Como era de esperar, con la burda pantomima del domingo no ha acabado el proceso de ruptura del Estado promovido por los degenerados independentistas catalanes. El 1 de Octubre, el día del Caudillo, fecha puntera del Régimen de Franco que ellos deben haber escogido para homenajear a su guía intelectual ya que tanto en métodos como en formas ideológicas le son totalmente afines al dictador, marca la partida.
La chapuza provocativa que tuvo, como no podía ser menos consecuencias violentas al tener que impedirse con la Ley en la mano, que tamaña barbaridad tomase cuerpo y se realizase, ha sido valorada por los criminales que la promovieron como acto de plena legalidad y con efectos jurídicos válidos que legitima la declaración de independencia de Cataluña, algo que será inminente.
Me aterra que los partidos políticos que se llaman constitucionalistas se plieguen a protestar de los actos de fuerza legitima protagonizados por los cuerpos de Seguridad del Estado en cumplimiento de su misión de garantizar la legalidad, especialmente las palabras de ese sujeto cada vez más entregado al populismo más rastrero llamado Pedro Sánchez, capaz de dejar por los suelos el honor del socialismo español con tal de arrancar un voto, o creerse lo que lo va a conseguir. Me repugna que alineados con esa postura antiespañola estén los populacheristas del conjunto de desarrapados que forman esas hordas de Podemos en toda su extensión, saliendo a tratar de desestabilizar el Estado de esquina a esquina aprovechando la traición catalana, y me preocupa especialmente el Gobierno de la Nación.
Los hechos que vivimos son infinitamente más graves que los del 23 de febrero de 1.981 y no se han tomado lo suficientemente en serio las consecuencias. Son el resultado de cuarenta años de concesiones a la oligarquía chantajista catalana, de cuarenta años de atracos a las arcas del Estado y a los bolsillos de los españoles no catalanes, de privilegios y rearme industrial, de enriquecimiento injusto en contra de los demás, de promoción de una élite de españoles, de una raza superior de españoles, beneficiados por discriminaciones positivas que les han puesto por encima de los demás. Los últimos en rendirse a Franco serían los más favorecidos por la política de reindustrialización del dictador, que derrocho e Cataluña lo que escatimó en Almería, Cádiz, Huelva, Málaga, Badajoz, Soria, Coruña, Lugo, Santander, Avilés, Murcia, Alicante, Ciudad Real, Zamora, León, Salamanca, Córdoba, Jaén y el resto de España. Todos los pueblos de España hicieron Cataluña por la voluntad del Caudillo Victorioso cuyo día se celebraba el 1 de Octubre, el dia, precisamente, del asqueroso y repugnante simulacro de referéndum.
La democracia, la gloriosa y divina democracia seguiría, desde el minuto cero con la misma generosidad, empezándole por concederles una representatividad desproporcionada que no se justificaba en razón a la población, siguiendo por darles competencias distintas a las de las demás autonomías para garantizar así que fuesen los catalanes, y otros, las razas arias ante las cuales los demás españoles deberíamos de hacer reverencia. Ellos han vituperado y despreciado nuestras tierras, nuestras ciudades nos han vejado, non han calumniado tildándonos de ladrones, ociosos, torpes ¡han criado generaciones en ese clima de odio y no nos hemos podido defender, ni el Estado lo ha hecho!
Ante cada amenaza, la Hacienda Pública ha sido generosa abriendo la bolsa y dándoles cada vez más, como se ha reconocido, ha sido como una buena madre, mientras que a los otros hijos no le ha importado mostrarle una cara menos generosa; incluso se ha llegado a prometer que si se bajaban del burro en este trance, volvería a abrirse la alforja par que se permitieran por allí unos gastillos extras ¡Que miserable forma de plegarse al chantaje!
Hoy el Gobierno se muestra gallo vencedor, y nos lo vende diciendo que ha hecho lo que tenía que hacer: ¡Mentira!,¡mentira!,¡mentira! Y prueba de ello es que se ha hecho un simulacro de referéndum, se ha dado un pseudo resultado y se ha anunciado una declaración de independencia inminente No me gusta repetirme, pero dije hace unos días para quien quiso leerme y entenderme que los independentistas llevan preparándose desde hace cuarenta años y que tienen hasta su ejército que no es otro que esos policías autónomos armados hasta los dientes, que han actuado exactamente como dije que lo harían, es decir, al servicio y a las órdenes de quienes les mandan, su gobierno regional, y no de quienes les pagan, que somos los españoles. He dicho también que hace días se debió decretar el estado de sitio con la ley en la mano y poner Cataluña en manos de la autoridad militar y que allí, tras la aprobación por medios ilegales de leyes inconstitucionales, a sabiendas y contra lo dispuesto de el ordenamiento jurídico español y estatutario, la autoridad se ha apartado de la Ley, por lo que no hay autoridad legítima, ni gobierno ni parlamento autónomo, no cabe suspender la autonomía porque está suspensa per se y solo está legitimada la autoridad del Estado.
La actuación de la Guardia Civil y la Policía nacional hoy en Cataluña ha sido notable, meritoria pero insuficiente, pues debió estar presente las Fuerzas Armadas en su función de garante de la legalidad y el orden constitucional como proclama el artículo 8.1 de la Constitución y la Ley Organica correspondiente, presentes en el estado de sitio que se debió proclamar como el artículo 116.4 del texto constitucional prevé y el capítulo IV de la Ley Orgánica 4/1981 desarrolla. ¿Por qué no se hizo? ¿Por qué no se ha hecho si se sabe que la independencia va a ser declarada aunque sea en un folio en blanco en mitad de una calle porque los promotores se sienten seguros de que no les va a pasar nada?
Los españoles se fueron a dormir con la impresión triste de que a los Policías y a los Guardias Civiles les han ganado la batalla los furibundos bandoleros auxiliados por lo policías autónomos, numéricamente superiores, abrumados porque, encima, van a ser denunciados por esta legión de repugnante gentuza por actos violentos, porque, además, personas como Pedro Sánchez, en vez de solidarizarse con los intereses de la patria sacan a ondear sus intereses personales y partidarios y muestran el desinteres por tan grave conflicto ¡Esta situación es ruin! Los que se han presentado como autoridades catalanas en torno a Carlos Puigdemont, quien ya no es Presidente del Gobierno de aquella región por haberse deslegitimado todos ellos con sus propios actos donde deberían estar es en los calabozos de la Guardia Civil a disposición del pertinente Juzgado de Instrucción Central de la Audiencia Nacional, y no en otro sitio, y las ciudades catalanas bajo el mando de las autoridades militares durante el tiempo que haya de durar el estado de sitio.
Después sería cuestión de plantarse como evitar que se vuelva a repetir este tipo de situación para lo cual mantengo siempre la misma opinión: ¡Basta de chantaje!¡Basta de engordar el monstruo!.. Desde Felipe IV, toda traición catalana se perdonó y se premió con concesiones, desde la de Pablo Clarís hasta el presente. Al tal Pablo Clarís lo haría desaparecer del callejero de todas las ciudades y pueblos por mera cuestión ética y como elemento práctico y esencial, vuelvo a insistir, veo imprescindible repartir equitativamente por el territorio nacional español el sobredimensionado tejido industrial catalán, lo que permitiría desarrollar de modo más justo y equilibrado el resto de las tierras de España, desconcentrar y liberar Cataluña de unas condiciones de vida que se ven que perjudican psíquicamente de forma bastante seria a sus habitantes y fomentar un flujo de reenvío de población a áreas que se revitalizarían saliendo de su estado de precariedad. Si Cataluña se convirtiese en una región solidaria repartiendo su riqueza con el resto de España, que no sería otra cosa que devolver parte de lo recibido de los demás, tendría el honor de ser igual y hasta sería posible crecer entre todos en equilibrio, en armonía, pero es de temer que a eso solo se podrá llegar por las malas.
Manuel Alba