El alcalde de San Roque, Juan Carlos Ruiz Boix, ha exigido a la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras (APBA) que proteja de forma efectiva las fortificaciones costeras del litoral sanroqueño que son su competencia, y más concretamente las situadas entre Guadarranque y Puente Mayorga. El primer edil ha constatado personalmente el reciente derrumbe de un fortín situado en la zona de la Curva del Gallo, el segundo en menos de un año.
Ruiz Boix ha recordado que después de que se derrumbara el primer fortín en febrero pasado, el señor Morón (Manuel, presidente de la APBA) anunció la creación de un grupo de trabajo sobre estas fortificaciones de la II Guerra Mundial, y que sus conclusiones servirían de guía de unos hipotéticos trabajos de consolidación de estas construcciones, que están catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC). No dudo de la valía de los investigadores que conforman este grupo de trabajo, pero nos hubiera gustado algún tipo de actuación de urgencia que hubiera evitado este nuevo derrumbe.
Desde el Ayuntamiento -apuntó- ya hemos señalado cuál es el origen del problema, en base a las apreciaciones de nuestros técnicos: los cambios en el litoral de la Bahía realizados en los últimos años, tanto con la ampliación de instalaciones portuarias como con los dragados de áridos cerca de la costa, han cambiado la dinámica de las corrientes.
Manifestó el primer edil que dicho de manera más clara: las corrientes se han llevado la arena que antes servía de base a estos fortines entre Guadarranque y Puente Mayorga, y ahora se acumula en la desembocadura del río, de manera que a veces se puede ir andando de una orilla a otra. Hemos dicho por activa y por pasiva que la solución es dragar la arena de la desembocadura y llevarla a este tramo de litoral donde se ubican los fortines, que además son zona de paso tradicional entre los vecinos de ambas barriadas.
Pero el señor Morón -continuó- sostiene que esta zona es de uso comercial e industrial, y no público. Así que no cumple con lo estipulado en el convenio que firmamos en 2016 APBA y Ayuntamiento, y permite que se degrade ese tramo de litoral. Los aportes de arena realizados este verano fueron insuficientes, como demuestra el derrumbe de este nuevo fortín. Al final pasará como con el anterior, que la marea se llevará los restos y se perderá de manera definitiva.
Desde el Ayuntamiento de San Roque -explicó- exigimos a la Autoridad Portuaria con carácter urgente medidas efectivas de protección de estas fortificaciones, porque se encuentran en una zona de su competencia. Está muy bien que se constituya un grupo de trabajo para establecer las medidas definitivas, pero mientras tanto hay que hacer algo. De lo contrario, cuando se pongan manos a la obra, no van a tener nada que proteger.
A principios de febrero, el Ayuntamiento denunció que se había desplomado el fortín catalogado como 175A, y se alertó de un inminente derrumbe de un tramo del talud existente en la carretera costera entre las barriadas de Guadarranque y Puente Mayorga.
En el informe realizado entonces por Urbanismo se indicaba que la protección de hormigón del talud presentaba grietas y pérdida de la capa de protección, y que la carretera presentaba grietas y un leve hundimiento del firme, con desplazamiento hacia el talud.
Lo que fue el fortín 175A se situó durante unos meses sobre la playa, interrumpiendo el paso de la misma, así como el hito de limitación de la Zona Marítimo Terrestre. Más tarde la mayor parte de sus restos fueron dispersados por las corrientes.
Hay que recordar que en junio del pasado año, el Ayuntamiento de San Roque ya alertó públicamente de la posible destrucción del búnker en la playa de Guadarranque, debido a la erosión del mar por la bajada de la cota de playa en torno a los dos metros. El búnker, declarado como Bien de Interés Cultural, presentaba entionces grietas y defectos. El alcalde visitó entonces la playa de Guadarranque y pudo constatar como el hito que delimita la zona marítimo terrestre se encontraba casi dos metros por encima de su nivel anterior.
El Ayuntamiento de San Roque llevaba más de un año alertado de los problemas que ocasiona la pérdida de arena en la zona, e incluso en febrero del 2016 se firmó un convenio con la APBA para dragar el rio Guadarranque, y con la arena resultante, regenerar la playa, convenio que no se ha cumplido por la entidad portuaria.
De hecho, en la zona de El Gallo, donde se ubica el búnker catalogado como número 177, la falta de este material impide en la actualidad el habitual paso peatonal por la playa de los vecinos entre las barriadas de Guadarranque y Puente Mayorga.
Vecinos de la barriada de Guadarranque han llevado a cabo desde entonces una recogida de firmas para que se regenere su playa con al arena sobrante de la bocana del río, que está prácticamente taponada. Además, vecinos de las barriadas de la zona de Bahía han protagonizado dos protestas: la primera una regeneración simbólica del citado tramo de litoral, y la segunda una marcha desde Puente Mayorga a Crinavis con la misma demanda.
Desde los servicios municipales se ha calculado que se necesitan unos 50 mil metros cúbicos de arena para devolver la zona a su estado normal, recuperando la cota de playa, lo que permitiría no ya sólo la protección del búnker afectado, sino también una seguridad para la carretera que discurre por encima y la recuperación del paso peatonal.
Desde el Ayuntamiento de San Roque se recuerda que los búnkeres se encuentran protegidos como Bien de Interés Cultural por la Ley 14/2007 de 26 noviembre, sobre patrimonio histórico de Andalucía y para ello la Junta de Andalucía posee un detallado catálogo de estas construcciones que le permite mantener un seguimiento de todas aquellas acciones realizadas sobre ellas.
El Catálogo de los búnkeres del Campo de Gibraltar fue realizado por los historiadores Angel Saez, Alfonso Escuadra y Pedro Gurriarán y recoge más de 300 búnkeres existentes en la comarca que conformaban la red de fortines construída en la primera mitad de los años 40 para defender la zona de un hipotético ataque desde Gibraltar.
La red defensiva, construida tras la guerra civil y con mano de obra de presos republicanos, constaba inicialmente de unas 500 fortificaciones desde Conil al río Guadiaro, de las que actualmente se conservan unas 300.