Leo con preocupación y con pesar, una estadística a nivel estatal que dice que, en España, como 4 millones de personas viven en soledad porque no les queda más remedio, y otros 3 millones más, dicen que se sienten solos aun estando acompañados por sus familiares.
La nueva escuela sociológica, con la pérdida casi total del peso de las relaciones familiares, tan importantes en todos los tiempos, las nuevas formas de ocio, el crecimiento asilvestrado en gran parte de varias generaciones y el envejecimiento de la población son algunas de las circunstancias que nos llevan a la realidad citada en la estadística que, por cierto no habla del otro gran problema: la tristeza.
La soledad, sobre todo de los mayores, es evidente y se ha convertido en un gran problema social al que seguimos sin dar importancia cuando, pienso yo, es una bomba de relojería, uno de los problemas graves de la sociedad en la que vivimos. Pero, además de la soledad obligada por carencia de familiares o por falta de apego o por desafección de los mismos, existe el peligro entre los más jóvenes, del aislamiento, de encerrarse en ellos mismos, en un mundo virtual, pasando de lo que exista a su alrededor. Unos se aíslan poniéndose los auriculares de su teléfono a todas horas, otros volcando toda su atención, obsesivamente, en redes sociales, videojuegos o televisión sin ser conscientes de la maldad de ese sistema que adormece las neuronas y que luego trae problemas afectivos y de convivencia, difíciles de resolver.
Porque, actualmente, parece que viviéramos en la era del vacío, en una sociedad consumista de bonitos envoltorios sin nada en el interior. Una sociedad individualista que ha trastocado los valores y donde la soledad aparece ya como una de las graves enfermedades del alma. Y el aumento de la tristeza, en millones de personas, lleva a la pérdida de la autoestima en gran parte de esas personas, con lo que ello conlleva.
Sería deseable que las Administraciones tomaran conciencia de este autentico drama que nos está explotando entre las manos, sin que queramos darnos cuenta de ello, Cambiar la situación de soledad y de aislamiento, solo será posible mediante un cambio de actitud por parte de todos, (ya sé que esto es predicar en el desierto), y deberían alzar su voz los sociólogos, psicólogos, filósofos, docentes, médicos, asociaciones de vecinos, etc., para que la sociedad tenga un mejor conocimiento de la magnitud del problema, y de paso ayuden -ellos- a mejorar las políticas que aborden soluciones para paliar ese drama de la soledad y de la tristeza.
Antonio Poyatos Galián