Tal y como estaba previsto, a las 12:00 del mediodía ha comenzado el pleno extraordinario que la corporación municipal linense ha celebrado con motivo del 146 aniversario de la fundación de la ciudad, en presencia de las autoridades locales, el cortejo de la reina juvenil y ciudadanos que han llenado el salón de plenos.
El alcalde, Juan Franco, ha abierto la sesión para dar paso al portavoz del grupo municipal socialista, que en esta ocasión ha asumido el discurso institucional.
Reseñar que a la finalización de la sesión plenaria, el alcalde ha dedicado unas palabras al actual Secretario General del Ayuntamiento, César Escobar, que mañana jueves, día 21 de julio, abandona su cargo. El pleno se ha cerrado con la interpretación del himno de La Línea de la Concepción.
Buenos días, Sr. Presidente, miembros de la Corporación, autoridades y ciudadanos. Hoy se cumplen 146 años desde la fundación de nuestra ciudad. No son muchos años si lo vemos desde una perspectiva histórica pero si son años suficientes para que la vida y las circunstancias, en general, nos hayan puesto a prueba muchas veces como pueblo. En cualquier caso, es indudable que esta es una ciudad joven y por eso debería ser una ciudad con un futuro prometedor, la cuestión es, ¿es realmente así?, ¿tiene La Línea un futuro prometedor?. Quizás esa sea una buena pregunta para analizarla en un aniversario, o tal vez no, tal vez en un aniversario se pueda optar, sin riesgo a equivocarse, por hablar de nuestra historia, de nuestros personajes emblemáticos o de nuestra gastronomía. No obstante, soy de la opinión de que hablar hoy, aquí, puede servir para analizar, para reivindicar, o al menos para intentar alguna reflexión que nos ayude a mejorar nuestra visión de las cosas o adoptar posiciones y decisiones que nos acerquen a nuestros objetivos, a nuestras metas, que no son otras qué las de que la ciudad mejore, que los ciudadanos seamos más felices en ella, que todo funcione mejor.
Dicho así, el objetivo se torna enorme y en cierto modo abstracto, pero esa abstracción tiene una vertiente concreta y muy real que es la vida cotidiana de los linenses, sus problemas como ciudadanos, sus necesidades, sus aspiraciones.
Nuestra ciudad nació con algo más de 300 habitantes en aquel 20 de Julio de 1870 en que se constituyó como Ayuntamiento. Treinta años después, su población había crecido hasta los treinta mil y pasados otros veinte años más, esto es en 1920, había duplicado esa cifra. Un crecimiento espectacular, en solo cincuenta años se había pasado de 300 habitantes a más de sesenta mil.
¿Y que motivó este crecimiento vertiginoso?, ¿Cuál es el motivo del surgimiento de una ciudad que en medio siglo se convierte en una de las más pobladas de nuestra Provincia, donde existen incluso ciudades milenarias? Sin duda, la respuesta tiene orígenes militares y esos orígenes están directamente vinculados con Gibraltar y su historia. Su invasión primero, a manos de la flota angloholandesa bajo el mando del almirante George Rooke, la posterior firma del Tratado de Utrech en 1713, los intentos por recuperar la plaza y otros avatares supusieron los precedentes de lo que sería la creación de nuestra ciudad 150 años después. Por tanto nuestros orígenes han estado siempre unidos a los orígenes de Gibraltar como Colonia británica y nuestro desarrollo ha ido de la mano de las circunstancias sociopolíticas y económicas en nuestra relación con el Reino Unido y con las propias relaciones entre gibraltareños y linenses.
No es excesivo decir que La Línea nace porque años antes nace Gibraltar como colonia inglesa, ni es un desprestigio, ni merma ni siquiera un ápice todo el mérito que tuvieron nuestros fundadores y el trabajo desempeñado por varias generaciones para que nuestra ciudad fuese un buen lugar en el que vivir. Somos un pueblo como otro cualquiera, con nuestra propia historia y con nuestras peculiaridades, defectos y virtudes. Aunque eso sí, una de nuestras peculiaridades, la de ser ciudad fronteriza, ha marcado definitivamente nuestro devenir.
Y siendo esto así, y siendo conscientes de ello, quizás cabría preguntarnos ¿Dónde estamos ahora?, ¿que hemos conseguido en estos 146 años?, ¿y que nos espera en el futuro?
Los diferentes ciclos de desarrollo económico y poblacional han seguido íntimamente ligados al Peñón, según el momento y según las circunstancias políticas. Pero, podemos afirmar con rotundidad que, además de los factores mencionados, La Línea surge gracias a los trabajadores, a los comerciantes, a los artesanos, a las personas que iban siendo acogidas aquí porque venían a abrirse camino junto a una Colonia que podía ofrecer posibilidades de negocio o de trabajo. Todo esto, todas aquellas personas forman parte de nuestro origen como el elemento más importante de todos. Y así, de esta manera, La Línea ha sido próspera durante muchos años. Y cuando las relaciones han sido buenas con los británicos y el flujo de personas y de mercancías ha sido continuo, la economía local ha crecido y ha brillado, incluso por encima de las de su entorno en algunos momentos de la historia. Y La Línea fue en momentos del pasado lugar de abundancia económica, tierra de oportunidades, con Fiestas y Veladas excepcionales y sí, con un futuro prometedor.
Claro que cuando esas posibilidades se reduce no sencillamente son eliminadas, como ocurrió durante el cierre de la Verja ordenado por el dictador en 1969, la economía de la ciudad cae, se pierden miles de puestos de trabajo y la emigración se vuelve para muchas familias, como le ocurrió a la mía, la única opción para sobrevivir.
Por tanto, parece evidente que esa interdependencia entre La Línea y Gibraltar sigue siendo la clave para explicar y comprender nuestro viaje en el tiempo como ciudad. Y hemos aprendido que algunas veces, las más, nos ha beneficiado esta simbiosis. Otras, sin embargo, nos ha perjudicado gravemente. Y con lo que hemos aprendido de la historia, y con lo que hemos aprendido de nuestra experiencia, entiendo que puede ser muy necesario y muy útil y muy legítimo también, hacernos preguntas importantes, aunque sean de difícil respuesta: ¿qué queremos hacer ahora con nuestro futuro a estas alturas de la Historia?, y también ¿qué podemos hacer realmente nosotros como pueblo?, ¿Tenemos opciones o seguiremos de nuevo a merced de los vaivenes políticos que nos toque vivir?
En la actualidad nuestra ciudad se encuentra en una situación poco favorable, por decirlo con mucha suavidad. La crisis económica internacional se ha dejado sentir en nuestra localidad con crudeza. Somos la segunda ciudad de España con mayor tasa de desempleo, con un 40,1% en 2015, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Nuestro pequeño término municipal no alberga fábricas, ni campos de cultivo, ni pastos para la ganadería.
Nuestro sector pesquero es reducido y su actividad siempre estuvo llena de dificultades. Cuando el Gobierno de la dictadura cerró la Verja aquel 8 de Junio del 69, miles de familias se vieron desamparadas, por lo que poco después se fraguó la idea de crear un polígono químico que paliase en parte aquella situación, aunque hoy ya no ofrece una respuesta suficiente para nuestros problemas ni para nuestros demandantes de empleo.
Lo que sí sabemos es que impidió, después, el desarrollo turístico de una bahía privilegiada desde el punto de vista climático y medioambiental. Y cuando la Costa del Sol comenzó su auge y subió como la espuma, aquí solo nos llegó el rumor. De manera que, sin suficiente industria, con mucha más contaminación de la aconsejada, sin agricultura, sin pesca y sin turismo, ¿qué nos queda a los linenses?.
Por el contrario, a escasos metros está la Colonia Británica, con alrededor de 29.000 habitantes que, de ser un país y según datos del FMI, (Fondo Monetario Internacional), tendría la tercera renta per capita más alta del mundo con 64.000 dólares, solo por debajo de Catar y Luxemburgo. Y muy por encima del propio Reino Unido, en el número 22 con 37.500 dólares o de España, en el puesto 28, con 30.000 dólares. Además, hace solo cinco años Gibraltar no estaba en el puesto tercero de esa clasificación, sino en el noveno. A Gibraltar si le van muy bien las cosas. Ellos tienen unas condiciones fiscales que han sido suficientes para que se hayan convertido en una economía floreciente y sus habitantes gocen de buenas prestaciones en servicios públicos y un nivel de vida más que aceptable.
Entonces, algo no está bien aquí. Nuestra ciudad pasa por dificultades serías año tras año mientras nuestros vecinos viven en la opulencia. Estamos a la cabeza del paro en nuestro país mientras nuestros vecinos están a la cabeza en generación de riqueza y Producto Interior Bruto. Gibraltar es la prueba de que con las condiciones adecuadas las cosas pueden mejorar mucho.
Y es importante tener esto en cuenta porque ahora, de nuevo, nos enfrentamos a otra crisis, y como seguramente ustedes habrán adivinado me estoy refiriendo al Brexit: la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La incertidumbre se ha adueñado de muchos hogares de nuestra ciudad. ¿Qué consecuencias traerá? Nadie lo sabe con exactitud. Los dirigentes políticos y los analistas, hacen cábalas y previsiones de las que desconocemos en qué medida son ciertas. Algunos incluso dicen que al final el Reino Unido no saldrá de Europa, a pesar de que el Primer Ministro inglés ya descartó oficialmente un segundo referéndum.
Ahora, sin duda, hay que orientar los esfuerzos para que la situación en la frontera no cambie demasiado y no dificulte o impida el paso de trabajadores y de mercancías. Yo he defendido siempre las buenas relaciones de vecindad, y creo que el beneficio mutuo de los dos pueblos ha sido una evidencia indiscutible durante años.El problema es que ahora, con la nueva situación, de quien depende todo es de nuestros Gobiernos. No depende de Gibraltar, ni de La Línea sino de nuestros gobiernos y de Bruselas. Por tanto, creo que hay que defender el entendimiento y la colaboración, y la búsqueda de alternativas jurídicas para que todos salgamos ganando.
Si encontramos una solución con el Reino Unido y con Gibraltar para que no se dañen nuestras economías, será magnífico, pero si no se encontrara, tal vez estemos en un momento único para que el Estado Español se plantee seriamente que hacer con La Línea. Para que se tomen las decisiones adecuadas y que nuestra ciudad baje de la cuerda floja en la que ya demasiadas veces ha tenido que vivir. El Gobierno de un país tiene poder y medios suficientes para que se creen unas condiciones nuevas en una ciudad como esta, para que se produzca una situación diferente. Pero ¿lo van a hacer?, ¿van a preocuparse por nosotros?, ¿van a levantar el pulgar, como hacían en Roma para salvarnos o estamos condenados al olvido?
En multitud de ocasiones hemos visto hablar de La Línea y la hemos visto convertida en noticia por el contrabando. Los medios de comunicación y los diferentes gobiernos si han mostrado interés en ese fenómeno. Se han hecho reportajes, se han montado dispositivos de vigilancia del Estrecho, de nuestras playas, nos han enviado a veces más efectivos de las fuerzas de Seguridad del Estado, incluyendo cuerpos especiales. Y a los linenses siempre nos ha sentado mal la forma en que se han llevado estos asuntos, nos ha molestado la imagen que se proyectaba de nosotros. Y es lógico, porque aquí hay muchas cosas más que el contrabando y sobre todo hay muchos problemas de gran calado a los que no les han prestado ni la décima parte de atención.
Tenemos un paro muy alto aquí, demasiado alto como para no alarmarse, tenemos uno de los parques de viviendas sociales más grande de Andalucía lo que también indica el nivel económico de muchos de nuestros ciudadanos. También hemos sido nominados como la ciudad de España más contaminada de entre las 46 ciudades españolas de las que se analizó la calidad del aire, en un estudio llevado a cabo por la OMS (Organización Mundial de la Salud)
Los linenses no tenemos inconveniente en hablar del contrabando, negar una realidad sería inútil y poco recomendable, pero debemos hablar de otras cosas más importantes, para nuestro bienestar, para la salud de nuestros hijos y para su futuro.
El problema de La Línea no es el contrabando, eso es solo la consecuencia de las políticas gubernamentales. Toda la solución que se les ha ocurrido a nuestras altas instituciones y a nuestros sucesivos gobiernos a lo largo de décadas han sido policiales y de vigilancia, excepto una ayuda o Carta Económica Especial, que duró poco y unos acuerdos con Reino Unido que duraron aún menos. Por supuesto, nada de la creación de mecanismos y planes excepcionales o de grupos de expertos o comisiones ministeriales especializadas para estudiar nuestra situación, donde sociólogos, pedagogos, economistas, abogados y otros profesionales puedan preparar estrategias de intervención estatal a largo plazo para resolver la situación.
¿Debemos pensar que ahora lo van a hacer? ¿Qué pasará si varios miles de linenses pierden su puesto de trabajo en Gibraltar o pierden sus empresas? ¿Qué piensan ustedes que ocurrirá con el contrabando? o más importante aún ¿Qué piensan en los Ministerios del Gobierno de España que pasará en La Línea? ¿Creen allí que miles de personas se van a cruzar de brazos y se meterán en sus casas a morirse de hambre? ¿Podría producirse otro éxodo? ¿Otra emigración en masa?
Son muchas preguntas, lo sé. Pero creo que son necesarias para buscar las respuestas adecuadas y estoy convencido de que existen esas respuestas. Solo que esta vez necesitamos respuestas menos agitadas que otras que se dieron en el pasado, menos lesivas para las personas, para nuestra forma de vida, para los que queremos vivir aquí. Y no pueden ser otra vez medias respuestas. Ya no es suficiente con una ayuda económica especial, no es suficiente con darnos préstamos que tengamos que devolver sin que nada haya cambiado, para tenernos que endeudar de nuevo al año siguiente.
Es imprescindible ahora hacer un planteamiento diferente, integral y definitivo. Pensado para el largo plazo y para construir un futuro más independiente. Un planteamiento que aborde la situación de manera estructural, que establezca las bases para un desarrollo al menos sostenible y protegido de los vaivenes políticos y que permita a la ciudad recibir la compensación que se merece, sin duda alguna, por haber tenido que soportar esta circunstancia siempre. Desde ese enfoque, doy por sentado que el Estado está obligado a intervenir, porque nadie más podría hacerlo en su lugar y por tanto si el Estado no actuase, simplemente seguiríamos como hasta ahora. Y en consecuencia, su intervención debe incluir algo más que limosnas que solo sirvan para tapar vías de agua, algo más que adelantos de este o aquel ingreso o fondo, porque de no ser así los resultados serían los de siempre.
Y, como decía antes, puede haber respuestas factibles, no sencillas, ni fáciles de conseguir, pero si viables y eficaces. Y son respuestas que pueden surgir de nuestra propia experiencia con Gibraltar. Si ellos tienen una fiscalidad especial y eso les ha convertido en un centro financiero y turístico, ¿por qué no puede hacerse eso con La Línea?
Las dificultades legales, tanto nacionales como europeas, los problemas técnicos y los enormes intereses que entrarían en juego, hacen de este un proyecto ambicioso y complejo, pero ¿quién puede decir que no es posible?
Soy consciente de que está habiendo una reacción por parte de la Junta de Andalucía, del Gobierno Central, de agentes sociales y colectivos. Iremos viendo y viviendo como se desarrollan estas acciones y que resultado dan en el corto y en el medio plazo.
Y ya veremos si estará sobre la mesa que se estudie convertir nuestro municipio en zona fiscal especial. Y si van a analizarse realmente esas posibilidades. Porque ¿Desearía algún gobierno conceder un status fiscal especial a una población como La Línea?, ¿quién o quienes decidirían finalmente si concederlo o no?, ¿Madrid, Europa, la legislación internacional?
Que sea esta una tarea difícil no significa que sea imposible, y para hacerla posible faltan, desde luego, unos invitados imprescindibles en esta empresa; los ciudadanos. El pueblo de La Línea tiene que asumir el protagonismo de su reivindicación. Y no hacerlo solo a través de sus representantes, sino directamente, manifestando su opinión, exigiendo sus derechos. Los ciudadanos deben ser los protagonistas y no un partido político, o un sindicato o una asociación, sino el conjunto de todo eso, que son al fin y al cabo los propios ciudadanos.
Y tenemos que empezar desde hoy a fomentar la resistencia de los linenses a las políticas ineficaces, que no resuelven nada. Y para eso la información y la comunicación son dos magníficos aliados, para que todos sepamos que intenciones tienen nuestros dirigentes, en que se avanza y para conseguir qué. Todo eso debe estar al alcance de la ciudadanía y debemos hacer un esfuerzo entre todos para que así sea. Porque los linenses debemos hablar. Debemos hablar en la calle, en las casas, en el trabajo, sobre qué podemos hacer entre todos como ciudadanos de a pie. No necesitamos una revolución, solo un cambio importante, pero incluso las revoluciones, las terminan haciendo los ciudadanos de a pie. Y ya sabemos que casi siempre es necesario luchar para conseguir lo que se quiere, así que si tenemos que manifestarnos, nos manifestaremos, si tenemos que enviar cartas a las altas esferas las enviaremos, o solicitar comparecencias, o audiencias. Si tenemos que llamar la atención la llamaremos, tendremos que hacerlo si queremos hacernos oír. Solo hace falta que el pueblo quiera luchar por su futuro y, por tanto, no esperar a ver que le dan sino exigir lo que le corresponde.
Después de que yo acabe este discurso, escucharemos el himno de nuestra ciudad y gritaremos vivas a La Línea, luego nos marcharemos para seguir con nuestras tareas, con nuestras vidas pero no debemos olvidar que esas vidas y la vida de esta ciudad, se pueden ver seriamente afectadas por lo que ocurra en los próximos meses. Séneca dijo que una era construye ciudades y una hora las puede destruir. Por eso, debemos intentar escribir nuestra propia historia y reservarnos un espacio para pensar, para hablar entre nosotros. Hagamos debates, invitemos personalidades del mundo de la cultura,políticos, periodistas, intelectuales, busquemos espacios públicos para hablar entre nosotros, en los Plenos de este ayuntamiento y en las plazas si hace falta. Pidamos que ahora sí vengan los reporteros a hablar de La Línea, pero no del contrabando sino del Brexit y sus consecuencias aquí, de la falta de recursos, de nuestro potencial. Seamos tenaces en nuestras peticiones y seamos una roca para responder al olvido.
Si no lo hacemos, si simplemente pasamos a otra cosa y entendemos este problema como una dificultad más a resolver, estaremos cometiendo un grave error. Si no convertimos este asunto en la prioridad municipal y en nuestra obsesión política, económica y social, estaremos cometiendo un error. Si no nos movilizamos, si no gritamos, nadie nos dará más de lo que hasta ahora nos han dado. Seguiremos sin infraestructuras, sin fábricas, sin agricultura ni pastos para la ganadería, el turismo no verá atractiva nuestra ciudad y como colofón, en uno de los hipotéticos pero muy posibles escenarios tras el triunfo del Brexit, ya no estaría Gibraltar.
Y no debe ser este, en ningún momento, un pensamiento gris ni provocar un sentimiento de desaliento sino que debe ser un elemento de base para un proyecto común de construcción, de creación, de refundación de una ciudad injustamente tratada, que ha soportado con paciencia y buen ánimo situaciones a veces desesperadas. Porque como decía el escritor Jules Renard el proyecto es el borrador del futuro. Solo que a veces el futuro necesita cientos de borradores.
Nuestra comunidad, generosa y tolerante, se encuentra hoy en una encrucijada y ante unos desafíos que nos ponen a prueba una vez más. Hagamos tantos borradores como hagan falta y no olvidemos algo que decía también otro escritor francés, Antoine de Saint-Exupéry, no se trata solo de prever el futuro sino de hacerlo posible.
Hoy, 20 de Julio de 2016, hace 146 años que nacimos como ciudad, y hoy queremos seguir reclamando lo que nos pertenece por razones históricas, un reconocimiento de singularidad, de situación fuera de lo habitual, de ciudad fronteriza y única en Europa, por la que a diario transitan miles y miles de almas. Queremos seguir reclamando que nos escuchen, que se den cuenta de que las condiciones que aquí se dan son especiales y que, por tanto, requiere de instrumentos especiales para su tratamiento.
No quiero que mi discurso sea una solo arenga para exaltar el espíritu de un aniversario, pero si es necesario el tono solemne y elevado para enardecer o levantar los ánimos, que así sea.
Hoy, en nuestro 146 cumpleaños, queremos que todos sepan, que los hombres y mujeres de La Línea aspiramos a cambiar las cosas, que no nos vamos a conformar con palabras grandilocuentes, que las gentes de este istmo de arena quiere un futuro mejor y que estamos dispuestos a luchar para conseguirlo.
Muchas gracias por su amable atención.
VIVA LA LÍNEA