Otra Navidad que ha pasado, amigos. Ya estamos en enero y, por fin ha pasado todo, con la pandemia de por medio y sin los festejos que habitualmente teníamos, o con otra forma de tenerlos. ¿Qué le queda ahora, paciente lector? Estos días de atípicas fiestas que hemos padecido ¿le sirven de algo? ¿Tiene motivos inolvidables para dejarlos gravados en su vida de no ser por el asunto del coronavirus? ¿O han sido parecidos a todos los años por esas fechas, aumento de peso incluido?
Lo siento, pero creo estar seguro de que no ha logrado solucionar ni una sola de sus comeduras de coco, y tras las fiestas le sigue esperando la suegra, la falta de aparcamiento, la inquietud por la vacuna, la inestabilidad del trabajo -el que lo tenga-, la falta de educación y respeto al ciudadano y a las leyes de muchos prepotentes políticos… y está claro que estas fiestas de Pascua, que antaño tenían un sentido específico, ahora son, para la mayoría del personal, solo una razón banal para llenar el ambiente de fruslerías sin sentido, para gastar como locos lo que no se puede, para comer como posesos y beber como cosacos… sí, esta Navidad laica es un paréntesis vacío, relleno de nada, una vaciedad que dedicamos a hacer regalos que nadie necesita, a compromisos apresurados que no cumplimos y a felicitaciones vacuas, vía redes sociales, no vaya a ser que nos demos cuenta de nuestra intrascendencia… necedad de necedades, en definitiva.
Porque, una vez pasadas tan pantagruélicas fiestas ¿Qué le queda? ¿Ha resuelto algunos de los problemas que le endemonian la vida, le acentúan la úlcera o le hacen subir la tensión? ¿Es usted algo mejor? ¿ha aumentado su dosis de empatía?, ¿ha hablado pacientemente, con sus hijos y con su familia para limar las normales asperezas de la convivencia? ¿ha tomado conciencia de que nuestro planeta está al límite, quizá en un punto de no retorno? ¿se ha vuelto más caritativo? ¿Ya sabe que va a hacer de su vida?… todo ha pasado, amigo lector, y sería triste que nada haya cambiado y compruebe que todos sus problemas siguen sin resolverse, cosa que le suele ocurrir durante el mes de enero al que no es muy ingenuo.
Prepárese con prontitud y mucha paciencia, porque la vacuna no será la panacea que añoramos, porque su hijo vendrá, como siempre, con suspensos, a su mujer le va a doler la cabeza este año tanto como el año pasado y seguirá acechando cualquier fallo para reñirle, su coche seguirá gastando más de lo que dice la publicidad, llegar a fin de mes seguirá siendo un verdadero ejercicio de equilibrista, de la creación de empleo, mejor no hablar, todo se encarecerá más de lo que dice el Gobierno… y los políticos seguirán haciéndonos cada vez la vida más difícil, dejando, además, que el neoliberalismo campe a sus anchas…¡Dios mío, qué cruz!
Antonio Poyatos Galián.