El tiempo da y quita razones y esta vez tampoco hizo falta esperar mucho. Del referéndum por la independencia de Cataluña del 1 de octubre de 2017, con una masa independentista, heterogénea, pero unida, a la ruptura este mes del propio Govern de la Generalitat y el progresivo resquebrajamiento de Junts ante la caída en desgracia, y casi en el ridículo más espantoso, de su líder, Laura Borrás.
¿Qué ha cambiado de un escenario a otro? La estrategia. Ya lo apuntábamos algunos, mejor, muchos.
La escalada del conflicto solo beneficiaba a los que perseguían intereses partidistas. Era bastante rentable en términos populistas y, pensaban ellos, que también electorales, a los que se situaban en los dos extremos de la cuerda, las dos secciones más radicales de ambos bandos, el españolista centralista y el independentista catalanista. Por eso se aferraban al famoso artículo 155 como si este artículo fuera el maná: unos para invocarlo como amenaza, finalmente llevada a efecto, otros para usarlo como trinchera para camuflar sus espurios intereses.
Al final se ha demostrado que los que apostaban por la fórmula del diálogo y de la pacificación eran los que de verdad estaban poniendo por encima la unidad de España y la buena convivencia entre sus pueblos.
Hoy el movimiento independentista ha perdido fuerza porque sus propios partidarios se han dado cuenta de que se les utilizó de forma burda.
Y la pérdida del enemigo común que algunos les facilitaron ha sacado a la luz las costuras de aquel auténtico potaje catalanista, en realidad muy malavenido, entre anarquistas, republicanos de izquierda y burguesía de derechas y ultracatólica. Solo espero que de todo esto algunos hayan aprendido la lección. O no. Vete tú a saber.
Patricio González
Hemos estallado moralmente
Cuando yo era joven, las abuelas se sentaban en su sillón de mimbre o su mecedora, y desde ese puesto de mando iban recopilando toda la información de la familia. No salían, pero lo sabían todo, opinaban sobre los asuntos y hasta tomaban decisiones que nadie osaba contravenir. Eran la materialización de la Mamá Grande de los relatos de García Márquez, no se movían de su sitio pero vivían todas las vidas de su familia y más allá.
La vida ya no es así. Las madres y los padres no tienen la última palabra sobre nada, y es bueno que así sea porque significa que cada persona es dueña de su vida y obra según sus propios criterios. Los progenitores están para compartir lo bueno y lo malo, pero nada deciden, y no deben hacerlo, por un elemental concepto de libertad individual de los otros y porque, en la mayor parte de los temas, las nuevas generaciones saben más, o al menos entienden mejor un mundo que a los mayores les empieza a ser lejano.
Me alegro de que sean capaces de adaptarse, aunque uno tiene que cumplir con su papel de Pepito Grillo, como cuando nuestras madres nos decían aquello de «llévate un jersey, que por la noche refresca».
Tanta ternura protectora tiene su contrapartida en el desprecio del respeto a la vida. Los prorrusos más fanáticos, dicen que hay que ahogar a los niños y niñas de Ucrania, y así acabarán los problemas en el futuro. Decir que el mundo se ha vuelto loco es decir poco, porque no me entra en la cabeza que puedan asesinar a tiros, cazados como conejos, a niños sencillamente porque son de otra raza y hablan otra lengua. No hay política o religión que pueda justificar algo así. Es crueldad, maldad, fanatismo y todo a la vez. Qué vergüenza pertenecer al mismo género humano que estos desalmados sin conciencia, que cometen los actos más atroces precisamente en nombre de esa conciencia que no tienen. Por eso hay que tener mucho cuidado con las grandes palabras, porque a menudo las usan para aniquilar al otro.
Leonard Cohen lo escribió, poniendo voz a los poderosos que se suceden en todos los tiempos, regímenes y circunstancias: «Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado».
Hace unos años, el ministro de finanza japonés vino a decir a decir que el coste de los ancianos es muy alto y les pide que se den prisa en morir. También dijo algo parecido una alta dirigente económica mundial. La verdad es que el ministro y la dama se pasaron verbalmente, pero en realidad es lo que se está haciendo de manera solapada. No les dicen a los ancianos que se mueran, pero les quitan atención médica, servicios sociales y propician su abandono. Cada día sale alguien diciendo que el sistema no es sostenible, con lo que está culpabilizando a los jubilados, que tienen que escuchar velada o claramente que están siendo mantenidos por el Gobierno, cuando quien los mantiene es la aportación que han hechos durante décadas, una especie de caja que se encargó de saquear un gobierno del pasado.
Que lo digan claro, para que al menos podamos elegir el sitio en el que queremos morir. Estamos envueltos en una superposición de mentiras que conforman juntas la gran mentira de nuestra civilización, que empieza a romperse a la misma velocidad que los hielos polares. Físicamente este planeta va a estallar en cualquier momento, moralmente ya ha estallado.
Patricio González
Consenso
La tramitación en el Congreso para aprobar la llamada Ley Trans, reguladora de los derechos de las personas que optan por un cambio de sexo y las LGTBI, ha reavivado las llamas de un debate transversal que ha generado desavenencias a varias bandas.
Dentro del Gobierno de coalición, con los socialistas anunciando enmiendas a la norma aunque con el compromiso de no tocar su núcleo, la libre determinación registral de género; entre las fuerzas del Ejecutivo y las de la oposición; en el propio seno, también, del PSOE y de Unidas Podemos; y entre las mujeres que hacen bandera del feminismo. En definitiva, enmiendas por todos los lados que aunque nos digan que no se toca el núcleo , es necesario que se trabaje lo suficientemente bien por todos para que tenga toda la seguridad posibe..
Nadie puede oponerse al reconocimiento de los derechos de gays y transexuales, víctimas de una histórica e inaceptable represión y marginación.
Tampoco se puede negar el riesgo que representan los rebrotes que están apareciendo de intolerancia y odio contra esos colectivos para la convivencia de todos.
Pero ello no exime al legislador de procurar una Ley lo más segura jurídicamente y con el mayor consenso posible. En especial, sobre todo, cuando, precisamente, lo que están en juego son nada más y nada menos que derechos cívicos.
Y cuando aspectos como el modo en que está concebida la autodeterminación de género en la infancia y la adolescencia suscita dudas más que razonables sobre la irreversibilidad de una decisión tan sensible.
Así que es absolutamente necesario que exista un máximo consenso antes de que una aprobación definitiva de la misma pueda conllevar dudas que en absoluta beneficiarían a esta Ley.
Patricio González
Humillación y Deshumanización
Un grupo de hombres blancos, desnudos, con las caras pixeladas, en mitad de lo que parece un cañaveral. De forma aparentemente instintiva, todos o casi todos tapan sus genitales con sus propias manos. Les han humillado y con ese gesto parecen proteger el rincón de dignidad que todavía les queda.
La imagen sobrecoge, no tanto por lo que se ve, que también, sino por lo que no se ve. ¿Por qué calvario les habrán hecho pasar para llegar a ese punto? ¿Quién decide semejante desprecio al ser humano y por qué?
Son 92 migrantes abandonados a la intemperie en un punto del río Evros, que sirve de frontera a Grecia y Turquía. Entre esas personas maltratadas y vejadas, la mayoría afganos y sirios, hay también niños. Trascendió esta semana, pero la foto, siendo impactante, no ha alcanzado la viralidad de otras muchas que vuelan como cohetes en chats de wasap.
Dos magrebíes cosiéndose a navajazos en un lugar indeterminado de un tiempo también indeterminado siempre vende más. O mejor, un magrebí agrediendo a un compatriota cristiano y blanco.
Porque el odio, sobre todo cuando es inoculado desde ciertas elites en tiempos de crisis o de agitación social, es mejor virus, más efectivo, que la compasión o la empatía.
La migración es mala, te viola y te roba el trabajo. Ese es el mensaje que repiten algunos como loros. Sin embargo, esta otra cara de la migración, la del ser humano desvalido y desorientado tras una dura travesía a riesgo de su propia vida, la de la trata de blancas o la del maltratado por las policías de frontera, no cala con la misma fuerza.
No es un buen síntoma de la sociedad en la que vivimos. Pagaremos caro tanta deshumanización. Patricio González
Todo va de Mentiras
Si yo les dijera que buena parte de nuestros impuestos van directos a pagar sueldazos de políticos europeos que no pintan nada en el panorama político y económico actual, querrían dejar de pagar impuestos en ese instante. Si yo les dijera que el 80 por ciento de los eurodiputados no pasa por Bruselas ni el 20 por ciento de lo que deberían y que cobran una pasta por ello, querrían hacer un Brexit cañí hoy mismo. Si yo les dijera que el dinero que se destina a mantener la burocracia de la zona euro podría servir para acabar con el hambre en el mundo los próximos seis meses, querrían cerrar el chiringuito europeo después de leer esta frase.
Podría estar diciendo estas cosas todo el día y repetir los mensajes cada semana. Sin parar. Y, finalmente, causaría una reacción en el lector. Siendo una mentira descomunal, serían causa de ruptura entre algunos españoles y la Unión Europea. Si todos los medios de comunicación publicasen noticias y columnas de opinión afirmando esas cosas el efecto sería demoledor en un par de días. Ya saben eso de la mentira repetida que se convierte en verdad absoluta o como le dicen ahora : la posverdad.
Pues eso es lo que pasa en el mundo actual. Putin desinforma a los suyos y a todo el que puede; los políticos catalanes se inventan que España roba a Cataluña; los conservadores y los políticos de extrema derecha se inventan que Europa representa un peligro y una estafa para los británicos y se produce el Brexit; Trump dice haber ganado unas elecciones que perdió claramente y provoca una crisis violenta que termina con muertos y la quiebra del sistema democrático más poderoso del mundo… Esta es la realidad que hemos construido a base de mentiras, a base de difundir bulos a través de Internet, a base de dar voz a majaderos que encuentran su sueldo entre la ignorancia.
¿Cómo van las cosas en Cataluña? ¿Cómo van las cosas en el Reino Unido? ¿Cómo van las cosas que tienen que ver con Putin? ¿Cómo van las cosas (a secas)? Pues eso.
Patricio González