Las desigualdades sociales que se han provocado en tan poco tiempo con las sucesivas crisis que se han coronado con la pandemia del coronavirus y que han calado profundamente en los grupos más desfavorecidos, hacen que el sistema educativo adquiera una especial importancia ya que es una forma de igualar las oportunidades.
Así, los que están en una precaria situación pueden llegar a tener las mismas oportunidades que los otros. Pero para ello es necesario e imprescindible que las ayudas económicas funciones con fluídez .
Los sistemas de becas tienen que ser potentes en su dotación pero también tienen que ser ágiles en su administración.
La dotación para becas en España es de 2.028 millones de euros, una cifra que es considerable y que se ha incrementado un 22,5 por ciento. Se han aumentado las cantidades de dinero por alumno y también el número de personas beneficiadas. Un esfuerzo notable.
Pero también sería deseable que las gestión de estos recursos fuese más eficaz que hasta ahora. Los alumnos más vulnerables están comenzando el curso universitario sin saber de qué cantidad de dinero van a disponer o si, incluso, si la beca le va a ser concedida o no.
Esto está provocando que muchos de estos estudiantes estén recurriendo a otras fuentes de financiación con las que se están endeudando y las becas se están convirtiendo en una rémora difícilmente soportable para ellos.
La Administración pública tiene la obligación de buscar fórmulas que ayuden en todos los aspectos a los estudiantes que acceden a becas.
Sólo de esta manera una de las funciones fundamentales de nuestro sistema educativo se podrá desarrollar con total normalidad y constituirá una ayuda real para poder llegar a esa igualdad de posibilidades entre unos y otros, porque no se puede empezar un curso universitario sin saber la cuantía de lo que te van a dar de beca o lo que es peor, empezar el curso sin saber siquiera si te van a conceder esa beca.
Esto provoca, todavía más, que sigan existiendo esas desigualdades que te pueden llevar que a mitad de curso tengas que abandonar la carrera por no haber recibido nada o porque te la hayan denegado.
Algeciras, 18 de septiembre de 2022
Patricio González
Los Maestros
Uno solo es el producto de sus genes. O de su contexto familiar y social, o puede ser que de su situación económica o también del lugar del mundo en el que nace. Todo eso influye, es evidente.
A menudo olvidamos que somos también un producto de nuestros maestros, los de la infancia y también los maestros de la preadolescencia, aquellos que ponen de su parte para despejar caminos de conocimiento en personas que están, todavía, en formación.
Si son buenos y se implican, dejan una huella tan imborrable para toda su vida en sus alumnos que traspasa los límites de lo que sería un simple buen recuerdo. Ayudan a poner los cimientos de vidas en construcción y eso es clave, eso es fundamental. Por eso creo y no es que lo crea, sino que estoy seguro que hoy no se les da el papel que se merecen.
De entrada, los gestores de la cosa pública no se lo ponen fácil(Ni a ellos ni a nadie). Les usan, a ellos y a su cometido, usan a la educación, para medirse en pulsos estériles de los que solo sacan rédito los partidos políticos. Cada vez son más las familias que han dejado de ser sus aliados. Miran a los partidos con recelo, cuando no con sospecha. Y luego quedan los críos, armados con la omnipotencia que creen que les confieren los móviles y , además, montados en los tronos imperiales que les construyen sus propios padres.
Con esos mimbres trabajan muchos maestros de hoy, lo hacen casi en terreno hostil.
Por suerte, esta es una profesión vocacional y estos trabajadores vencen estas y otras dificultades con cierta solvencia.
A la mayoría les mueve una responsabilidad social que ya la quisieran otros muchos colectivos. Y es probable que sea precisamente esa conciencia su principal escudo ante las adversidades. Cuando gestores, familias o niños les viran la cara, no solo pierden los maestros. Pierde la sociedad entera.
Patricio González
Vivir con Riesgo
El riesgo es una parte sustancial de la condición humana. No se puede en este mundo hacer nada serio sin exponerse, con frecuencia, al fracaso. Y, desde luego, la única manera de no equivocarse nunca, es decir, de equivocarse siempre, es renunciar a toda aventura por pura cobardía.
Yo estoy por el riesgo y contra la seguridad. Estoy por la audacia frente a la comodidad. Creo más humano el atrevimiento que la renuncia sistemática al combate.
Creo que la obsesión por la seguridad es uno de los más graves obstáculos para llevar a cabo una vida.
Por supuesto que no excluyo en esto la prudencia, la reflexión antes de la Eacción, el saber elegir las mejores circunstancias para emprenderla. Pero está claro que me resulta insoportable esa falsa prudencia que termina por paralizar a uno.
Por eso yo siento poca simpatía por quienes colocan la seguridad ante todo en su vida.
En toda vocación, en toda empresa, hay siempre un componente de riesgo. Y el que no es capaz de arriesgarse un poco por aquello que ama, es que no ama en absoluto. Todas las grandes cosas son indecisas; se ven, pero en la tiniebla; hay que avanzar hacia ellas por terreno desconocido: por eso toda vocación, toda empresa seria, tiene algo de aventura, de apuesta. Y esto implica audacia y confianza.
No estoy apostando, lógicamente, por la irreflexión, por la frivolidad, por el aventurismo barato. Pero si quiero decir que toda apuesta lleva algo de salto en el vacío: uno se arroja hacia aquello que ama y está seguro de que ese salto no será una locura, porque uno nunca se equivoca cuando va hacia aquello que merece ser amado.
Y la vida merece ser amada. Y lo merece a pesar de que uno sabe de antemano que se recibirán en ella muchas zancadillas, que no escasean en absoluto los tropezones.
Pero si uno tiene miedo a tropezar alguna vez, más le vale no levantarse de la cama por la mañana y entonces se consigue no sufrir pero eso es porque ya se está muerto.
Patricio González
Un quinqué
La escalada del precio de la luz arranca en este septiembre de exageración en exageración, de barbaridad en barbaridad, hasta el punto en que uno cree que no es posible más y, de golpe, nos viene otro record de subida . Ya no existe ese concepto de hace unos meses ( en invierno pasado) en el que se nos hablaba de “pobreza energética” cuando una familia pasaba mucho frío porque no podía encender la estufa eléctrica. Hoy ya este concepto nos afecta a todos y nos hace recordar con la oscuridad de nuestros ancestros, cuando el candil era un instrumento tan de andar por casa como hoy lo es el móvil.
Mi padre lo llamaba “quinqué” y ahora recuerdo aquellas noches de nuestra niñez en que constituía una aventura el que se fuera la luz a la inoportuna hora de comer y tuviéramos que hacerlo a la luz del quinqué. Recuerdo que el plato, que estaba casi en penumbra, como los rostros de mis padres, me parecía no solo más sustancioso y grande , sino que todos agudizábamos más el oído, como alimañas aplastadas por el ciego porvenir, sobre todo si al apagón se unía una tormenta, que también solía, y la llama del quinqué bajo el cristal también bajaba de manera súbita a punto de apagarse cuando toda la casa se iluminaba por un relámpago.
Todo esto se acababa cuando volvía la luz y guardábamos el quinqué en la zona de la despensa a la espera de la siguiente aventura que bien podía ser el mismo día siguiente.
Dicen los que entienden de esto, que deben ser muy pocos los que entienden la misma factura –porque uno mira la factura y se siente cada día más analfabeto- que el megavatio va a costar mañana mismo los 300 euros.
La mezcla de euros con el recuerdo del quinqué me llevan a pensar en pesetas. Más de nueve mil duros, hubieran ajustado esta subida y lo dirían con ese tono reprimido que nos proporcionaba la época franquista.
El mayor misterio de ahora es que todos los políticos, desde un extremo hasta el otro, se dedican a contarnos el cuento del lobo cuando están en la oposición, pero basta conque lleguen al gobierno para que lo desmitifiquen todo y nos digan que lo del lobo es eso, un cuento; que lo único que pasa es que hay que pagar y punto, porque el misterio de la luz no depende de ellos, y que al final del año, seguiremos tan pobres como al principio. Ni pobreza enérgetica ni leches, a pagar y punto. Y lavas a las doce de la noche y dúchate con agua fría.
Lo triste es que lo seguimos diciendo con el mismo tono reprimido que cuando la época de Franco.
Algeciras, 13 de septiembre de 2022
Patricio González
Sin Prensa no hay Paraiso
Va a ser verdad lo que dice Sánchez de que la prensa se le ha vuelto en contra. He echado un vistazo a los distintos medios, desde El País y Público, hasta La Vanguardia y ABC, y en ninguno de ellos he visto una alabanza excesiva a su intervención en el debate con Feijoo. Todo el efecto que se pretendía alcanzar con la descalificación contenida en la segunda parte, a la que algunos denominan “el estado de la oposición”, se ha quedado reducido al abuso del tiempo empleado por uno y otro, y a su cumplimiento estricto urgido de manera insistente por el presidente de la cámara, Ander Gil. De la primera parte, la referente a las tres incertidumbres que se ciernen sobre nuestro futuro inmediato, nada se dice, quizá debido a la reciente negativa de Macron y de la Comisión europea al desarrollo del proyecto del gaseoducto que atravesaría Francia para ayudar a Alemania.
La incertidumbre sigue siendo una incógnita para la comunicación política cuando en realidad es una ciencia casi exacta en el campo de la mecánica cuántica. No parece transmitirse demasiada confianza cuando se asegura que no sabemos lo que va a pasar, pero en cualquier caso defenderemos a la clase media trabajadora. Se dice que Feijóo no ha tenido tiempo para colocar su mensaje, pero yo creo que no le hacía falta demasiado para anunciar el plan que presenta, desautorizando el argumento de que no tiene ofertas, y machacar sobre la misma piedra cuando ofrece un pacto con la condición de que el presidente cese a los ministros que no ha nombrado. Me da la impresión de que alguien no ha aprendido la lección y piensa que la solución está en arrimarse más a la izquierda, alejándose de la opción moderada del centro, que es donde están los votos. No sé si esta es la posición que conviene a los barones que tendrán que vérselas con las urnas dentro de unos meses en sus respectivas circunscripciones. Me da la impresión de que no. Hace tiempo que la reacción de Moncloa es denunciar un contubernio formado por prensa, jueces y empresarios que tienen como objetivo tumbarlo del Gobierno. Hacer esta división radical de la sociedad española es peligroso, porque parece suscribir el anuncio de Yolanda Díaz de echarse a la calle en un proceso revolucionario contra todos los poderes fácticos. Hasta ahora, la socialdemocracia española había convivido con esta realidad, y yo diría que había convivido bien. Es la primera vez que se abre esta brecha que hace ingobernable a un país, entre otras cosas porque esas afirmaciones no obedecen a la verdad. Una parte de la prensa dice que el jefe de la oposición se defendió, pero ninguna asegura que fue arrasado. Quizá en esto se encuentre la justificación de que los medios están comprados por las energéticas, incluyendo a Antonio Miguel Carmona como vicepresidente de una de ellas. El recibimiento, que se esperaba triunfalista sobre el resultado del debate, pasa hoy sin pena ni gloria en los titulares, y hasta el editorial de El País lo trata como algo escasamente trascendente. En definitiva, no ha servido para recuperar nada. Me estoy imitando a hacer el resumen de lo que valoran los otros, más autorizados e influyentes que yo para emitir un juicio sobre lo ocurrido en el Senado. Sinceramente esperaba más. Quizá sea verdad que los empresarios han comprado a los periodistas. El hecho es que tienen un buen paquete de acciones para influir en los consejos de administración de los periódicos, pero esto no es una novedad, ha ocurrido siempre. A qué tanta sorpresa.
Patricio González
San Bernardo y el Día de Algeciras
El pasado 20 de agosto se celebró el día del Patrón de Algeciras, del Campo de Gibratar y de Gibraltar, San Bernardo. Y es una pena que haya pasado, una vez más, sin pena ni gloria. Jamás le hemos hecho caso a nuestro Patrón que, por cierto, lo es mucho antes de que lo fuera la Virgen de la Palma.
Alguna vez se ha hablado de celebrar fiestas patronales entre el 15 y 20 de agosto correspondiendo con la festividad de la Patrona y el Patrón, pero nada de eso se ha llevado a cabo. Quizás porque seamos nosotros mismos los que no ponemos en su sitio a la Patrona. Ponemos por delante un evento organizado por una Asociación (que me parece muy bien), que la propia Procesión Oficial de la Patrona que este año, incluso, se ha llevado a cabo un día antes para no interferir con el otro evento.
De esta manera difícilmente vamos a darle su sitio de verdad a la Patrona, pero eso es culpa de todos y pasan los años y la distancia entre el evento de El Rinconcillo y la procesión oficial es cada vez mayor. Vamos perdiendo nuestra propia personalidad. Y no digamos ya la festividad del Patrón, San Bernardo, totalmente olvidado excepto por la Hermandad de la Sagrada Mortaja.
Es una pena que vayamos perdiendo todo lo que significa Algeciras convirtiéndonos en una ciudad totalmente impersonal que parece que reniega de sus propias tradiciones.
El pasado día seis fue Día de Algeciras. Ni un solo acto, nada que nos recuerde que es el Día de nuestra ciudad y la verdad es que esto no es admisible. Ese miércoles de feria que lo hicieron fiesta local bien podría ser esa fiesta local el 6 de septiembre o el 20 de agosto. Una fiesta local que lo sea por algo significativo para nuestra ciudad.
Definitivamente, nuestras tradiciones van pasando de largo sin que hagamos nada.
Patricio González
Odio y Polarización
Posturas radicalizadas y polarización. Son palabras cada vez más comunes cuando se describen la realidad política de algunos países. Lo triste es que se asume con naturalidad. Cuando la reacción natural debiera ser la de pena y, sobre todo, la de temor.
En los Estados Unidos, desde la irrupción de Donald Trump en política, esta realidad se ha convertido en la moneda de cambio en el país. Una nación gigante y cada vez más dividida entre quienes apoyan al expresidente y sus paranoias conspirativas y fascistas y los que lo detestan y tienen claro que si vuelve a la Casa Blanca la democracia en su país y puede que en medio planeta caminará hacia atrás a pasos agigantados.
Su intervención pública del sábado fue aterradora, propia de algunos de los líderes políticos que generaron y generan catástrofes bélicas, como su amigo Putin, sin ir más lejos.
En Argentina se produjo hace unos días un preocupante episodio de lo que puede generar esa crispación y polarización. Se trata, evidentemente, del intento de magnicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Aunque existen dudas (creo que bastante razonables) sobre lo que sucedió, hasta que se demuestre lo contrario y por lo visto en las imágenes un individuo intentó volarle la cabeza junto a su casa y no lo logró porque, parece, que se encasquilló su pistola. El país, asolado por la miseria y la desigualdad social, se divide entre los que la adoran y la detestan. Tierra abonada para barbaridades.
El año que viene toca pasar por las urnas en España por las elecciones municipales, y en algunas Comunidades, autonómicas. Y al final de año( en principio), las Generales. La polarización, el odio y el radicalismo hay que desterrarlo de la campaña, por favor.
Patricio González
El presidente Pedro Sánchez tuvo que escuchar el pasado sábado algunos abucheos en el primer acto de esa gira por España que le han organizado a ver si así el PSOE remonta en las encuestas. Se supone que es una reedición de aquel viaje que se convirtió en leyenda que Sánchez hizo por la península y que terminó encumbrándolo al frente del Partido Socialista y finalmente en el Gobierno. En todo caso, hay notables diferencias: Sánchez llega ahora a las ciudades de su gira previo traslado en avión oficial desde Madrid.
Viendo lo que acaba de pasar en Argentina, con un tipo encañonando a la vicepresidenta con una pistola que, por suerte, se atascó, uno se pregunta si forma parte del peaje del poder esto de blindarse, enclaustrarse y, finalmente, alejarse de la ciudadanía. Porque, además, parece un mal endémico. Recordemos que Felipe González, en lugar de salir a cenar fuera de la residencia oficial para palpar lo que se cocía en las calles, invitaba a unos y a otros a la Bodeguilla. Y recordemos también que Rajoy se llevó un sopapo en su Galicia natal cuando daba un paseo en busca de votos.
El abucheo es una forma de expresión de un sentimiento y, como tal, hay que normalizarlo. Supongo que en Sevilla también hubo quien aplaudió a Sánchez, como también debió haber otro grupo absolutamente mayoritario que pasó olímpicamente de la visita: ni para bien ni para mal.
Pero si elevamos a categoría el abucheo y animamos a que la próxima vez sean más los que lo hagan y con mayor intensidad sonora, quizás estemos, incluso sin quererlo, alentando a los descerebrados que no ven distancia alguna entre la protesta verbal, el sopapo y la pistola en la cabeza.
Dice el refranero español, que es muy sabio, que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio. Algo de eso deberíamos trasladar al debate político y, sobre todo, al mediático. Si a uno no le agrada alguien, pues no va a verlo y aquí en paz y después gloria. Pero ese alguien sigue teniendo derecho a pasearse. Y si criticable es que lo haga con una claque aleccionada para aplaudirle, también lo será que haya un grupo igualmente instruido para abuchearlo. Pensar que la salud democrática de un país se mide por la intensidad del aplauso o del abucheo a un político no parece propio de estados de derecho consolidados. Para eso creo que están los campos de fútbol, donde las pasiones pueden tener su disculpa.
Patricio González
Sin diálogo cuándo hace más falta
Tras el paréntesis veraniego, el curso político debería arrancar marcado por el consenso. Y en todos los ámbitos: en las Cortes y en los ámbitos donde empresarios y sindicatos son determinantes. Las circunstancias, con Europa al borde de la recesión, obligan a ello pero, por desgracia, el panorama está abonado para todo lo contrario. Vamos hacia la confrontación política, la polarización y la voladura de los puentes en el diálogo social.
La continuidad de la guerra en Ucrania, el cierre del suministro de gas por parte de Rusia y la escasez de materias primas están consolidando unos índices de inflación que eran impensables hace un año. Se trata de un problema común en Europa y en Estados Unidos, si bien con matices sobre las causas a ambos lados del Atlántico. La receta, sin embargo, está siendo la misma, con una subida de tipos de interés que por ahora no logra contener la escalada de precios. En ese contexto, la Comisión Europea ya se plantea incluso desdecirse y poner límites al precio del gas, copiando para ello la fórmula de la llamada “excepción ibérica” ( de España y Portugal) y extendiéndola a toda la UE.
La adopción de medidas orientadas a atenuar el golpe económico debería ser la prioridad en las cortes. Pero, desgraciadamente, no es así. El Gobierno de Pedro Sánchez es un rehén de sus aliados y no hay más que ver las últimas votaciones y los efectos inmediatos: Bildu y ERC como salvadores de una exigua mayoría parlamentaria, con las contrapartidas que ello conlleva.
Y en la otra parte, en el caso de la bancada de la oposición, el Partido Popular juega a esperar que pasen los días y crezca en intención de voto. Tras el éxito cosechado en Andalucía, donde Vox dio señales de agotamiento, los populares ya solo piensan en la victoria en las elecciones autonómicas y locales de mayo de 2023.
Más aún con Ciudadanos en fase de “liquidación”, con los pocos dirigentes orgánicos que quedan dimitiendo por más que Inés Arrimadas se siga aferrando, todavía , a que el partido se puede refundar. Y ese es el resumen, cuando más falta hace no hay diálogo alguno.
Patricio González
La convalidación en el Congreso del decreto-ley de ahorro energético ha abierto esta semana un curso político condicionado por las elecciones municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo que, salvo sorpresa, serán la antesala de las generales previstas para diciembre. Sobre ellas planeará el deterioro de la economía, con una inflación desbocada que ha sacudido inmisericordemente los bolsillos de las familias y la sombra de una posible recesión en el horizonte. Un panorama muy distinto al que Pedro Sánchez esperaba para estas fechas antes de la invasión de Ucrania, cuando la recuperación post-covid y la anunciada lluvia de fondos europeos le hacían presagiar un camino despejado para reeditar la mayoría que le aupó a La Moncloa.
El Gobierno afronta el final de una legislatura convulsa como pocas con un apreciable desgaste y un complicado panorama por delante. La ministra Margarita Robles acaba de anunciar «un invierno muy duro» ante la posibilidad de drásticas restricciones si Putin cierra el grifo del gas. A la recesión que provocaría esa medida se unen la incierta evolución de los precios, un mercado laboral que da señales de haber agotado su espectacular crecimiento y unos tipos de interés al alza. Los avances sociales firmados por el Ejecutivo constituyen una baza por ahora insuficiente para movilizar a la izquierda y remontar en unas encuestas que dibujan un giro del mapa político hacia la derecha a lomos de un fuerte crecimiento del PP de Núñez Feijóo; un líder al que, por mucho que insista el argumentario oficial, es poco creíble presentar como un peligroso extremista.
El deterioro de las relaciones entre Sánchez y sus socios también sobrevolará el nuevo curso, con las tensiones en torno al ‘procés’ como telón de fondo.
Ninguno de ellos está interesado en forzar un adelanto electoral, lo que permite al Gobierno jugar con los tiempos. Pero ese alivio para el presidente se transforma en motivo de preocupación ante la evidencia de que los acuerdos con el independentismo catalán y vasco que le aportan estabilidad minan sus expectativas en las urnas, al igual que la ingeniería social de
Unidas Podemos asumida por el PSOE. Del PP se espera que actúe con la responsabilidad que exige la situación.
Tiene el viento a favor, pero se equivocará si transmite que todo vale para atacar al Ejecutivo, que carece de sentido de Estado y prefiere el ‘cuanto peor, mejor’ aunque sea perjudicial para los ciudadanos.
Patricio González
La contaminación no conoce fronteras
Hace dos días nos dijeron que era una colisión leve entre el buque OS35 y un granelero que estaba fondeado en la zona de Catalan Bay ( detrás de Gibraltar). En un principio, el Ministro Principal de Gibraltar, Picardo,hablaba de que no había problema y no se necesitaba ayuda. Su actitud( como siempre) es la de la autosuficiencia ….. y esto nos ha llevado hasta esta misma mañana en la que ya ha pedido la ayuda a la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras. Tarde, demasiado tarde. Parte del vertido (en estos mismos momentos) está dando la vuelta a Punta Europa y ahora sí que se encuentra en la Bahía de Algeciras.
No acabo de entender esta actitud cuando se nos dice a todos que tenemos que llegar a esa zona de prosperidad compartida, zona que tiene que basarse en la confianza. Ya está bien de estas actitudes de prepotencia y de esa autosuficiencia. ¿Autosuficiencia de qué?. Gibraltar votó contra el Brexit en el un 97% y han tenido que tragar por lo que quiere Boris Johnson. Así que de autosuficiencia nada. Están igual que nosotros, dejados de la mano de Dios.
Hace pocas semanas tuvieron el problema del agua y también eran autosuficientes pero, al final, necesitaron el agua de nuestra comarca. Y me parece bien, porque los problemas son los mismos y es necesaria esa coordinación. Pero los puentes, Fabian Picardo, deben ser de ida y vuelta. Y ya está bien de mirarnos siempre desde el pedestal.
Ahora , gracias a que su autosuficiencia ha durado dos días, el vertido lo tenemos ya en la Bahía porque Picardo también pone fronteras a la contaminación y esta desconoce totalmente la frontera. Ahora, sí, ahora ya es necesaria la coordinación porque el vertido ha pasado a ser nuestro.
Ya está bien, desde luego, esa continua actitud de prepotencia es lo que hace que muchos ciudadanos de la comarca del Estrecho sientan ese resquemor contra este hombre que no hay una sola vez que tenga unas palabras amables para España. ¡Hala!, a seguir dando……, Picardo.
Patricio González
Dicen que en otoño la economía occidental hará ‘catacrac’ y que nos veremos en una recesión que será después una crisis en toda regla y con dimensiones insospechadas. Lo escuchas y casi no sales a la calle. Más o menos lo que sucede cuando sintonizas algún informativo televisivo de alguna cadena nacional: te dan ganas de tener un búnker con suministros para meses y encerrarte a ver si pasa la tormenta. Pero ya se sabe que la táctica del avestruz sirve de bien poco.
Es evidente que estamos sufriendo los estragos de la invasión rusa de Ucrania, una guerra que nos afecta a todos pero en la que le hemos dicho a Zelenski y sus paisanos que hagan el favor de no pedirnos mayor implicación de la ya ofrecida, pues nadie quiere sacrificios adicionales. Ni acudir al aeropuerto a recibir féretros de soldados ni vernos con restricciones con el agua caliente o no poder ver tantas series televisivas como ofertas hay en el catálogo.
No hace falta ser un analista de gran nivel para intuir que a Putin le da igual si la guerra se prolonga. Cuando se gobierna con un régimen casi dictatorial y no hay sospechas de una oposición interna fuerte, la caja de resistencia del autócrata es mayúscula. A eso se añade que Putin es conocedor de las debilidades europeas, mientras que en el lado de Estados Unidos tampoco es que le venga del todo mal este conflicto: EE UU se está haciendo de oro vendiendo gas a Europa, su industria de armamento también está haciendo el agosto y, por si fuera, se retorna a una confrontación de bloques donde Washington hace de líder occidental, todo ello con el añadido de que nada viene mejor a un presidente en horas bajas en las encuestas que una guerrita y un enemigo exterior.
Por si fuera poco, Europa no termina de darse cuenta de que no es momento para divisiones. Esta semana, el presidente francés se ha ido a estrechar lazos con Argelia, justo cuando ese país sigue peleado con España. A su vez, Alemania, Francia y España no se ponen de acuerdo sobre si es necesario o no un gaseoducto que atraviese los Pirineos y llegue a suelo germano. E Italia es literalmente un país ‘en veremos’, donde la convocatoria electoral puede deparar la sorpresa de una victoria de una extrema derecha que coquetea con Putin.
Por otro lado, el Papa convoca a los Cardenales y eso huele bastante a Cónclave.
El panorama, por tanto, no ayuda para moderar los augurios. Veremos si la tormenta se desata con la gravedad que dicen, pero es evidente que los paraguas están llenos de agujeros y podemos llegar a la tormenta perfecta.
Patricio González
Los políticos @carroñeros” se alegran de cualquier situación para hacerse notar. Lo del barco “acertadamente” varado sobre el lecho de arena de La Caleta, lo que ha evitado que se hunda y entonces si, hubiese sido otro Prestige, ha atraído el ego de esos políticos carroñeros. “Esta es la mía”, habrán dicho. Y así el general de Infantería de Mariña que capitanea las huestes de Vox por estas tierras y el portavoz Gavira se presentaron de inmediato en la playa cercana a la Verja para “leña al mono”, vapulear a los llanitos. Y no han sido solo los de Vox ya que han sido de otros partidos. Y ahora leo como el que fuera Alcalde de Algeciras, Patricio González (y no saco los trapos sucios)!se ensaña con Picardo a cuenta de los vertidos y la contaminación, cuando aún no ha llegado ni un gramo de chapapote a las aguas de Algeciras. Lo de la caridad cristiana y la comprensión humana, no se donde queda. Picardo es el primero que está sin dormir, sin vivir y qué culpa tendrá el pobre hombre de que dos barcos choquen y lo despierten de madrugada para decírselo. En fin, vivir para ver!! Estos politicos
Patricio es como un niño travieso!!
Qué lástima.
Vente a tomar café con los llanitos y verás como se te quita ese tufillo anti
Patricio como buen algecireño “odia” a Gibraltar. Algeciras está en “enfrente” a Gibarta de siempre. Que se lo digan al pocas luces, que nos odia.
He leído que este buen hombre quiere cambiar hasta el curso de la historia y le apetese eliminar el nombre de Campo de Gibartar por el de Comarca del Estrecho. Guadiaro , san Enrique, el Tesorillo, Jimena y Castellar dicen que donde está ese estrecho, que no lo ven. En fin, paridas