El pasado jueves, atendiendo la invitación del Centro de Estudios Linenses, he dado una charla sobre Torre Nueva como inauguración del ciclo de conferencias que se han propuesto llevar a cabo. El marco escogido, una de las salas del Museo Cruz Herrera, me pareció idóneo para tal fin al tratarse de un edificio histórico que ha sido acertada y confortablemente r adaptado para uso museístico.
Aunque les advertí a los organizadores que mi campo de investigación estaba dedicado casi en exclusivo a asuntos de Gibraltar, no obstante a medida que iba avanzando en la preparación de la ponencia surgían más y más aspectos relativos a la cuestión.
La presentación, como es habitual hoy en día, la hice a través de un programa informático con una sucesión de diapositivas en las que mostrar fotografías, mapas, tablas, gráficos, listados y otros textos, procurando -hasta donde era posible- que la imagen superara a la palabra.
Paso a detallar por orden cada uno de los títulos y una síntesis de su contenido: Razón de ser. Para controlar las acciones depredadoras de embarcaciones norteafricanas y como vigilancia fiscal; Defensa pasiva de la costa. Escalafón del personal que hacía posible la vigilancia del litoral; Terminología y utilidad. Diversas denominaciones y usos; Señales. Pudiendo ser éstas de aviso y de rebato, según la peligrosidad de la situación; Homónimas. Como más próximas tenemos las de Guadiaro, Chullera, Cabo de Plata, Cala del Moral, Playa del Palmar, El Algarrobo y Torrenueva; Distintos nombres. Torre Nueva, Primera Torre y Torre de Sabá; Arquitectura. Ingenieros, proyecto y mediciones; Método constructivo y materiales utilizados.
Entrando en el aspecto puramente histórico, he incluido ciertos antecedentes previos a su existencia para continuar con la vida del edificio en sí. Testigo mudo ha sido, por ejemplo, del uso como fondeadero de convoyes franceses y sicilianos en el siglo XVIII, del asesinato y robo en la persona de un teniente británico destinado en Gibraltar durante la Guerra de la Independencia, o del naufragio del vapor inglés Reading, cuyos pasajeros fueron socorridos en la casilla de carabineros del lugar. Otros varios siniestros marítimos contempló la silenciosa torre y numerosísimos hechos relacionados con el contrabando.
Era obligada la referencia a la vista de ese trozo de costa desde el mar con la descripción pormenorizada de los manuales para ayuda de navegantes. No menos interesante, y ahora que hay mayor afición al senderismo, la inclusión del recorrido de esa franja costera, verdadero hito paisajístico, y uno de los pocos espacios no absorbidos aún por la amenaza urbanizadora.
Para romper la posible monotonía de la disertación, creí oportuno presentar a la audiencia un glosario de los términos poco comunes utilizados en la misma y proceder al examen de su significado. No tuve más remedio que dar aprobado general a tan atentos alumnos.
Dentro de la normativa proteccionista hice una diferencia entre la genérica (de aplicación a todos los castillos, fortalezas y torres) y la específica (referente a nuestro monumento) al tiempo que citaba también aquellas leyes protectoras del territorio en que se ubica. Para los que quisieran saber más sobre el asunto los remití a la bibliografía por mí utilizada.
Nadie conocía la existencia de un guión cinematográfico. Se trata de un trabajo de fin de curso de un taller de iniciación al cine, que aunque seleccionado para el rodaje, éste por razones presupuestarias nunca vio la luz. Está tomado de un relato breve de carácter histórico titulado igualmente Torre Nueva y del que también soy autor. Aproveché la presencia de la concejal delegada de Cultura del Ayuntamiento de la Línea de la Concepción -colaborador del acto- para proponerle pasar el guión del papel al celuloide y reeditar el librito. Dentro de éste uno de los personajes -torrero- le había dedicado un poema a su querida torre. Para sorpresa y creo que disfrute de los asistentes, procedí a recitarlo. Nunca imaginaron un final así ni mi condición de rapsoda. Yo, tampoco.
JUAN MANUEL BALLESTA GÓMEZ