Después de ocho días fuera de España, vuelvo a la rutina diaria y a interesarme por la situación política y lo primero que observo es que todo sigue igual y que los partidos políticos me transmiten la sensación de que ni han aprendido ni han escuchado a los electores de los comicios del 26J.
Sigue la escasa o nula voluntad de dialogar, de negociar un acuerdo para alcanzar un gobierno que gobierne sin poner vetos a priori. Está claro que no tenemos políticos de altura y que no tenemos estadistas que ayuden a dirigir al país hacia mejores cotas de solidaridad y de justicia social, andan perdidos en luchas por su propia supervivencia, y es por ello por lo que surgen como hongos politicastros en movimientos populistas y anti sistema que piensan que acabando con la iniciativa privada y con los ricos y con los poderosos, se solucionara el asunto.
Quizá motivados por esta larguísima crisis, por la pésima gestión de los partidos tradicionales, por la corrupción sistémica, por ese «mirar para otro lado» cuando se incumplen las leyes, por esa tibieza en perseguir los delitos, están renaciendo los regionalismos, los localismos, los dislates, las exclusiones… La falta de sentido común es la vuelta atrás que nos hace vivir sobre un volcán que no se sabe cuándo entrara en erupción, pero que todos intuimos no muy lejano.
A un servidor le da la sensación, que los partidos políticos no quieren renunciar a nada, y solo buscan el poder -el poder personal- y la eliminación del adversario político, importándoles un dídimo lo que le interesa a todos, a España, y por ello, tras las elecciones, desoyendo lo que les han dicho los electores, no ha habido autocrática sino autocomplacencia, incluso en las sonoras derrotas que todos conocemos.
Los constitucionalistas, los que quieren que España vaya junta, han de hablar entre sí, peo con dialogo real, no de marketing político y de declaraciones o de tweets. Han de negociar, no de escenificar encuentros inútiles, para tratar de solucionar los problemas de los ciudadanos.
Necesitamos, filosofía, valores, sentido común para reconducir este dislate, peo parece ser que solo tenemos políticos de baja talla que no caminan en la misma dirección de los ciudadanos y son incapaces de acordar, de negociar las reformas necesarias para una España que, parece ser, no tiene respuestas para los nuevos y crecientes problemas del día a día.
Las consecuencias, si no se entienden esos partidos constitucionalistas, serán que acabaran ganando los independentistas, los antisistema, los que tienen en su esencia el final de las libertades individuales y el odio hacia la iniciativa privada. Y si no, al tiempo.
Antonio Poyatos Galián