Siguiendo con la cascada de malas noticias que nos agrían cada día el desayuno y atormentan nuestro sueño, me entero de primera mano, hablando con las “Hermanitas de los pobres de Ronda” que, al día de hoy, cuando más se necesita, están en la más absoluta ruina, carecen de medios que debieran facilitarles las instituciones públicas y de no ser por las aportaciones de particulares, se verán abocadas al cierre y abandono de 70 ancianos que tienen a su cuidado en la actualidad y que debieran estar a cargo del Estado.
Obligado cierre de manos que se dan sin tener que recibir nada a cambio cuando, solamente, hace falta que los poderes públicos ayuden un poco a esas instituciones que desde tiempos pretéritos se han dedicado a socorrer a los necesitados abandonados por la Sociedad y por el Estado, sin pedir nada a cambio.
Se me arruga la próstata y se me agudizan los sentidos cuando cruzan ante mí los relojes de estos tiempos vacíos de ternura, pero llenos de “palabras bonitas”, brindis al sol, sueldos escandalosos de los políticos y promesas que ya de partida no se piensan cumplir porque nos tienen entretenidos con el “pan y circo” del extinto imperio romano. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a este punto de inflexión?
Se agudizan las malas perspectivas económicas y morales, y ni siquiera sirven de aviso a navegantes, a aquellos que creen que se puede vivir sin dar nada a cambio, a aquellos que creen que se puede malherir sin ser dañados, a aquellos que se encuentran inmersos en permanentes refriegas en la que todos pisan a todos para sacar “tajada”, y en la que todos se dan codazos y se aplastan, típico de la sociedad actual, sin entender que la vida, en realidad, es un eco: todo lo que des te lo devolverá. Sin duda. Y por ello, si no te gusta lo que estás recibiendo, revisa lo que estás dando.
El ser humano creo que ni siquiera es consciente de su tiranía hasta que ésta no se cruza en su camino, como está sucediendo con la actual pandemia y con las sucesivas “crisis”, y le hace empequeñecer, ver que no somos nada, minúsculos seres inmersos en una danza infernal… pero no obstante, en lugar de ayudar, en lugar de empujar el carro común, sigue pisando a sus semejantes sin tapujos, sigue abandonando a los que no pueden seguir el ritmo marcado, y destina sus esfuerzos a hacer tropezar a los que le rodean, sin percatarse de que los golpes, tarde o temprano, siempre vienen de vuelta. Seguro.
La especie humana, amigos, está colapsada por falta de valores, por falta de tesón en la lucha por unos ideales que guíen nuestra realización personal y humana, por falta de empatía, por falta de caridad… no me canso de repetirlo porque estoy firmemente convencido de ello.
Tenemos que apostar por unos valores que antaño se suponían imperecederos, (voluntad, esfuerzo, trabajo, respeto, responsabilidad, abnegación, empatía, caridad, perdón, ayuda…) no hay otra, y apostar por ellos es apostar por uno mismo, aunque tengamos que esperar los resultados y aunque esa esperanza se vea frustrada una y otra vez, pero teniendo presente que la esperanza, en sí misma, ya constituye una dicha… Esperemos que las Hermanitas de los pobres de Ronda puedan seguir haciendo su encomiable y caritativa labor.
Antonio Poyatos Galián.