En el mundo se vive una etapa de libertades encogidas, raquíticas y tendentes a ser cada día más disminuidas “por el bien de todos”, impuesto e instigado por esos movimientos que llaman sociales, que los he de tildar de todo lo contrario, que predican derechos que no son sino cuadros de opresión a sectores cada vez más extensos de la población, de discriminación de carácter positivo de supuestos colectivos que no son sino reductos mínimos que alcanzan, gracias a su invasiva penetración en la colectividad a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías la suficiente capacidad para extender sus pretensiones y de la nada construir una ilusión, una apariencia de realidad virtual para, finalmente imponer su voluntad a las masas.
A pesar de esa opresión, de esa nueva tiranía que se manifiesta en la criminalización de la vida normal y corriente, en la exageración de la búsqueda de lo penable, lo condenable, lo perseguible según y cómo convenga a los distintos colectivos que presionan al Poder o que, incluso, inexplicablemente, han llegado al Poder por un fenómeno de sugestión de masas que llega al punto de operar en la ciudadanía una pasividad terriblemente tenebrosa frente a las divisiones, subdivisiones, enfrentamientos y manipulaciones que permiten mantener a la sociedad en estado de desgobierno y en continua interinidad durante largo periodos, a merced de los intereses de los politicastros profesionales, no se logra alcanzar que, por lo menos, se mantenga un clima de seguridad y tranquilidad sino que, muy por el contrario, crecen los conflictos y la anormalidad en la convivencia.
Se pueden vender como grandes logros es sacar un cadáver de un sitio y llevarlo a otro, dentro de ese empeño, que ya está más que conseguido, de invertir en España el concepto de buenos y malos, que está visto que nunca se ha de superar como en otras partes del mundo. Ese tema es indispensable para que todo funcione como debiera funcionar, una cuestión prioritaria. ¿También es un éxito mantenerse en la interinidad y volver a celebrar elecciones licenciando a un Parlamento con su correspondiente paga, sin haberse estrenado, por la dispersión, la atomización y el despiporre de los lumbreras que tienen por líderes los Partidos Políticos?. Es sostenible y admisible la reducción del elemento masculino humano a un estado en el cual le es obligatorio, por Ley, tenerle miedo a la mujer, una situación que no debe ser reconocida pues sigue creciendo, y lo seguirá durante bastante tiempo, más rentable explotar el nuevo dogma de considerar al hombre un ser dominante, violento, tendente a la criminalidad y al mal trato, opresor de la mujer que, mucho más inteligente, no puede desarrollar sus valores y su identidad, su fuerza y su capacidad, si no está superprotegida. ¿Qué está situación predispone a todo tipo de injusticia? ¿Qué más da si es políticamente correcto?. El hombre queda desprotegido, especialmente ante ese fenómeno agresivo que creo que ha perdido el control de sí mismo, ese feminismo que promueve un tipo de mujer mantis religiosa que pretende la destrucción del hombre, la caza del hombre y a la que le resulta fácil puesto que el miedo de la sociedad hace que los caminos se les allanen: cualquier hombre puede ser destruido en su fama, honor o fortuna con las palabras mágicas de una denuncia que emitida en un medio de comunicación, sin prueba o evidencia, por algún hecho supuestamente ocurrido incluso el tiempos remotos le dé por recoger, así sin más. ¡Un trofeo más para las estanterías!. ¡Y si una mujer pone el grito en el cielo por estas atrocidades, pobre de ella, pues caerán sobre la traidora con ferocidad de panteras hambrientas! ¡Así es la vida moderna, así de justa!
¿Y qué hacer? ¡Autoprotegerse! ¿Cómo? Pues no es cosa de escribirlo, pero métodos hay…¡Los hay!. Y conste que como no se puede hablar del pasado sino para decir que todo era muy malo, no puedo negar tópicos por circunstancias vividas que probarían que no es verdad que se miraba para otro lado en los casos de malos tratos y la Justicia no actuaba, ni había solidaridad… podría dar pelos y señales de situaciones conocidas en mi primera juventud, pero lo correcto sería que no fueran creídas…
Ahora los extremismos crecen y se pagan a representantes a niveles regionales, nacionales, europeos… nuevas manifestaciones de movimientos sociales se imponen, y ya, para colmo, sin resolver los problemas de las bandas latinas que asolan Madrid, los crímenes familiares, los problemas del acoso escolar, la violencia contra los ancianos, todo ese magma de delincuencia cotidiana, nos debemos compungir y doblegar ante la novedosa presencia en el mundo global de la estrella de oriente que nos viene a gritar con su voz chillona y estridente lo que tenemos que hacer y dejar de hacer con su cantinela aprendida, dictada por los que aspiran a ser el quinto poder, los que faltaban en la sopa de un mundo en decadencia. Un amigo mío va a ser denunciado, si no lo han denunciado ya, por poner como un guiñapo a la dichosa Greta Thunberg por unos ecologistas, pues el buen hombre estaba hasta el gorro de la dichosa niña catastrofista de ojos inquisidores y se enfrentó a no sé qué parlamentaria andaluza por el asunto.
¿Hasta dónde vamos a llegar? La explotación de esa muchacha extraña, si se le hubiese ocurrido a un grupo de derecha de la misma Suecia o a la fábrica Volvo para anunciar la bondad de sus automóviles habría supuesto un auténtico escándalo. La alineación con la causa de All Gore y demás catastrofistas del cambio climático y el calentamiento de la tierra, de la extinción de la raza humana y de la imposición de unos criterios dudosos, al menos, para la comunidad científica, transmitidos por la voz desgarrada de una chica de 16, años, que ya no es una niña, con unas peculiaridades debidas a su enfermedad que la hacen dramatizar, exagerar y gritar hasta exigir, llevándola por bandera y haciéndola sobreactuar en Naciones unidas, que la reciban dirigentes y Jefes de Estado, que hable ante el Parlamento Europeo, supone, entre otras, varias cuestiones:
Primero, constituye una dejación absoluta de sus funciones los Organismos Internacionales, permitiendo hacerse eco de unas pretensiones que tienen sus foros y mecanismos de estudio y de toma de decisiones, sentando precedentes de incapacidad y falta de seriedad.
Segundo, supone una predisposición de los dirigentes de los diversos Estados a dejarse influir y dirigir en una cuestión que tiene diversos puntos de vista y corresponde a la Comunidad Científica. ¿O es que pretenden que la ciudadanía se ponga a los pies de la dichosa Greta y se atemorice por sus gritos histéricos?
Tercero, implica que tras el asunto se deben estar moviendo intereses económicos y políticos que deberían ser investigados.
Cuarto, y por lo que corresponde a Suecia, se deberían tomar las medidas de protección adecuadas porque la explotación de la menor en un país tan celoso en temas de este tipo y con el absentismo escolar, por ejemplo, tendría que impedir este exhibicionismo.
En España, la progresía está ya pensando cómo traer a Greta Thunberg a que nos grite, supongo que será después de las elecciones, del desentierro y demás circos mediáticos inmediatos, sobre los que por cierto, siempre me pregunto por qué razón no se ha extendido la Ley de Memoria Histórica a las Guerras de Africa, Cuba, Filipinas, las Carlistas, las diversas del XIX, incluida la de la Independencia, incluso las de Flandes porque así habría más muertos que desenterrar y pasear.
Desde luego, si a la muchacha chillona la traen a España, sepan todos que por mi parte una denuncia por diversos delitos, de esos que tanto gustan ahora, les cae a los promotores.
Manuel Alba
5 de octubre de 2019