El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, que se ha pasado media vida realizando previsiones económicas en los distintos organismos en los que ha estado trabajando, considera ahora que no hay que hacer caso de ellas.
Cuando las previsiones que lanza el Gobierno, tanto respecto a la evolución de la economía como al déficit, están muy alejadas de las que realizan distintas entidades y organizaciones, es mejor no hacerlas demasiado caso. La incertidumbre del momento a causa de la invasión rusa de Ucrania, entre otras cosas, aconseja, según dijo, ir analizando los hechos en cada momento en lugar de valorar lo que puede ser.
Aunque sus palabras pueden tener sentido, la situación es muy volátil y uno no sabe lo que puede pasar dentro de una hora -con un Putin acorralado que en cualquier momento le da por darle al botón nuclear- lo que choca de las previsiones del Gobierno es su excesivo optimismo.
Es cierto que hay incertidumbre pero el Gobierno podría, por una vez, hacer las valoraciones desde la prudencia en vez de hacerlo desde el mejor escenario posible. Así sería más creíble. Uno tiene la sensación de que va volver a pasar como con Zapatero y su ministro de Economía, Pedro Solbes, que negó la crisis de 2008 hasta que nos vimos atropellados por ella y ya había poco margen de maniobra para minimizar su impacto.
La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas del próximo año y el descalabro que apuntan las encuestas para los socialistas -los abucheos a Pedro Sánchez es un indicativo- es lo que provoca ese exceso de optimismo.
Hay que pintar la vida de color de rosa hasta mayo, cuando se vota, y después ya se justificará la realidad y el error de las previsiones. Total, dirán, había tanta incertidumbre que era difícil acertar y de nuevo, seremos los ciudadanos, los que tendremos que apechugar con todo. Así estamos.
Patricio González
El lamentable caos judicial
Que haya tenido que venir un comisario europeo a ver cómo funciona la Justicia en España tiene delito. Esto no se lo merece un país en el que algunos se rasgan las vestiduras cuando alguien dice que nuestra democracia es mejorable, y acto seguido esos mismos se encargan de dar argumentos para esa tesis.
Los cargos institucionales tienen unos tiempos y unas formas de funcionamiento. Nos podrán gustar más o menos, pero hay que cumplir con ellas, y quien no esté a gusto, pues ya sabe de qué va una democracia: las normas son cambiables, pero para eso hace falta una mayoría que tenga la legitimidad para acometer la modificación. Es así de sencillo y debe operar así, tanto si es una institución de las primeras en el rango jerárquico como la más modesta en el municipio más pequeño.
Dicho lo anterior, la interinidad en que ha estado viviendo -y sigue estando- la cúpula judicial española es una burla la ciudadanía. Y ya no es cuestión de señalar quién tiene la responsabilidad, como si fueran culpas, porque hay para repartir en todas las direcciones: los gobernantes, por dejación, porque había mecanismos parlamentarios para salir de ese limbo; los opositores, porque han jugado a que el sistema se pudriese y han facilitado precisamente que tenga que venir un señor de fuera a calibrar el mal olor de nuestras vergüenzas; y los propios actores judiciales porque les ha venido bien que el asunto se prolongase, ya que les preocupaba más hablar de cuotas entre progresistas y conservadores que desatascar juzgados y garantizar el correcto funcionamiento de un poder clave en todo Estado democrático. Como cuenta el dicho, a nuestra Justicia entre todos la mataron y ella sola se murió…
Si miramos al Occidente del que formamos parte, hay sistemas de renovación de los órganos judiciales para todos los gustos: en unos eligen los jueces, en otros el poder legislativo -que representa la soberanía, que no se nos olvide- y también los hay mixtos, ya sea al 50% o con figuras que garantizan una ponderación. ¿Cuál es más democrático? Ninguno sobre otro. Democrático es aquello que nace de unas Cortes democráticas, que tampoco se nos olvide…
Lo que no es democrático es ese ejercicio de hipocresía consistente en dejar que la enfermedad derive en gangrena y, si es posible, en sepsis mortal. A eso se ha estado jugando en este asunto con una irresponsabilidad mayúscula.
Ha hecho falta una dimisión para que los dos máximos responsables del país se sienten a hablar: eso retrata perfectamente la irresponsabilidad en que vivimos.
Patricio González
Picardo en la ONU
El ministro principal de Gibraltar ha vuelto a viajar a Nueva York, tras una intensa semana de reuniones y actos en el Reino Unido con motivo del Congreso del Partido Conservador, para volver a intervenir en las Naciones Unidas.
Aprovechó su estancia en Nueva York para visitar en la galería Agora, la exposición de obras de la pintora gibraltareña Maribel Matthews, que expone en Estados Unidos hasta el 21 de octubre.
En las Naciones Unidas, Fabián Picardo habló ante la Comisión de Política Especial y de Descolonización de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, pronunciando un discurso en el que dijo:
“Sr. Presidente,
Es un honor poder dirigirme a ustedes.
Estoy aquí como el representante político elegido directamente por el Pueblo de Gibraltar.
Porque el Pueblo de Gibraltar goza sin duda del derecho inalienable de autodeterminación en virtud del derecho internacional.
Y de acuerdo con el derecho internacional y sus obligaciones con el Pueblo de Gibraltar, nuestra descolonización debe lograrse exclusivamente mediante la aplicación del principio de autodeterminación.
Es decir, nuestra descolonización sólo puede completarse de acuerdo con nuestros deseos y aspiraciones como pueblo.
Y en este ejercicio aún pendiente, nadie puede desempeñar un papel salvo las Naciones Unidas, la potencia administradora, el Reino Unido y nosotros, el Pueblo del Territorio No Autónomo.
Hemos invitado reiteradamente al Comité de los 24 a que visite Gibraltar para entender mejor la situación de nuestro Pueblo, pero nunca lo ha hecho.
La Asamblea General de la ONU ha dicho que las misiones visitadoras son un medio eficaz para conocer la situación de los pueblos de los Territorios no Autónomos.
De conformidad con el Capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas, entre otros, y con las Resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas 1514 (XV), de 14 de diciembre de 1960; 1541 (XV), de 15 de diciembre de 1960; y 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970.
2 Véase, por ejemplo, el acta de mi intervención ante el C24 en junio de este año, cuando señalé que llevamos pidiendo que éste visite Gibraltar desde hace treinta años: UN Doc GA/COL/3358/Rev.1* (13 de junio de 2022). 3 (UNGA Res 73/123, 2018).
Si el C24 no desea saber sobre el Pueblo de Gibraltar, ¿por qué iba este Comité o esta Comisión a considerar cualquier sugerencia de que nuestra descolonización debería estar respaldada por algo distinto a nuestro derecho inalienable a la autodeterminación?
Por lo tanto, comparecemos ante ustedes para hacer valer con confianza ese derecho, que constituye la base de todas nuestras relaciones internacionales.
En nuestra relación con el Reino Unido, tenemos la seguridad de que la Potencia Administradora se ha comprometido en repetidas ocasiones a nunca “celebrar acuerdos en virtud de los cuales el pueblo de Gibraltar pasaría a estar bajo la soberanía de otro Estado en contra de sus deseos”.
Es un compromiso que no es solo político.
También es jurídicamente vinculante.
Se recoge en el Preámbulo de la Constitución de Gibraltar de 2006 y en la comunicación sobre su entrada en vigor.
Es un compromiso que el Reino Unido ha asumido en repetidas ocasiones aquí, en las Naciones Unidas.
Esta Comisión debe entender que, al adoptar esa posición, el Reino Unido está defendiendo NUESTROS derechos de acuerdo con el derecho internacional, a decidir NUESTRO futuro, a decidir sobre NUESTRA tierra y NUESTRO hogar.
El Reino Unido apoya así su trabajo y nuestro derecho a la autodeterminación.
Así que les insto a que procedan con la descolonización de Gibraltar de acuerdo con el principio de autodeterminación.
Les pido que retiren a Gibraltar de su lista de territorios no autónomos. Y no quiero dejar lugar a dudas:
El Pueblo de Gibraltar no consentirá que se discuta o negocie un ápice de la soberanía de nuestra tierra, mar o aire.
Simplemente es algo que no aceptaremos.
Véase Anexo I, Orden de la Constitución de Gibraltar de 2006 (https://gibraltarlaws.gov.gi/uploads/constitution/Gibraltar_Constitution_Order_2006.pdf#viewer.actio n=download) y la comunicación adjunta del 14 de diciembre de 2006 (https://gibraltarlaws.gov.gi/uploads/constitution/Despatch.pdf#viewer.action=download). 5 Según consta en el último documento de trabajo del C24 sobre Gibraltar: UN Doc A/AC.109/2022/8 (28 de marzo de 2022) en párrafo 8; y en la carta del Representante Permanente del Reino Unido dirigida al Secretario General, del 23 de septiembre de 2022: UN Doc A/ 77/322 (26 de septiembre de 2022).
05/10/2022 2/9
Y cualquier propuesta para nuestra retirada de la lista de territorios no autónomos que no esté fundamentada únicamente en nuestro derecho sacrosanto a la autodeterminación será insostenible.
De hecho, señor Presidente, mientras buscamos resolver nuestra futura relación con la UE después del Brexit, su Comisión debería entender que nuestra soberanía británica es un activo para toda la región que nos rodea.
Es nuestra soberanía británica y el Derecho Común, alineados con nuestra habilidad empresarial y la iniciativa del Pueblo de Gibraltar y de las personas de la región que nos rodea, lo que ya crea riqueza en y para Gibraltar y para la región circundante.
En nuestras negociaciones con la UE estamos trabajando para elaborar un nuevo tratado entre el Reino Unido y la UE que elimine las barreras a la movilidad de personas y bienes, y nos permita generar aún más riqueza, estabilidad y prosperidad para Gibraltar y toda la región.
Señor Presidente, un tratado semejante será la chispa que revitalizará toda la zona, creando enormes oportunidades para todos los que tienen la suerte de vivir en nuestro privilegiado entorno.
Imagínese que la energía y los recursos que España, el Reino Unido y Gibraltar dedican a discutir ante ustedes y entre ellos se canalizan, en cambio, en una colaboración conjunta.
Queremos trabajar con nuestros vecinos para demostrar que podemos dejar de lado desencuentros históricos.
Podemos demostrar que existe un camino que nos aleja del desacuerdo estéril y que conduce a resultados beneficiosos para todos.
Y podemos demostrar que con buena voluntad, trabajo duro y determinación podemos producir resultados positivos que no requieran del compromiso negativo de ninguna de las partes en las negociaciones.
Podemos hacerlo respetando las posiciones, la jurisdicción, las responsabilidades y las obligaciones legales internacionales de cada uno.
Y, por supuesto, el reconocimiento mutuo como requisito previo.
Y si lo logramos en el contexto de nuestro perenne desacuerdo, entonces lograremos algo histórico para la gente que representamos y para toda la humanidad.
Señor Presidente, el pasado mes de octubre nuestro distinguido representante en los Estados Unidos de América, David Liston, le dijo que la Comisión Europea acababa de acordar el comienzo de esas negociaciones.
Ha pasado un año. Y estamos haciendo grandes progresos. Lo fácil es renunciar a hacer un tratado como este porque es demasiado complicado. Lo difícil es seguir intentándolo.
Redoblar los esfuerzos y apartar la mirada de desencuentros aparentemente irresolubles, con la determinación de encontrar, en cambio, vías alternativas para llevar la armonía allá donde históricamente ha habido discordia.
Creo que podemos lograrlo.
Siempre con la buena voluntad y sin concesiones en asuntos de importancia cardinal para cada parte.
Confieso, señor Presidente, que he hecho cosas más fáciles en la vida.
Pero permítanme que cite a JFK cuando les digo que todos los que estamos involucrados en esta negociación sabemos que el premio al final de esta tarea es mayúsculo y merece la pena perseguirlo, “no porque sea fácil, sino porque es difícil”.
Y sé que las dificultades técnicas no han disuadido a los magníficos equipos de negociación que cada parte ha reunido.
Por lo tanto, señor presidente, esta Comisión debe ser clara.
En lo que respecta a nuestros derechos políticos: sólo nosotros, el Pueblo de Gibraltar, decidiremos el futuro de Gibraltar.
En lo que respecta a nuestra descolonización: nuestro derecho inalienable a la autodeterminación debe ser respetado y debemos ser retirados de la lista.
En lo que respecta a las relaciones con nuestros vecinos: buscamos la armonía y la cooperación pacífica.
En lo que respecta a nuestra futura relación con la Unión Europea: trabajaremos para ofrecer una fluidez sin obstáculos en nuestras fronteras para personas y mercancías.
Confío, señor Presidente, en que podamos alcanzar todos estos objetivos para las generaciones presentes y futuras de gibraltareños”.