Desde que hace ya tres años estallara la crisis mundial del virus Zika, todas las alertas son pocas para controlar el mosquito tigre y evitar su picadura. Sin embargo, existe un método de control natural y altamente efectivo que parece estar pasándose por alto y que no es otro que uno de sus depredadores naturales: el vencejo común. Un ave cuya presencia está cayendo en picado en los últimos años -su población ha disminuido hasta un 20% en España en las dos últimas décadas- a consecuencia de su caza por parte de gatos callejeros. Una especie que, por el contrario, no para de crecer de forma descontrolada debido sobre todo a los muchos ciudadanos que les dan de comer cada día sin ningún tipo de control. Un simple gesto, en apariencia inocente, que sin embargo puede llegar a traer consigo importantes y peligrosas consecuencias a nivel global.
Un informe publicado por la organización conservacionista SEO/ BirdLife insiste en la necesidad de controlar la presencia de gatos asilvestrados y vagabundos, especialmente en las grandes ciudades, debido al peligro que suponen para la avifauna autóctona, así como para el bienestar y la salud públicas. En este informe se expone también que, solamente en Canadá, los gatos domésticos y ejemplares asilvestrados matan a más de 100 millones de aves, muchas de ellas nativas, reduciendo, abismalmente, el número de individuos. De la misma forma, en España, esta situación se está convirtiendo en un problema de primer orden ya que estos depredadores se alimentan de aves como el gorrión o el vencejo que, a su vez, se alimentan de mosquitos y evitan la saturación de plagas tan perjudiciales como la del mosquito tigre.
“El número de colonias de gatos callejeros se ha visto incrementado de manera abismal en los últimos años, en gran medida debido al alimento que ciudadanos, no autorizados, les ofrecen”, explica la directora general de ANECPLA, Milagros Fernández de Lezeta. Los resultados demuestran que las colonias de gatos salvajes disminuyen su presencia en un 45% si se toman las medidas necesarias de control y gestión. “Es importante que se ataje este problema por parte de las administraciones públicas”, demanda Fernández de Lezeta. “De lo contrario”, alerta, “la situación puede llegar a agravarse considerablemente a muchos niveles”.
“Es importante que la ciudadanía se conciencie de los perjuicios que trae consigo un acto tan aparentemente inocente como dar de comer a los gatos callejeros”, explica la directora general de ANECPLA. “Alimentar a gatos callejeros ayuda a su proliferación y reproducción. Y además del riesgo que supone para aves como los vencejos, no hay que olvidar tampoco el riesgo de diseminación de enfermedades infecciosas para los seres humanos como puede ser la toxoplasmosis en caso de que no estén atendidos. Por no hablar de las numerosas enfermedades que pueden transmitir igualmente los animales que acuden después a dar cuenta de los restos de comida que se dejan los gatos. Y es que los restos de comida suponen una fuente de alimento y desarrollo para otro tipo de plagas -como ratas, cucarachas y hormigas-, vectores igualmente de multitud de enfermedades e infecciones”.