constitucionales de formación de Gobierno, el artículo 99… ¡Pero no! Con el Rey fuera, de paseo por la Habana, el que nunca duda en ejercer como Jefe del Estado, asumiendo prerrogativas que no le corresponden, el que desearía ser más que un Presidente de la República y pasar a la Historia como Pedro II de España, ya tenía hechas las consultas que al Soberano competen, preparadas las vicepresidencias y los ministerios del futuro gobierno de Frente Popular y “atado y bien atado” como dijera su idolatrado desenterrado, el futuro inmediato, de tal modo que al regreso del Monarca, Felipe VI no tuviese escapatoria, actuando al modo de quienes rodearon al anterior Felipe, el V, y muy especialmente como un embaucador Cardenal Alberoni siempre al servicio de la Farnesio.
¿El Rey que ha dicho del pacto del Frente Popular? … Se supone que debería ser él quien debería proponer el candidato a Presidente de Gobierno a través del Presidente del Congreso de los Diputados, después de consultados los distintos líderes políticos. ¿Ahora que tiene que hacer?, igual esperar que Sánchez le diga “Camarada Rey, ya te hemos adelantado el trabajo, y no tienes que aguantar los royos de unos y otros, ¿ves: todo resuelto”. ¡No lo sé, tal vez sean formas nuevas del populismo!
Todos, eso sí, han bramado por el dichoso pacto, pero a nadie he oído decir que se trata de una maniobra atemporal, fuera de Ley, atentatoria contra el tasado y riguroso sistema del articulo 99 de la Constitución realizado, además, con la agravante de haber efectuado algo que los propios recién casados daban por imposible antes de esas elecciones, tomadura de pelo, engaña bobos nacional, demostración de impertinencia y fracaso de la pareja cuyo futuro se augura corto, dañino y doloroso. Y asegurándose que el Rey estuviera en un viaje que podría haberse hecho antes, o después, un viaje iniciado el lunes postelectoral en el cual ninguna expectativa se ha cumplido porque ninguna se había previsto, salvo tener a Felipe VI lejos de Madrid y el Estado sin su cabeza visible. ¡Nadie ha dicho, que yo sepa. ¿Y el Rey qué?, tampoco parece que S.M. haya expresado nada que haya trascendido…. ¡La cosa pinta mal! ¡Todo por el poder! Esa es la consigna de los tiempos, un poder cifrable y cuantificables que inquieta a la medida que el tiempo pasa en unas sociedades que nadie quiere ver que son improductivas, y no ahora, sino desde hace ya años, en las que no se puede dar sin recibir y en las que no se podrá sacar de donde deje de haber…pero mientras habrá justificaciones para todo y fieles y devotos cofrades. Y muchos somos los que muchas cosas hemos visto pasar ante nuestros ojos, muchos túneles sin final de un lado y del otro y ninguna voluntad de poner fin. Nadie mira de puertas hacia dentro y ahora siguen como si no hubiera pasado nada, como hace unas semanas…
Volvemos a la dinamización del diálogo como argumento para alimentar el volcán catalán y para que no nos olvidemos que ellos no cambiarán pero nosotros, los equivocados, los malditos, lo haremos por las buenas o por las malas, volvemos a no asumir responsabilidades por los ERE, ni por nada que pase con el dinero de todos porque no es de nadie, y seguimos el camino de unos pensamientos trasnochados y tercermundistas. Siempre lo mismo, siempre los mismos, lo que el tiempo ha cambiado en mi es el cinismo, la dureza, algo que creí que se iría amainando con los años, y de hecho se dulcificó durante cuatro o seis lustros, pero que ha regresado a mí con una insolencia despiadada, la necesaria, la precisa para decirle a aquel que fuera Ministro en su momento y que dice ser mi amigo lo que de verdad pienso de él y de su brillante carrera cimentada de traiciones y engaños, o la respuesta a aquel que pretende aún, en el ocaso de la vida, que le abra otra puertecita, haciéndole saber que solo le franquearé la del infierno.
No, cada vez creo en menos de lo que se supone que se debe creer y cada vez veo más claro la predicción de aquel falangista irreductible que fue mi padre, que no lo pasó bien con Franco, el ansiado desenterrado de Pedro el de la Moncloa y del que poco, más bien nada, se me habrá oído ensalzar, a pesar de tener que llevar el sambenito correspondiente que me otorga la memez del populacho: El, falangista y republicano, yo monárquico de la Restauración, él sabía cómo cabrearme repitiéndome cada vez que tenía ocasión: “ Esto dura de Felipe a Felipe”, “Esto te dura de Felipe a Felipe”. Sostenía que Luís XIV nos colocó a Felipe V como Rey de España para conjurar el peligro de que tamaño débil mentar reinase en Francia, comenzando a desmontar lo que quedaba de la Gran España y que el hijo del “adoptivo de Franco” , del que siempre debió para mí ser Juan IV, será quien cierre España definitivamente. ¡Mi padre va a tener razón!
Manuel Alba
21 de noviembre de 2019